De repente

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-Quiero que seas tú quien elija su nombre - Me dijo Katniss una tarde, dando un paseo hacia la clínica del distrito, cuando su embarazo empezaba a estar avanzado.
-¿Yo? ¿No deberíamos hacerlo los dos?
-Me hace ilusión que lo elijas tú. Al fin y al cabo, has estado años insistiendo en que esta niña naciera. Me gustaría decirle, cuando crezca, que su nombre se lo puso su padre. Mi padre me puso el mío a mí también.
Katniss y yo habíamos estado pensando en el nombre de la cría desde el momento en que supimos su sexo. Pero no nos poníamos de acuerdo.
-Creo que está claro que debe llamarse Primrose. O en todo caso, Rue - Dije yo, mientras continuábamos con el libro sentados en el sofá después de cenar aquella noche.
-¿Prim? ¿Rue? No me gusta la idea de que nuestra hija tenga un nombre que recuerde a lo que pasó. ¿No te parece que sería como convertirla en una imagen del pasado? ¿Para mirarla y recordar?
Yo pensé. Katniss llevaba razón.
-Es cierto. Tienes razón. En ese caso deberíamos descartar el nombre de cualquier mujer relacionada con la guerra. Por ejemplo, el de tu madre, Anne.
-¿También el de la tuya?
-Ni me planteo llamar a mi hija como ella. Quería a mi madre, pero aparte de que Laura no me gusta, no guardo buenos recuerdos de ella. Y murió en el bombardeo...
-Ya, está bien, ni Anne ni Laura. Ni Primrose ni Rue. ¿Por qué no pensamos simplemente en nombres que nos gusten a cada uno?
-Vale. ¿Cuáles te gustan a ti?
-No lo sé. Empieza tú.
-Um... Quizá algún nombre de flor. Hay tantas en el distrito... ¿Qué tal Violeta?
Katniss frunció los labios.
-No sé... No termina de convencerme. Violeta Mellark... Pega, pero... No sé.
-Pues descartado. Tiene que gustarnos a los dos. ¿Qué te parece Olivia?
-Es lindo. ¿Y Nora? ¿Y Marie?
-Me gustan.
-Me siento cansada. Creo que dejaré el libro por ahora y me iré a dormir. Voy a la cama, Peeta, amor. Hablaremos mañana de esto si quieres.
-Vale. No hay por qué decidirlo ahora. Quedan meses.
Así que así fuimos pensando y pensando sin llegar a ninguna conclusión. Pensamos en pedir opinión a nuestros amigos, pero Haymitch sugirió llamarla Katniss para no complicarnos, y las propuestas de Effie eran tan recargadas como sus antiguos peinados y trajes. Annie dijo que si ella hubiera tenido una niña le habría puesto Mags, Johanna estuvo de acuerdo con ella, y Gale y su novia nos aconsejaron que esperáramos a que naciera. Así que, totalmente faltos de ideas, llegamos al día de la consulta médica.
-Está bien - Acepté, dándole un beso en la cabeza - Pensaré en ello. No se me ocurre ahora mismo un nombre perfecto para ella…
-Ya se te ocurrirá. Tienes mucha imaginación.
Le sonreí. Ese día le tocaba revisión y eso significaba nueva ecografía, momento esperado por mí desde que vi la primera, que por cierto teníamos pegada en el libro de recuerdos. Yo había dejado un hueco debajo de ella, para escribir su nombre cuando lo supiéramos.
Entramos y nos acercamos al mostrador.
-¿En qué puedo ayudarles? - Dijo el enfermero.
-Teníamos cita con el doctor Aurelius - Dijo Katniss, con la mano en su ya mínimamente abultado vientre -. Katniss Everdeen.
El enfermero nos miró soprendido. Evidentemente, nos conocía.
-Sí, tenían cita para las siete y media. Pasen a la sala de espera.
-Gracias.
-¿Por qué nos atiende el doctor Aurelius? Pensaba que cuando el embarazo avanzara lo haría un ginecólogo profesional. Él es médico de cabecera - Dije, mientras nos sentábamos en unas sillas.
