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Paso tres días duchándome a las nueve de la noche en completo silencio, excepto por el agua y por mi radio, claro. Él no ha entrado a su baño en tres días y no sé si es por lo de la última vez. Al cuarto día estoy en el baño a las ocho y cincuenta y cinco, y me doy cuenta de que poco a poco la costumbre se me ha ido pegando.

—Buenas noches.

Se oye mientras me estoy desnudando y mis bragas se resbalan por mis piernas ellas solas, ya que acabo de quedarme quieta.

—Anda, cuánto tiempo —suelto.

Una risa breve se oye y luego el sonido de una cortina. ¿Acaso ha puesto cortinas?

—No sabía si te habías mudado o si era cuestión de gustos no ducharte durante tres días seguidos —bromeo, ¿por qué? Ni idea.

—¿Has estado duchándote estos tres días a las nueve de la noche? —pregunta.

Me froto el brazo izquierdo y luego me rasco la nuca, nerviosilla, podría decirse.

—Sí. Aunque parece que tú no, hasta aquí me llega la peste.

Se vuelve a reír.

—Me he duchado, tranquila, pero no aquí.

Me quito el sujetador y lo dejo caer mientras avanzo hacia la ducha.

—¿Estuviste fuera? —me quedo callada. Acabo de caer en la cuenta de las confianzas que me estoy tomando y chasqueo la lengua—. Lo siento, no tienes por qué responderme.

—No, es agradable que no estés gruñona por una vez y quieras charlar.—Su grifo se abre y no me deja replicar—. Sí, estuve fuera de casa —me dice cuando apaga el chorro de agua.

Abro el mío y muevo el cuello para todos lados mientras el agua me cae encima. Cierro el grifo y cojo el champú.

—Ah, vale —dejo caer, no sé qué más decir. No voy a preguntarle adónde fue, eso sería demasiado.

—¿Otra vez gruñona?

—Yo no soy gruñona.

Nos quedamos callados mientras me enjabono, y supongo que él hace lo mismo. Me froto los hombros y entonces caigo en algo.

—Nunca me has dicho tu nombre —le digo.

Se oye un silencio absoluto y entonces pienso que ya se ha ido, así que abro el grifo y tardo lo mío enjuagándome. Cuando lo vuelvo a cerrar, oigo que algo se cae en su baño.

—Me llamo... Esto..., perdona, me están llamando —dice.

Después solo oigo un movimiento rápido que arrastra las cortinas y pasos alejándose. Respiro profundamente y saco el brazo para alcanzar la toalla.

—Qué bonito nombre; qué raro que no aparezca en Juego de tronos.



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Si las leéis, nos veremos por allí entonces ;) ¡Ojalá os gusten!

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¡Muchísimas gracias desde lo más profundo de mi corazón por todo vuestro apoyo! ¡Un besote!

All the love

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Lady 

El chico de la ventana del baño - DISPONIBLE EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora