VIII

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Cuando tenía quince años un chico se interesó en mí. Comenzó a mensajearme y yo odiaba aquello. Un día mi educación se agotó y le di una patada en los, bueno, el lugar es lo de menos. Me gritó "Te vas a quedar sola, maldita" a lo que respondí "me vale, hijueputa". Ahora sí, gracias por ponerme atención, a pesar de que acabo de quitarles unos minutos de su vida con la anécdota más idiota del mundo. Disfruten.


A la mañana siguiente le marqué a Caroline para preguntar sobre su improvisado viaje.

-Sí, cariño, escucha, fue idea de mi esposo, por nuestro aniversario, aunque Amy tuvo bastante que ver.

Que novedad, pensé.

-Oh, bueno, está bien, ¿necesitas algo? ¿puedo ayudarte en algo?- ofrecí.

-Sí, escucha, necesito que vayas a casa y pidas la llave de la librería, no sé cuánto me demore y no me gustaría perder tanto tiempo. También hay que organizar la recepción de Nery y Tyler, recuerda que sus libros salen a la venta en unas semanas.

-Tranquila, yo me hago cargo de todo, confía en mí- le dije y colgué.

Me puse el único vestido de vestir que tengo, de color vino y me calcé las zapatillas negras de siempre. Salí de la casa y caminé para tomar un taxi.

Cuando llegué a casa de Caroline toqué el timbre, pero nadie abrió. Esperé y volví a tocar, pero nuevamente nadie abrió. Alterada como estaba decidí abrir la puerta yo misma, pero me arrepentí enseguida. Del otro lado estaba Dallas a medio vestir y Amy que le gritaba demasiado fuerte.

-Eh, ¿hola?- dije. Ambos me vieron, asombrados- lo siento, toqué, pero nadie abrió, yo sólo venía por la llave de la librería.

-Ah, sí, claro- dijo Dallas- entró a una habitación y me dio la llave- ¿vas para allá?- preguntó.

-Sí, su madre- cerré los ojos- tu madre me pidió varias cosas, así que tengo que ir a trabajar- contesté.

-¿Me llevas contigo?- pidió Amy.

-Me encantaría, pero creo que tú hermano es él que decide eso- dije, viéndolo a los ojos.

-Bueno, si va ella, también voy yo- dijo aquel. Sonreí.

-Bueno, pero iremos caminando- agregué.

-De acuerdo- dijo sin más, esperamos a que se alistara y salimos de ahí. Cruzamos un parque, pero algo llamó mi atención. En una orilla había un señor vendiendo revistas y periódicos, me acerqué, con Amy de la mano. Cubrí mi boca, con lágrimas amenazando con salir.

-Ma-ta-a-su-es-po-sa- intentó leer Amy. Yo todavía no podía creerlo. Y es que reconocería esos rostros en cualquier lugar del mundo.

-Dios- pronunció Dallas. Di la vuelta y caminé más rápido- ¡Carlee, espera!- gritó.

No podía pensar, solo había un constante zumbido en mi cabeza, parecía que el suelo se movía. De pronto pasaron frente a mí doce años de mi vida. Doce años de humillación, golpes y abusos. Me detuve en seco. Volví al puesto de periódicos y compré uno. Leí la nota completa, desde el encabezado hasta la última palabra. Vi la fotografía, una y otra vez.

El día de ayer se descubrió el cuerpo de una mujer en una casa cerca del lago Blankey. El forense confirmó que había estado ingiriendo sustancias tóxicas durante un largo tiempo, sin embargo, no fue eso la causa de muerte. Fue asfixiada y después colgada de un árbol, para fingir un suicidio.

La desaparición de Saraphine había causado gran revuelo, se reportó como desaparecida hace exactamente dos semanas y hasta ayer no se había tenido ningún resultado en su búsqueda. Una llamada anónima avisó a la policía local de lo que se encontraba en la casa más antigua de Nashville. Se encontró como culpable a su esposo, el señor Tyler Borgens, al que se le diagnosticó la enfermedad de "transtornos de la personalidad" en nivel avanzado. Por este motivo, no se le dará una condena en la cárcel, sino que tendrá que permanecer en el hospital psiquiátrico de Nueva York, bajo medicamentos y vigilancia absoluta.

Continué leyendo el artículo.

Esto era una pesadilla.

La mujer de la que se hablaba en esa nota, era mi madre. Y el asesino, mi padre.

Confesiones RosadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora