10

758 75 5
                                    


Desconocía cuantas horas había dormido desde que llegó a su casa. Se sentía desorientado y hambriento, obligándolo a dejar la cama para bajar por algo de comer. La planta baja se encontraba en total silencio, señal de que Henriette y Olivia aún no terminaban su jornada laboral. Tendría que esperar hasta la hora de la cena para comer como acostumbraba, ya que no sabía cocinar.

Malhumorado por su situación se aventuró a la cocina buscando algo que no requiriera ser preparado de ninguna manera para consumirse. Una manzana apaciguó su hambre. Le dio una mordida y recordó los sucesos de la mañana.

La turista inconsciente que estuvo a punto de ser violada. Por dios, que mujer tan terca. Seguía sin entender que hacía en los callejones, su explicación no cuadraba con la realidad ni mucho menos era coherente. No para él.

Por otro lado no le pasó desapercibida su belleza. Su rostro fino y ojos color ébano eran difíciles de no recordar, al igual que las porciones de piel que logro ver al estar descubierta. Estaba seguro que su imagen lo seguiría por mucho tiempo. Se preguntaba si existía la posibilidad de cruzársela, al menos el verla por segunda ocasión y saber cómo se llamaba, ya que con la intensidad de su primer encuentro no se le ocurrió preguntar por su nombre. Si iba a evocar su imagen lo justo era saber quién era.

Gilbert tuvo un momento revelador. Tomó conciencia de lo que estaba pensando y maldijo para sus adentros, ya que hacía lo mismo que tanto le criticaba a sus hermanas: tontear, idealizando personas que no debían estar a su alcance. No toleraba mucho sus momentos de doble moral y se sintió en parte aliviado que alguna de las dos no estuviera presente ya que de lo contrario no podría mirarlas a la cara.

¿Cómo podía exigirles que se enfocaran en la misión y dejaran de pensar en amoríos cuando él pensaba en una mujer anónima que apenas vio por pocos minutos?

Terminó con la manzana y depositó las semillas en una maceta cercana. Lo mejor a su pensar era regresar a la cama y seguir durmiendo, con la esperanza de que el sueño le ayudaría a ordenar mejor sus ideas cuando volviera a despertar.

Volker y Sophia cenaban en el más profundo silencio

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Volker y Sophia cenaban en el más profundo silencio. Raro en ambos, ya que siempre tenían temas para charlar. El teniente coronel recordó la conversación que había mantenido con el capitán Sonnenschein, ya que fuera del tema de faldas este indirectamente contribuyó a ampliar su línea de investigación que echaría a andar la noche la de la fiesta, algunos de sus sospechosos eran invitados.

La socialité italiana pensaba si contarle a Volker el incidente en el callejón o quedarse callada. Aunque su coartada era bastante sólida, ya que trabajó en ella buena parte del día una vez que llegó a la residencia. Por si las dudas se dejó el cabello suelto a fin de tratar de ocultar un poco la huella del bofetón en su mejilla. El maquillaje había ayudado pero no lo suficiente para ocultar la evidencia.

Encrucijada en tiempos de guerraWhere stories live. Discover now