EPÍLOGO

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El estruendo en sus oídos no lo dejaba en paz.

Lo quito de ahí cansado de él.

Se sentó sobre el pequeño banco acoginado y estiro su espalda.

Vio el reloj al fin y se dio cuenta de lo tarde que era. Con razón la porquería de alarma no dejaba de martillear sus tímpanos.

Dejó todo pulcramente acomodado sobre la cama y se metió a la ducha.
El sudor de su trote matutino debía irse ya que era hora de ir al trabajo.

Le tomó veinte minutos estar listo y subiendo a su carro.
Estaciono en el lugar de todos los días laborales, tres puestos a la derecha de la entrada al edificio. Solo habían cinco plantas y sus oficinas estaban en el cuarto piso.

Saludo a los acostumbrados merodeadores matutinos y se encamino al ascensor.

Presionó el número 4 y subió.
El interior del ascensor estaba cubierto por espejos que le regresaban la imagen de un hombre de estatura media, piel algo bronceada, pelo castaño y ojos verdes con mirada inquieta. Se acomodó la corbata azul oscuro que eligió para ese día y estiró las arrugas invisibles de su traje color plomo.

Las puertas se abrieron y ahí estaban ya, esperándolo.
Bruck sonrió de inmediato y se disculpo a la vez por su demora.

-Buenos días- saludo de inmediato a la mujer, era agradable volver a verla, una sorpresa.
-Espero que no lleven mucho aguardando - agregó mirando al hombre tendiendole la mano que de inmediato fue estrechada.

-No te preocupes abogado, llegamos temprano con el temor de que tú llegases antes.

-Dime Aiden-lo corrigió sonriendo - No es como si no me conociera Dennis.

Dennis sonrió y le dio una palmada en la espalda.

-Veo que va bien el despacho, lo sabía, pero es agradable verlo en persona.

-No puedo quejarme.

La mujer, que no era otra que la que una vez fue su asistente, sonrío dando así al traste con su característico ceño amargo.

-Cuando el señor Miller me dijo a quien buscaba para asociarse, quise venir. Sé que no es profesional, pero tenía que verlo señor Bruck. Además que el señor Miller es mas duro que usted y no había una sola asistente que pudiera seguirle el paso.

Bruck sonrió e invitó a ambos a pasar a su oficina para así empezar la reunión que tenían programada.
Su asistente estaba terminando de ordenar lo necesario para la reunión cuando ambos abogados y Julia entraron.

-Buenos Días Diane.-saludo cortés Bruck.

-Buenos Días Señor Bruck.- sonrió e indicó a los presentes su lugar.

Los abogados frente a frente, separados por un escritorio caoba, ancho y ordenado. Ambas asistentes a la derecha de sus jefes respectivamente.

La mañana pasó entre debates y charlas de negocios cada una. Se metieron a los temas de ganancias, nombres, expansiones; a proyectos futuros, casos difíciles y clientes caóticos, sin dar nombres, solo quejas.

La tarde estaba tocando al fin la puerta de los ahí reunidos y los por menores en su mayoría estaban zanjados.

Julia y Diane salieron para imprimir los documentos que ambos debían firmar y encontrándose solos Dennis hablo:

-Tenías razón.

Bruck levantó una ceja sin entender.

-Suelo tenerla, ahora explicaté sobre qué.

DÉJAME IRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora