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POV WILL

Will se despertó con una sonrisa en su labios.

Miró por la ventana, lleno de espíritu navideño, y comprobó que nevaba con suavidad y que sus hermanos estaban jugando afuera.

Se abrigó con rapidez y bajó a desayunar algo para poder unirse a sus hermanos.

Esa noche era la más especial de todas, su familia se reunía, comían y charlaban, jugaban con la nieve, contaban villancicos y luego recibían regalos.

Antes parecía la mejor parte de la festividad, pero Will ya tenía nueve años y ya conocía la verdad detrás del hombre gordo de rojo. Eso había disminuido un poco la magia, pero de todas formas era su celebración favorita del año.

Desayunó con sus padres, que hablaban de todos los preparativos de esa noche, y luego salió a jugar con sus hermanos.

Michael y Lee estaban en medio de una guerra de bolas de nieve con sus amigos del barrio, esos que eran unos años mayores que Will; mientras que Austin y Kayla estaban armando un muñeco de nieve tarareando una canción navideña.

Will estaba a punto de unirse a Austin y Kayla, ya que nunca podía participar en las guerras de bolas de nieve porque era demasiado joven, pero antes de que hiciera algún movimiento, Lee lo llamó para que los ayudara a atacar a los demás.

El rubio sonrió como si le hubiesen entregado su regalo, de inmediato agarró una bola de nieve y corrió hasta sus hermanos. Will nunca había tenido la mejor puntería en nada, pero las primeras bolas de nieve no estaban mal. Logró darle en la cara a Travis Stoll y a Thalia Grace, en el brazo izquierdo a Luke Castellan y uno en el hombro a Annabeth Chase.

La estaba pasando fenomenal, hasta que una bola se desvió del objetivo y fue a parar a la puerta de una casa, pero no de cualquier casa, si no de los vecinos nuevos, los di Angelo.

Todos se detuvieron y observaron si la puerta principal se abría. Estaban horrorizados, a esa casa había llegado una nueva familia desde Italia, y no se veían muy amigables.

Will nunca los había visto, pero sus hermanos les describían lo terroríficos que lucían y la piel de gallina que les producían.

El niño solo sabía que eran cuatro, el padre, la madre, la hermana mayor y el hermano menor. Tampoco conocía sus nombres, y ninguna niña del barrio decía que el menor fuese lindo, aunque lo decían con cada niño nuevo que se mudaba.

Will prefirió no juzgarlos hasta verlos, y era el momento perfecto para comprobar qué tan terroríficos eran.

La puerta principal se abrió, dejando ver a un hombre como de la edad de su padre, tal vez un poco mayor, que daba dos pasos hasta ver que lo que había tocado su puerta había sido una bola de nieve. Miró hacia la casa de Will, donde la guerra se había detenido, y observó a cada niño que ahí se encontraba. Todos parecían haberse vuelto de piedra, hasta que el hombre volvió a entrar a su casa. Sin decir la más mínima palabra.

Luego de un minuto todos volvieron a respirar.

Lee puso una mano en el hombro de Will, suspirando.

- Ya lo has visto, era el padre ¿Que tan aterrador te pareció?

No lo había penado en el momento, pero se pasó una mano por el brazo y descubrió que, efectivamente, tenía piel de gallina. Había sido aterrador, oscuro e increíble.

- Asombroso. - Dijo con una sonrisa.

Se sintió un poco mal, hablar de ellos como si fuesen un espectáculo. Y tampoco quería ser grosero, él había sido el culpable de esa bola de nieve fallida. Tenía que ir a disculparse.

The Gift {Solangelo AU}Where stories live. Discover now