INESPERADO

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Noche, mi casa en las afueras de la ciudad cercano a un bosque. Llegando a mi hogar desde la escuela. El turno vespertino te prohibía existir en los atardeceres del día, pero viendo el lado positivo, no tenías estrés alguno en las mañanas. En ese tiempo, mi madre me recomendaba hacer ejercicio o practicar un deporte; aunque siempre lo veía con pereza e innecesario, porque soy de metabolismo acelerado, muy delgado, algo pálido, de ojos azules y de cabello castaño que a veces las personas lo ven lacio cuando en realidad es ondulado. Se supone que odio la arrogancia, pero me molesta el sol; no seré un vampiro, pero siento como mi piel pálida se maltrata al tocar los rayos del día, y como el calor trata de derretirme como si fuera hielo. Sí, soy de esas personas que ama el frío, también los días lluviosos. Al igual, me agrada más lo nocturno... de cualquier tipo, incluso en el mejor momento para llegar a casa.

Con mis llaves, abrí el portón para adentrarme a mi casa, caminando en el pasillo que evitaba el contacto con el césped. Abrí la puerta con rutina, al entrar a la sala encontré a mi hermana mayor, Nicole, entre sentada y acostada en todo el sofá escuchando música con sus audífonos. Me acerqué a ella para asustarla...

—Buenas noches —comenté después de quitarle un audífono.

— ¡Misael! No estés jodiendo —advirtió Nicole, mirándome con sus ojos azules idénticos a los míos, y bailando su cabello rubio oscuro.

—Perdón, necesitaba fastidiarte.

—Pues no lo hagas, maldito friki.

—Chicos. Les he dicho que no se peguen —apareció mamá con su linda piel morena clara, ojos marrones que demostraban alivio y con su aroma a galletas.

—Pos el friki de tu hijo.

— ¿Hiciste galletas? —pregunté.

— ¡Ay Misael! ¿No tienes otra cosa qué decir?

—Sí, que tengo hambre.

— ¡Misael! —me nombró mamá con su sentido de molestia.

—No te enojes, sabes que es broma.

Mamá perdió la mirada, tratando de evitarme o contando mis ocurrencias. Solamente la abracé con cariño para que olvidara su molestia. Sin nada que hacer; subí las escaleras, entré a mi recámara oscura, encendí mi lámpara que no iluminaba en totalidad mi habitación; me agradaba así, no necesitaba mucha luz. Mi cuarto ordenado, limpio, pero invadido de poster de animes, títulos de videojuegos, música rock y electrónica. Además de los posters; en mi escritorio, aparte de la computadora, era acompañado por algunas figuras frikis, una de ellas, un cubo rubik.

De mi célular, reproduje música electrónica, música que utilizan los gameplays de Youtube. Tomé mi cubo rubik para jugar un buen rato hasta ser las once de la noche, acostado en mi cama de una manera perezosa. Alguien tocaba la puerta, como si quisieran saber mi estado de ánimo.

— ¿Se puede? —preguntó una voz femenina.

—Depende de quién seas —contesté y abrieron la puerta. Era mamá sosteniendo un periódico cuyo encabezado decía "Se cumple un año del atentado en Aguascalientes" lo cual al leerlo sin querer, no le dí importancia a la noticia. Mamá se sentó en una esquina de mi cama, dejando el periódico en un lado — ¿Qué pasó viejita?

— ¡Misael! ¿Cuántas veces te he dicho que no me digas así? Además, estoy madurando y no envejeciendo.

—Me da igual, aunque tengas cien años, aún así serás hermosa para siempre.

—Misael... deja la ternura —exigía mamá y permitía escapar una carcajada —. Hijo, me pregunto qué es lo que tienes... siempre estas atrapado en estas paredes, siempre serio y callado... excepto cuando estás conmigo. ¿Por qué no sociabilizas?

—Mamá... solamente tengo un amigo. Y la amistad se cuenta con los dedos. He deseado ser popular pero es una tontería; si ser raro y especial es mal visto en la sociedad que la única opción es ser un fantasma, ¿Imagínate vender tu dignidad para ser el centro de atención en una temporada y que alguien más te empuje al Infierno y ocupe tu lugar? Para ese momento solamente serás escoria del pasado y todo lo que tienes desaparecerá de tus manos sin remedio alguno.

No entendía mi argumento, solamente quería explicar la razón de mi personalidad. Pero mis palabras petrificaron a mamá, incluso le cortaron sus cuerdas vocales.

—Pero... ¿De dónde sacaste... esa idea?

—No lo sé... me siento desconcertado. Nunca he dicho nada por el estilo... hasta ahora.

—En fin. Quería decirte que la cena esta lista pero nos desviamos del tema — dijo mamá, y sin pedirlo, su amorosa mirada me acariciaba el alma—. Misael. La vida es muy rápido y estás perdiendo tiempo. El tiempo es oro y es algo que no se recupera. Disfruta la vida ahora, que nada es para siempre.

Tal consejo era algo repetitivo, pero era mucho tiempo sin que nadie me lo recordara. Pensé, tratando de reflexionar las valoradas palabras de mamá. En lo que pensaba, mamá me ordenó que saliera de mi cuarto para cenar, pausé la música y la obedecí.

Después de una hora, volví a mi recámara a desvelarme con mi cubo rubik, pero primero debía ver las notificaciones de mi teléfono. Inicié sesión en mi cuenta de Facebook, al mismo tiempo un rayo iluminó la oscuridad, empezaba a llover. Dejé un momento el teléfono para acercarme a la ventana y admirar la lluvia, el fenómeno natural que tanto me agrada y tranquiliza mi espacio. Mi celular sonaba, interrumpiendo mi concentración.

Revisé que sucedía, era sólo una notificación, una promoción telefónica. Aprovechando el momento en que utilizaba mi celular, supervisaba la cuenta abierta que no tenía nada interesante más que vídeos e imágenes graciosas. Pero en sugerencias; una cuenta me llamó la atención, era de una chica única, que con tan sólo verla rompe las rutinas. El nombre de usuario era Kristen Andy. Su foto de perfil era demasiado excelente; pálida, mejillas de inocencia, un gorro que protegía su largo y lacio cabello negro que le quedaba a su imagen, una mirada tierna que sentías que te observaba, sentías que era suyo y siempre estaría a su lado.

Me adentré para ver su cuenta; su foto de portada era de un paisaje templado que en medio dibujaba una frase: "Desde que te conocí, supe que eras mío". Me entrometía en sus publicaciones, admiraba sus fotos e imágenes que al parecer tenía los mismos gustos como yo, la mayoría de las fotos era de sus amigas o compañeras de escuela y otras fotos de unos cuantos chicos más atractivos que yo. De todo lo que vi, que a la vez me decepcionaba, era de su gran cantidad de amigos; 3795 amigos, con ese número significaba que era popular, pensando que nunca tendría contacto conmigo. Por un momento pensé en no enviarle la solicitud. Indeciso, con los segundos acumulados, me arriesgué, mandé la solicitud de amistad. Sin nada que hacer, cerré sesión, miraba la oscuridad y pensando en esa chica, que su tierna mirada me hacía diferente, decidido de hacer las cosas. El sonido de la lluvia me paralizaba, los párpados me pesaban, el sueño me ganaba, dejé llevarme por el cansancio, pues tenía esperanzas de soñar con la chica, con Kristen. 

Desconocida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora