12. Recuerda

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Narra Annabelle.

Flashback repentino:

Martin y yo habíamos salido de la sala de estar por lados opuestos y posteriormente, de la mansión, ya que a la botella se le dió en apuntarme a mí. ¡Maldita sea! ¿Por qué? ¡¿Por qué esa estúpida botella tuvo que apuntarme a mí?! Lo peor es que sí me gustó besarlo pero, ¡Maldición! ¡Ni siquiera puedo explicármelo! Creo que estoy tratando de convencerme de que somos mejores amigos y no estamos destinados a estar juntos.

Pero lo que no me explico es, ¿Por qué carajos yo SÍ LE CORRESPONDÍ? Pero si es que no sólo le correspondí, NI SIQUIERA LO DUDÉ, fue como un impulso. ¡Todos nos vieron! De seguro ya estarían pensando el nombre de nuestro shippeo, ¡Agh! ¡¿Por qué tengo que meterme en situaciones cómo esta?!

<<Ya, ¿Sí? Puede que no sea tan malo...>>  —Ah no, sé a dónde quieres llegar estúpida conciencia— <<...Lo conoces desde hace ya varios años, se tienen confianza>>  —¡Que ni se te ocurra!— <<¿Qué más quieres pedir de un chico?>>

—Oye, no seas así, eres mi maldito cerebro, eso quiere decir que incluso yo estoy en mi contra, y eso es imposible. Pero también quiere decir que es probable que me esté volviendo loca. —dije hablando para mí misma. Claramente, estaba quedándome loca.

Estaba un poco mareada. Puede que haya estado todo el tiempo bajo observación y a cargo de Gabrielle, pero eso no me impidió tomarme unas cuantas latas de cerveza. Y estaban muy buenas por cierto, tal parece que la niña pelirroja de cuarto año sabe hasta cuánto enfriar una cerveza para que esté perfecta.

Volviendo al tema. Mejor me dejo de dar vueltas a este asunto, ¿Qué más da? Voy a darle una oportunidad, después de todo, "¿qué mejor que ser novios y mejores amigos?" como dicen por ahí.

Está bien, está bien. Ya decidida sólo me falta encontrarlo, así que giré sobre mí misma dirigiéndome a la entrada de la casa, cuando de repente...

—¡Ann, Ann, Ann! —grita alguien a mi lado— ¿A que no sabes a qué acaban de desafiar a Gabrielle? —era Melody, tratando de comunicarme qué es de la noche de mi hermana—. Debe tomar dos de los tragos más fuertes y permanecer una hora en un colchón en el techo, ¡con Matthew Wilson! —me informaba con un tono demasiado chismoso.

—Espera, espera y espera —la detuve—. No sé si lo habrás notado pero estoy un poco borracha. Por lo tanto te pediré que no me cuentes nada, no me confundas más. —le imploré. Olvidé mencionarlo, pero es que apenas había podido reconocerla, y fue por su voz, porque si tuviera que reconocer su rostro estaría frita. Así como estoy, mi vista está más borrosa que la de Isabelle sin lentes.

Ella soltó una carcajada y se fue, dejándome ahí parada como "¿vienes aquí a darme vueltas la cabeza y te vas así como así?".

Le resté importancia a la situación de Gabrielle y seguí caminando. Desde mí punto de vista fue una pista de obstáculos el camino a la entrada, estaba lleno de adolescentes enrollados. Parecía un prostíbulo al aire libre. Incluso había una pareja —o supongo que eran una— que ya estaba acostada sobre el pasto y entre besos. Si yo fuera la dueña de la casa les hubiera ofrecido una habitación porque pareciera que tenían muchas ganas de algo.

¡Debo dejar de distraerme! Casi me tropiezo con otro borracho tirado en el piso. Caminé un poco más y llegué al otro lado de la mansión en menos de lo que esperaba. Anduve merodeando por ahí unos cinco minutos y al no encontrar rastro alguno de Martin, me dirigí a las afueras del territorio privado, con intención de buscarlo en los alrededores de la entrada.

El Club de las AndersonWhere stories live. Discover now