Parte 1: Bolas Viscosas

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Ella se subió sobre él. Sus pechos, hermosos, firmes y redondos quedaron bañados con una luz azul casi mágica. Él buscó penetrar su vulva, la deseaba, la necesitaba. Se moría por estar dentro de su chica y que lo cabalgara hasta el amanecer, pero su amante tenía otra idea. Últimamente se le ocurría cambiar de planes y no pasaban cosas buenas cuando cambiabas los planes.

¿Por qué le tenía tanto miedo a esto?

Dana, la chica de las tetas azules, tomó el pene con una mano antes que pudiese tocar sus labios vaginales; lo hizo con firmeza y le regaló una sonrisa maligna a Enrique antes de abrirse las nalgas y comenzar a metérselo en el culo.

«Todos a bordo del tren. Rumbo a la estrecha y oscura carretera vieja» pensó Enrique, haciendo chocar sus dientes de miedo.

Ella gimió por la entrada brusca de aquel invasor en su recto. Hubo dolor, sí, pero también hubo placer y lo demostraba con sus sensuales movimientos de cadera y la forma en la que se mordía los labios.

La mente de Enrique empezó a quebrarse de nuevo. ¿Qué problema había en él? Se sentía excitado, en eso no había duda, los movimientos de Dana y el calor de su culo abrazando su miembro, lo estaban enloqueciendo y eso estaba bien, pero había algo, una cosa que no lo dejaba disfrutar el momento.

Mierda, cientos de partículas circulando a través de su uretra, viajando hacia su vejiga, infectando todo con bacterias y parásitos minúsculos que se lo comerían de adentro hacia afuera. Dana era hermosa, una diosa de cuerpo extraordinario, pero en ocasiones cagaba y lo hacía justo a través del agujero en el que Enrique tenía su pene ahora.

¡¡¡Estaba Enfermo y necesitaba ayuda profesional!!!

Tuvo sentimientos encontrados. Ciertamente el esfínter de la hermosa rubia platinada era más apretado que cualquier coño que hubiera desgarrado en su vida. El roce con el intestino era tan celestial como repugnante.

Comenzó a transpirar no por el esfuerzo físico que el acto le demandaba, sino por esa extraña sensación de estar contrayendo alguna extraña infección proveniente de las bacterias en la materia fecal de la mujer.

La habitación parecía girar entera mezclando los colores de las cortinas con los de sus pieles, moviéndose al ritmo del coito en una fantasía surreal más intensa que cualquiera que hubiese sentido antes con alguna droga.

Ella aceleró su ritmo y en poco tiempo él comenzó a sentir el hormigueo de la eyaculación, una épica y potente eyaculación que se pegaría a las paredes del intestino de Dana dándole un blanco ingrediente extra a sus heces.

«No pienses en eso. Pronto terminará»

El glande se sensibilizó de repente, era exponencial; con cada agachada de la mujer se sentía todo más y más intenso; el corazón de Enrique comenzó a golpear con fuerza su pecho. El sudor le caía como cataratas, deslizándose desde la frente y las sienes. Su rostro empezó a deformarse en gestos que denotaban placer, repulsión; asco y devoción, todo una mezcla en iguales cantidades. Un festival de contradicciones enfermizas que terminarían por volverlo loco. Fueron segundos eternos llenos de paranoia y desesperación.

Su verga no aguantaba más, su glande estaba más hinchado de lo normal y a medida que esto se intensificaba casi podía sentir como su interior se inundaba de excremento y como sus testículos se abultaban sin razón aparente. Ella enloquecía, saltaba sobre él, violentando el aro de su culo como si de un pistón hidráulico se tratara.

Entonces sus testículos estallaron, sí, estallaron con gran fuerza bañando las sábanas de sangre, semen y mierda, mucha mierda. Las carcajadas de Dana chocaban en las paredes haciendo un eco diabólico que daba a la escena el tono tétrico que completaba aquel cuadro repugnante.

Despertó bañado en sudor. Dana dormía plácidamente a su lado.

Se tocó los testículos. Seguían enteros, pero estaban húmedos y llenos de algo viscoso. Asustado encendió la luz rápidamente para ver de qué se trataba descubriendo, para su tranquilidad, que solo era semen. Necesitaba ayuda, la necesitaba urgentemente.

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LA CARRETERA VIEJAWo Geschichten leben. Entdecke jetzt