6. Diarios, Libros y Competencias perdidas

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Narra Isabelle.

"Querido diario,

Hoy me había escapado del centro comercial sin decirles nada a mis hermanas y ahora mismo me siento mal por haberle mentido a Karllene y a Annabelle.

Lo que pasó fue que cuando estábamos en el centro comercial comprando ropa para la fiesta, encontré una cartelera informando que ya se estrenó el libro que tanto estaba esperando, y se encontraba en la librería que queda a dos cuadras. No pude esperar a que Gabrielle encontrara lo que buscaba, porque sabía cuánto tardaría, y para ese entonces, la librería cerraría. Por eso, me escapé cuando ninguna de mis hermanas me observaba. No quería hacerlo, pero si no lo hacía, no tendría el libro. Podría haberle pedido a Annabelle que me acompañara, pero estaba muy entretenida con su celular.

Salí del centro comercial y me dirigí a la librería de enfrente. Le pregunté a la cajera dónde podía encontrar aquel libro y me señaló la sección del fondo. Caminé hacia allá y comencé a buscar el libro, pero envés de encontrar el libro, encontré a Devan. Él me vió y se acercó a mí. Hablamos por un rato, pero luego de un tiempo comenzó a criticar a Gabrielle, porque gracias a ella quedaron en detención. En ese momento me hervía la sangre, quería gritarle y decirle de todo, aunque me contuve. Como ya no lo quise seguir escuchando, le dije que me tenía que ir. Se ofreció para acompañarme, pero no lo acepté, no quise escucharlo más, menos cuando hablan mal de mi hermana que solamente nos defendió.
Al llegar, entré en el centro comercial encontrándome con unas caras furiosas, específicamente de Karllene y Annabelle. Les dije que me fui a la librería a comprar un libro, pero no estaba.

No les comenté lo de Devan, porque se enojarían conmigo y Gabrielle lo mataría por haberla criticado. Bueno, no sé si matar, pero una broma de seguro. A la vez, son muy sobreprotectoras, aunque tengamos la misma edad y solamente nos diferencian unos minutos. Por eso les mentí y me siento terrible. Seguramente estoy exagerando un poco, pero no puedo evitar sentirme mal. Siempre lo hago al decir una mentira, a pesar de que sea un mentira piadosa, y para completar, ni siquiera sé disimular.

Sólo espero sentirme mejor mañana".

Terminé de escribir y comencé a garabatear en el borde de la hoja. Al menos me distraerá hacer aquello.

Siempre escribo en mi diario personal, aunque a veces me olvido. Bueno no, no me olvido, sino que no escribo porque no fue interesante ese día o a veces no ocurre nada nuevo.
Escribo desde pequeña; lo hago porque nadie me quiere escuchar o solamente porque me siento más segura escribiéndolo que divulgando mis pensamientos y sentimientos.

Lo de hoy fue algo extraño, ya que prácticamente Devan nunca había hablado conmigo, porque entre nosotros solamente competimos para ver quién tiene un mejor promedio escolar y, en todos estos años en el instituto, él lo conseguía.

Terminé de decorar la hoja con pequeños garabatos, y mi estómago rugió, tenía hambre y no había comido nada desde que llegamos a casa. Decidí en ir abajo y comer algo que encontrara en la nevera; no me importaba qué sería, sólo quería comer.

Me levanté del suelo, escondí mi diario atrás de mi mesita de noche y llevé unos libros de biología para estudiar mientras comía. Bajé las escaleras y me dirigí a la cocina. Al entrar me encontré con Annabelle, que miraba atentamente por la ventana.

—¿Qué haces aquí, Annabelle? —pregunté, haciéndola sobresaltar.

—Estoy esperando a Karllene, que se ha tomado un buen tiempo fuera —respondió— ¿Y tú? ¿No deberías estar durmiendo?

El Club de las AndersonWhere stories live. Discover now