42. The one that got away (parte 2)

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{Narra Jotaro}

Creo que fueron cerca de 20 minutos en los que estuve inmóvil en aquél sofá, solo escuchando el sonido de mi llanto, sin poder hacer nada más que pensar en lo miserable que sería mi vida de ahora en adelante.

¿Cómo se suponía que debía seguir con mi vida? han sido años de estar juntos, donde no he podido sino enamorarme más de él cada día...

Mierda, no sé que voy a hacer sin él.

(...)

No sé que fue exactamente lo que me hizo detener mi angustiante espectáculo, pero simplemente de un momento a otro dejé de llorar. Estaba cansado, triste y sin ánimos de hacer nada, pero sobre todo me había resignado.

Por más que quisiera no volvería a ver a Kakyoin nunca más, y tarde o temprano tendría que aceptarlo. Aunque me desgarrara el alma pensar en una vida sin él, ya nada se podía hacer.

Me serví algo de whisky y encendí un cigarrillo a fin de relajarme un poco, necesitaba despejar mi mente aunque fueran un par de minutos de toda la mierda que estaba viviendo. Fumar siempre conseguía relajarme bastante.

Sentí unos pasos aproximarse a mi puerta y acto seguido sonó el timbre. Una parte de mi aun quería creer que se trataba de Kakyoin, y que cuando abriera la puerta podría verlo frente a mi y podría abrazarlo otra vez.
Me acerqué a la puerta a ver de quien se trataba y tristemente no era Kakyoin, sino Caesar.

—Disculpa que haya venido nuevamente, Jotaro. Sé que me pediste estar solo pero olvidé mi teléfono en tu sofá— entendía que viniera a buscarlo, en estos tiempos es difícil sobrevivir sin tu celular.

—Está bien, solo cierra la puerta cuando te vayas— honestamente quería fumar mi cigarrillo en paz en la terraza del departamento, no quería ver a nadie, como ya lo había dicho un rato atrás.

Escuché que Caesar me agradeció por dejarlo entrar y luego se marchó. Una vez terminé de fumar mi cigarrillo entré al living dispuesto a seguir con mi tarea de distraer mi mente encendiendo la televisión. Al menos así no estaría pensando en Kakyoin todo el tiempo, supongo.

Agh, a quien quiero engañar.

Esto es una mierda, pensé.

(...)

{Narrador}
Mismo día y hora, Tokyo, Japón.

—Entonces Jotaro sigue sin contestar, ¿no?— decía Avdol a Polnareff, mientras conducía su auto camino a la casa de Jotaro y Kakyoin.

—Sigue sin responder— suspiró el francés al tiempo que se volteaba a ver a su amado —debe estar pasándolo pésimo.

—Imagina lo que debe sentirse que la persona que más amas en el mundo esté muerta... —comentó el egipcio con mucha tristeza, imaginando como sería la situación si Polnareff fuera quien hubiese fallecido —yo no se que haría si te perdiera.

Oír esas palabras hicieron sonrojar de sobremanera a Polnareff. Avdol no solía decirle esa clase de cosas tan dulces, y no porque no las sintiera, al contrario. Jamás había sentido tanto amor por una persona como lo hacía por Polnareff, simplemente le costaba dejar salir sus sentimientos de vez en cuando.

—Ya sabes lo que haremos, ¿no?— preguntó al de cabellos platinados, el cual asintió con su cabeza en el instante en que Avdol se estacionaba frente a la casa de Jotaro y Kakyoin.

Now I know what love is (JJBA)Where stories live. Discover now