Trono Celestial: Lazos de fuego y sangre

Prólogo: Ecos de la Traición

En el corazón oculto del reino de Eldoria, donde los susurros del viento y las sombras entrelazadas esconden secretos antiguos, la familia Nightharrow conspiraba bajo la influencia de Zarthroth. Este demonio, un ser de promesas infernales y deseos corroídos por el poder, no solo dominaba sus almas con promesas de grandeza, sino que también los guiaba en un peligroso juego contra el trono.

La noche en que intentaron derrocar al rey, sus sombras se encontraron con la deslumbrante luz de la astucia real. Su traición, aunque ejecutada con meticulosa precisión, se desmoronó frente a la inquebrantable defensa del castillo y el ingenio del monarca.

Desatada, la ira de Zarthroth era una tormenta furiosa que exigía un tributo por el fracaso. Morvath, el patriarca de los Nightharrow, consumido por el miedo y la lealtad, entregó a sus hijos al abismo para apaciguar a su señor demoníaco. Elara y sus hermanos, arrastrados hacia las profundidades infernales, fueron considerados perdidos para siempre, consumidos por las llamas del infierno.

Sin embargo, contra todo pronóstico, Elara emergió de su calvario no como una víctima, sino como un espíritu templado en las llamas de adversidad. Durante años, lejos de su hogar, su magia y determinación se forjaron en el crisol de la supervivencia en el infierno.

Ahora, al regresar a Eldoria, Elara arde con un propósito implacable. Cada latido de su corazón, marcado por el eco de su sufrimiento, es un paso hacia la venganza. Juró desmantelar a la Hermandad Nightharrow, comenzando con su propio padre, el arquitecto de su dolor. Ellos pagarían por cada segundo de tormento que sus hermanos y ella sufrieron.

Con cada paso en el bosque antiguo de Eldoria, la figura de Elara se fundía con las sombras. Su presencia, aunque apenas perceptible, era una fuerza perturbadora en la noche. "Observa bien, padre," susurraba a la brisa que movía las hojas caídas. "Tu creación viene a reclamar su venganza."