-Hay escasez de médicos, Peeta. Apenas unos pocos por distrito. Por desgracia y por culpa de la guerra, cada médico ha tenido que dejar de dedicarse a su especialidad y estar dispuesto a dedicarse a todas. Para que llevara mi embarazo otro médico en las mismas condiciones, prefería que lo hiciera el doctor Aurelius.
-¿Por qué no lo hace tu madre? - Me miró desconcertada - Ella ha asistido montones de partos y ha cuidado de muchísimas embarazadas, ¿no?
-Peeta, no sé dónde está mi madre.
-Ya, pero podríamos averiguarlo.
-No digas tonterías. Además, sigo estando muy dolida con ella.
-Pero es su nieta…
-Mira, todo Panem sabe ya que vamos a tener una hija. Estoy segura de que mi madre también lo sabe, así que si no ha venido o no se ha puesto en contacto con nosotros a pesar de eso, no se merece nada por nuestra parte.
Lo que Katniss no sabía era lo que había pasado solo una semana antes de aquella conversación.
El viernes anterior yo estaba solo en casa. Johanna había venido de visita con Annie, y estaba con Katniss en casa de Haymitch y Effie, viendo a Simone y tomando algo mientras se ponían al día de todo. Yo tenía que hacer unas tartas para la panadería y me quedé preparando las recetas en casa. Fue entonces cuando sonó el teléfono. Salí de la cocina, atravesé el pasillo y entré en el salón. Descolgué.
-¿Diga?
-Pee… ¿Peeta? ¿Eres tú?
Miré el auricular con extrañeza.
-Sí, soy yo. ¿Quién es?
-Peeta… Qué alegría hablar contigo. Soy Anne…
Casi se me cae el teléfono al suelo. Debí haber distinguido su voz desde el principio, pero hacía tanto que no la oía…
-¿Anne? ¿De verdad eres tú? ¿Pero dónde estás? ¿Cómo estás? ¿Pero qué….?
-No me cuelgues, Peeta, por favor…
-¿Colgarte? ¿Por qué?
-Porque me fui y dejé sola a mi hija. Lo sabes perfectamente. No merezco que me dirijas la palabra.
Yo no ganaba para sustos.
-Pero Anne… ¿Pero por qué lo hiciste? ¿Pero por qué te fuiste así? ¿Por qué no has llamado en todo este tiempo?
-No podía estar allí más tiempo. No lo soportaba. Todo me recordaba a mi marido y a Prim. Katniss tampoco levantaba cabeza y yo no soportaba verla así. No podía ayudarla.
-No quiero reprocharte nada… No soy nadie para hacerlo.
-Peeta, eres tan bueno, tan noble… Sé que has cuidado tan bien de ella… Que la has hecho tan feliz.
Tragué saliva. Estaba nervioso.
-Anne, tú sabes… ¿Lo de la boda?
-Lo sé. Y hubiera dado todo estar allí, pero no me atreví. No sabía cómo presentarme delante de Katniss después de tanto tiempo. Y también sé lo del niño. Vais a tener un niño. Es increíble, Peeta.
-Es una niña, Anne - Dije con una risa.
-¿Una niña? ¿Mi nieta? Dios mío… Me enteré hace muy poco del embarazo de Katniss. Esa criatura lleva mi sangre. Es mi familia, igual que vosotros. Estoy tan sola… Cuando me enteré supe que debía dejar de ser tan cobarde y que no estaba dispuesta a no ver crecer a mi nieto. Bueno, a mi nieta. Ayúdame, Peeta. Por favor. Quiero volver, no quiero estar lejos de vosotros y de mi nieta ni un segundo más. ¿Cómo está mi hija? ¿Está bien Katniss? ¿Está llevando bien el embarazo? ¿Te aseguras de que coma bien? Siempre ha comido tan poco... ¿Cómo se siente? ¿Tiene miedo por la niña? ¿Le asusta el parto? ¿Cómo se encuentra? Tienes que asegurarte de que come mucho y de que no tiene sobresaltos. Tienes que cuidar de ella, ahora más que nunca. Ella es inconsciente de muchas cosas...
