IV

462 48 23
                                    

Al día siguiente los pibes se levantaron re tarde porque era domingo. Después de que Reinaldo joda por media hora a sus amigos para que bajasen a desayunar, Sirio le tiró un zapatillazo en el medio de la jeta.

-Pero callate, haceme el favor, querido -dice el morocho con impaciencia mientras Reinaldo se agacha para juntar la zapatilla que habia impactado en su rostro lobuno.

-Era mía la zapatilla, tarado -dice Jaime, quien debido a lo sucedido había logrado despertarse.

-¿Me venís a hacer un quilombo a mí cuando las compraste en la Salada? -dice Negro irónico.

-¿Y vos qué carajo sabes dónde las compré?

-Me lo dijo tu vieja, cuando...

-¡Basta! -los corta Reinaldo que ya está re podrido de las boludeces de sus amigos- Vamos a morfar, dale, que no saben la lija que cargo.

Nadie dijo nada porque no tenían ganas de seguir discutiendo. Bajaron al Gran Comedor y se sentaron en la mesa de Gryffindor.

Sirio se puso al toque a joder a los slytherin con el winguardium leviosa haciendo levitar platos, sillas, copas y a veces hasta personas. Al final al gil de Renato se le ocurrió mirar para la mesa de los leones y ahí se dio cuenta que el malechor era nada más ni nada menos que su hermano.

-¿Qué haces, boludo? ¿Por qué no maduras y te dejas de hinchar? -grita el menor de los Negro desde la otra punta del Gran Comedor. Como en Hogwarts son todos re chusmas se callaron para escuchar el bardo.

-¿Por qué no maduras vos y ganas un clásico, bobo? -responde Sirio en referencia al partido del dia anterior. Renato se calla un instante y despues vuelve a atacar, pero esta vez con una maldicion. Sirio se agacha y el rayo de luz verde termina pegándole a la pared.

-Llegó la gorra -susurra James cuando aparece Maldonado por la puerta de entrada. Renato intenta esconder la varita pero ya es tarde, ya fue, la vieja ya lo vio.

-Dos días de castigo, Negro -le dice a Regulus- Lo mismo para vos -esta vez se dirige a Sirio, que como gran boludo que es acaba de ir hasta allá a chusmear.

-Yo no hice nada -protesta Sirio pero a Mariela le importa un bledo y lo castiga igual. Sirius vuelve con los suyos, cabeza gacha.

-Dos días de castigo con el infumable de mi hermano -anuncia mientras se sienta. Todos permanecen callados, a ninguno de los tres se le ocurre contestarle a su amigo que acaba de recibirse oficialmente de tarado. Al final siguen comiendo mientras hablan sobre el partido del día anterior.

-Y dicen que todavía hay como ocho personas en el Hospital -comenta Pedro maravillado, recordando como Alberto había bajado a mas de quince tipos en diez segundos el día anterior.

-Y sí, hermano -dice Sirio- ¿Sabés que feo que se te plante el Duque? Yo entiendo ahora por qué el cagón de Valderrama le tiene tanto miedo.

A Peter un escalofrío lo recorre tras oír las últimas palabras. En esos días, no era algo muy común escuchar por su verdadero apellido a quien-no-debe-ser-nombrado

-Bueno, yo me voy a terminar algunas tareas pendientes -anuncia Reinaldo. Pedro se para con él y luego de despedirse de los chicos se van a la sala común.

-Tengo ganas de salir un rato afuera, ¿vamos? -le dice Sirio a Cornamenta y él asiente. Salen los dos por la puerta del Gran Comedor y empiezan a caminar por los terrenos.

El pibe Negro empieza a tararear una canción de River. Jaime se muerde el labio pensando en lo enfermo que es su amigo, pero sonríe, moviendo la cabeza de un lado a otro. En eso se cruzan a dos caras conocidas y Sirio se calla de golpe, pero al toque empieza a gritar llamando la atención de media escuela.

-¡MIRA, CORNUDO, TU NOVIA LA COLORADA! -grita refiriéndose a Evangelista, que viene caminando junto a María en dirección opuesta a ellos.

El Corna se pone violeta y rojo al mismo tiempo.

-Pero haceme el favor y callate, boludo -le dice enojado al morocho.

-¿Podes dejar de joderme, por el amor de Merlín? -ahora la que está enojada es Evangelista, y le habla a Jaime.

-¿Pero qué me decís a mí? Si es este el tarado que grita boludeces todo el día -se defiende el Jaime. Sin embargo, Sirio no se molesta en contradecirlo. Sus ojos pasan a la morocha que acompaña a la platónica de su mejor amigo.

-Ya sé que estoy re bueno, pero por favor, dejá de mirarme así -le dice el pibe Negro a la chica- Me incomodas -agrega con una sonrisa.

Los ojos verdes de la chabona están clavados en los grises del flaco. Lo mira con gesto desaprovativo.

-Te miro así porque tenés un moco en la nariz -contesta ella indiferente.

El pibe Negro se lleva rápidamente una mano a la nariz, mientras los otros tres se empiezan a cagar de risa.

-¡Mira si tenés que ser boludo para que hasta la ortiva de Evangelista se ría de vos! -comenta Cornamenta entre risas mientras Sirio se pone colorado y saca la cara de su mano. María lo mira de nuevo y le dice:

-Si yo fuera vos, más que por quién me mira me preocuparía por el tarado de tu hermano, que hace magia oscura.

De repente los otros dos dejan de reírse. Sirio se sorprende levemente, pero deja entrever solo un gesto de desconfianza e incredulidad.

-¿Y vos cómo sabes lo que hace mi hermano? -le cuestiona. Ella alza los hombros y los baja.

-Porque yo lo vi -dice con simpleza y a Sirio se le llena el culo de preguntas ¿y si era verdad? -Vamos, Lili.

Y dicho esto ambas se van, así, de la nada.

-¿Vos crees que lo que dijo es verdad? -pregunta Negro a Poses mordiendose el labio.

-¿Lo del moco? -responde Corna- Era joda, boludo...

-No, no, lo del moco no, boludo -dice Sirio negando con la cabeza ante la boludez de su amigo- Hablo de lo de mi hermano yo.

-Ahhh -suelta el otro, captando- No sé- duda- Puede ser. Si tu hermano se junta con el Quejicus seguro que está mal del bocho.

Harry Potter (versión Argentina)Where stories live. Discover now