Capítulo 14. ¿Te gusta lo que ves?

21 0 0
                                    

Yaelis

He de reconocer que me resultaba gracioso ver la cara de Kindara según íbamos paseando por la nave.

—¿Te gusta lo que ves? —sonreí.

—Parece todo tan... vivo.

—Ahora que es por el día puedo llevarte a más sitios —me miró—. ¿Qué? No solo hay dos laboratorios por aquí, ¿sabes?

—Perdone, príncipe de Ergon —se burló ella—. ¿A dónde planea llevarme hoy?

—Veamos, la zona residencial ya la conoces, los laboratorios también, la musicoteca también... ¿La biblioteca? ¡Ya sé!¡La sección de estudio terrestre!

Kindara frunció las cejas.

—¿El qué de qué?

Le cogí la mano y tiré de ella en la dirección contraria en la que estábamos yendo. Entramos en una habitación grande y le solté la mano a Kindara.

—Cierra los ojos —le pedí.

Ella me hizo caso. Yo me acerqué a un panel en la pared.

—¿Qué es esto? —preguntó.

—Ahora lo verás —lo configuré para que se proyectara un bosque terrestre, al acabar me coloqué detrás de ella y la tomé por los hombros—. Ya está, ábrelos.

Kindara se tapó la boca con las manos, ahogando una exclamación, dio un paso adelante y comenzó a dar vueltas para tocar los árboles. Se podía ver su emoción a kilómetros.

—¿Te gusta? —ella ni siquiera me miró para responder.

—¿Que si me gusta, Yaelis? —vi como se enjugaba una lágrima—. Me... encanta —su voz se empezó a quebrarse y empezó a sollozar tocando el tronco de un árbol.

Caminé hacia ella y la abracé para consolarla. Ella solo se dejó abrazar y se desahogó.

—Quizá no debería habértelo enseñado... —susurré un rato después.

—No, no —dijo Kindara, convencida—. Lo necesitaba, de verdad, muchas gracias.

Se separó de mí y se limpió los ojos.

—¿Te... apetece comer algo rodeada de gente? —propuse.

—¿Tan tarde es? —dijo, mientras seguía frotando sus ojos.

—Eso parece.

Caminamos en silencio hasta la cafetería, casi vacío por la hora. Cogí una bandeja para mí y otra para Kindara.

—¿Aún sigues aquí, Tenki? —le hablé al chico.

—Ya ves. ¿Vienes acompañado? —dijo mirando a Kindara. Ella sonrió.

—¿Qué me recomiendas hoy? —pregunté, ignorando un poco su pregunta. 

—Los vrok itnef están bastante jugosos hoy —asentí—. ¿Para ambos? —Kindara también asintió—. No recuerdo haberte visto mucho por aquí.

—Oh, es que... —empezó Kindara.

—Kindara lleva enferma la mayor parte del viaje, por desgracia —expliqué, tranquilamente.

—Ah. Vaya, lo siento, Kindara —empezó a servirnos la comida—. Bonito nombre, por cierto, yo soy Tenki.

—Encantada —respondió, con una sonrisa.

Nos sentamos en una mesa y Kindara empezó a revolver su comida.

—¿Qué demonios es esto? —habló, pronunciando una palabra terrestre sin darse cuenta.

Le hice un gesto para que bajase la voz.  

—Intenta no hablar terrestre, por favor.

—Perdón, no sé insultos ergonians —se disculpó, aún revolviendo su comida.

—Normalmente usamos trixers para casi todo.

—Ya me acostumbraré.

—Por cierto —señalé a su plato—. Es carne, de ave.

—¿Esto? —señaló su plato—. ¿Esto es carne?

—Sabe mejor de lo que parece. Pruébalo —yo cogí un poco de mi plato y empecé a comer.

Cogió una cucharada y se la metió en la boca con miedo. Hizo una mueca que no logré identificar.

—Está... extraño. Nunca he probado algo así —dijo, tras tragar.

—Bienvenida —hice un gesto— a la gastronomía de Ergon.

—Oye, Yaelis —la miré, ella revolvió de nuevo su comida, mirando al plato—,  improvisas muy bien, ¿no?

Me encogí de hombros.

—Se me da bien pensar rápido, eso es todo.

—¿Se te da bien mentir? —me miró directamente a los ojos.

—Más o menos. Prefiero pensar que simplemente no cuento toda la verdad.

—¿Y sobre que sueles mentir?

—Sobre mis sentimientos, cuando estoy con mi madre sobre a dónde voy y ahora también sobre ti —le mantuve la mirada.

—¿Por qué sobre tus sentimientos?

—No me gusta hablar de ellos —aparté la mirada—. No siempre son... positivos.

—Nadie es positivo siempre, Yaelis. Sentirse mal no es malo.

—Terminemos de cenar —resoplé—, aún tenemos que hacer el turno de noche. Oye, Tenki —hablé un poco más alto mirando a mi compañero—, ¿nos podrías preparar un par de masers? Nos toca turno de noche.

—¡Oído cocina!

Kindara comió un par más de cucharadas de la comida antes de que Tenki nos trajera las bebidas.

—Muchas gracias —masculló ella cuando mi amigo le dejó la bebida delante. Me resultó gracioso ver su cara cuando tomó el líquido—. Me estoy acostumbrando al sabor —me dijo cuando se marchó el otro chico.

—Cuando lleguemos a Ergon te conseguiré algo de comida terrestre —Kindara asintió y yo me bebí el líquido de un trago—. ¿Vamos?

Me levanté. Ella me imitó aún con el vaso en la mano y se puso a mi lado. Nos separamos en nuestro camino a nuestras habitaciones. Quedé en que iría a buscar a Kindara en un par de horas, cuando sonara el toque de queda.

Al entrar en mi habitación, decidí lavarme y cambiarme. Después me tiré en mi cama a escuchar un poco de música. Presiento que va a ser una noche larga.

DesaparecidaWhere stories live. Discover now