-Son muchas preguntas - Me reí -. No te preocupes, Katniss está perfectamente sana y la niña también. La semana que viene le toca revisión. Me aseguro de que coma adecuadamente y de que descanse lo suficiente. Sabes que le es prácticamente imposible estarse quieta. No te preocupes, Anne, todo va bien. Katniss está más que preparada para tener a esta niña, y la tendrá, y será perfecta. No hay problema.
-Si tú no estuvieras allí... Si no hubieras estado cuando me fui... Quién sabe lo que habría sido de mi pobre hija. Le devolviste las ganas de vivir. Es mi sangre, Peeta.
-Anne, tú lo has dicho... Es tu sangre. No seré yo quien te impida ver a la niña cuando nazca, ni estar cerca de Katniss mientras tanto. Por favor. Eso sería lo último que yo haría.
-¿Entonces me ayudarás a recuperar a Katniss?
-Pues claro que sí, Anne. Claro que lo haré.

Y en esto estaba yo pensando cuando el doctor Aurelius nos hizo pasar a la consulta.
-Katniss, cada día se te ve más panza, eh - Bromeó, indicando que nos sentáramos.
-Sí, estoy empezando a tener problemas para no estar cansada…
-Tranquila, eso es normal. Peeta, ¿cuidas de ella?
-Todo el tiempo. De las dos.
-Muy bien. Katniss, ¿has tenido algún síntoma anormal? ¿Sangrado, por ejemplo?
-No. Al principio sangraba un poco y lo confundí con el periodo, pero aparte de eso nada más. Tengo menos mareos y náuseas que al principio, y el pecho ya no me molesta tanto.
-Eso es muy buena indicación. ¿Notas ya a la niña?
-No. ¿Cuándo empezaré a notarla?
-En pocas semanas. Estás de cuatro meses, así que no se va a demorar mucho. Esta señorita tiene ya bracitos y piernas, y ahora mismo lo vamos a ver.
Pasamos a la sala del ecógrafo. Katniss se tumbó en la camilla y el doctor Aurelius le aplicó en la tripa el gel que permitía ver las imágenes en la pantalla de la máquina. Rápidamente una imagen de tonos sepia apareció ante nuestros ojos.
-Antiguamente las ecografías era muy difíciles de ver. Desde que son en tres dimensiones todo es mucho más fácil.
Y ahí estaba. Una naricita, una boquita, unas manitas preciosas encima de la cara. Mi hija.
-Mirad - Nos señaló la pantalla -, esto de aquí es un pie.
Efectivamente, un minúsculo y perfecto pie con sus cinco pequeños y regordetes dedos. Nada me había parecido más bonito antes. Katniss no decía nada, pero miraba a la niña con el mismo amor que yo. Estaba anonadada.
-¿Y todo eso es lo que está dentro de mí? - Preguntó de pronto, como si no lo supiera.
-Claro, Katniss. Ahora bien, tiene un tamaño un poco más pequeño de lo normal para su tiempo de gestación.
-¿Y eso significa algo malo? - Preguntamos los dos a la vez.
-No, nada que no se pueda solucionar aplicándote una dieta hipercalórica con la que ganes unos cuantos kilos más, Katniss. La desnutrición en tu infancia y adolescencia es lo que ha provocado este pequeño contratiempo. Estás muy delgada, tienes que ganar al menos cinco o seis kilos de peso.
-Bueno, eso no es ningún problema entonces.
-No. Te recetaré la dieta y también hierro, calcio y vitaminas. Tienes que estar fuerte para que tu niña se ponga grande y nazca sana, y también para afrontar el parto.
Katniss me miró preocupada y después miró al doctor.
-Aún… ¿No sabemos si tendré un parto natural o por cesárea?
-Visto lo visto, y aunque es pronto para hablar de eso, según tu peso y el que vas a ganar, y que no está habiendo complicaciones, si a los siete meses la niña está colocada correctamente, será garantía casi total de que a los nueve darás a luz de forma natural.
-Eso me alivia. Significa que no hay problemas.
-Willow.
El médico y Katniss me miraron cuando dije eso.
-¿Qué?
Después de estar todo aquel rato mirando a mi niña por el monitor del ecógrafo, de repente lo tuve claro. Mi hija se llamaba Willow. Willow Mellark Everdeen.

PrimulasWhere stories live. Discover now