Capítulo 1: Diego

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A pesar de ser un gallo bien califa y literalmente un desastre de persona, era bastante responsable con lo que respectaba al trabajo y compromisos en general.

Oiga caballero, ¿me hace una paleteada? — Le dije al colectivero tocandole la espalda

Ya, ¿y de qué se trataría esta paleteada mijo? —Me respondió entre enojado y curioso

Mire, le voy a pagar los pasajes del colectivo completo y el recorrido de vuelta, si es que da vuelta su auto y me deja afuera del ServiEstado de Teatinos lo más rapido posible.

El colectivero me quedó mirando confundido.

Ya mijo, le va a salir... a ver... —Sacó una mano del manubrio para contar con los dedos—quinientos noventa... mil doscientos... hmmm...

Hacela corta poh'!, viejo." pensé.

Cuatro mil pesos.— Me sonrió a través del espejo retrovisor.

Sentí esos cuatro mil pesos como <patá' en la guata>, pero los pagué. Total, no quería llegar más tarde aún a la pega. "¿Me habrá cagado con la plata?" me dije. Daba lo mismo en realidad. Lo único que quería era empezar mi maldita semana, en mi maldito puesto, del maldito banco.

Ya iba bastante enojado a la pega. El colectivo paró frente al ServiEstado de Teatinos, eran ya casi las 11; me preparé para bajarme, tomé mi bolso... "¿Y mi bolso?"... Me di cuenta de que se me había quedado en la casa. "Por la mier... ya, está bien, no importa, da lo mismo. No queria almorzar hoy tampoco, puedo guardar mi telefono en el bolsillo, da igual, da igual."

Me relajé como pude, salí del colectivo y entré corriendo al ServiEstado. Y efectivamente, estaba lleno de gente. Apenas entré noté la mirada de odio de algunos colegas hacia mí, les hice un gesto con la mano para saludarlos y crucé la puerta para ubicarme en mi puesto de trabajo.

Y ahí estaba yo, todo el día escuchando cosas cómo "Hola, quiero hacer un retiro" "Hola, quiero hacer un depósito" "Hola, quiero esto" "Quiero esto otro" "¿Se puede hacer esto?" "Ya lo firmé" "Oiga sabe que el cajero no funciona". Se me pasaron volando las primeras horas, estaba lleno de gente y mi servicio por lo general es rápido. A mediodía el lugar ya estaba casi vacío, en ese momento me puse a pensar en la cachita que me había perdido. Lo olvidé al rato, si conmigo es cosa de chasquear los dedos y tengo a 10 hueones ofreciendome lo suyo.

*¡Felicidades! Tienes un nuevo match en Tinder*

Se pensó, y sucedió. Una notificación más entre las miles que me llegan en el día. Sorpresivamente ese día estaba tan enojado que no tenía ganas ni de tirar, pero eso no significaba que no podía vitrinear un rato, asi que me volví a ir a la ventana de encuentros. En un momento sentí que alguien me golpeaba la ventanilla del otro lado. Era un liceano, y cola, lo reconocí porque andaba con su uniforme puesto y tenía unos movimientos que hacían a mi <gaydar> sonar.

Hola, oiga, sabe que he estado acá como 10 minutos y aún no me atiende.—Me dijo en tono simpático

Ah, si, disculpe.— Dejé el telefono a un lado.  —Bienvenido a ServiEstado, ¿qué desea hacer?

— ¿Hacer? Yo deseo hacer muchas cosas, caballero.— me sonrió.—un día planeo irme de viaje en crucero, asi voy a poder moverme y dormir al mismo tiempo. Es una de mis más grandes aspiraciones.

"¿Este pendejo me quiere agarrar pa'l hueveo?" pensé.

 —Joven, si no quiere hacer nada, le voy a pedir por favor que se retire de la fila.— le dije firme.

¡Match! A Tinder story.Where stories live. Discover now