Aún tienes todo mi corazón. (#1)

Capítulo 26

Me encerré nuevamente en mi habitación, estaba desesperada, cada palabra de esos mensajes se repetían en mi cabeza.

"Sólo dile que no la quieres, y punto"
"No me gusta, Maureen, a la única que quiero es a ti"

Apreté mis puños y las lágrimas salían cada vez más, tragué saliva.
L

e mandé un mensaje a Emily.

Lilith
Emily 💔

Emily
¿Qué quieres?

Lilith
Sólo quiero hablar

Emily
¿Hablar de qué? ¿De que fuiste y le contaste todo a Patrick? ¿O de que Rompiste mi confianza?

Lilith
Yo...

Emily
No quiero hablar contigo, Lilith.
Sólo quiero que se me pase el coraje y ya.

Lilith
Yo sólo quería ayudar.
No fue mi intención, en serio.

Emily
Sólo, no quiero hablar contigo.

Mi corazón se rompió aún más, rompí la confianza que tenía con Emily.
Ya no sabía que hacer.

(...)

Había pasado sólo una semana desde que ocurrió lo de Shawn y Emily. Intenté varía veces hablar con ella, pero nada resultó como lo esperaba.

Llegué a mi casa, subí a mi habitación y dejé mis cosas. Mi mamá me gritó asi que volví a bajar.

Mi madre y mi hermana se encontraban paradas frente a las escaleras.

—¿Qué pasó mamá?— dije estando ya frente a ellas.

—¿Qué demonios pasa por tu cabeza, Lilith?— dijo Rebecca

—¿De qué hablas?— fruncí el entrecejo.

—Me dijeron que tú estas diciendo que Shawn es un imbécil y un idiota, ¿por qué? Porque él no te había hecho caso, ¿crees que eso está bien?

—Yo no he dicho nada de eso.

—¡¿Entonces por qué mierda están diciéndolo?!

—¡Son rumores, maldita sea!— grité

—No, no son rumores, todos los del trabajo de mamá lo están diciendo.— miré a mamá

—¿Les crees tú, mamá?— ella no me miró, sólo asintió.

—Yo también creo eso, eres una estúpida. Además, ¿quién le haría caso a una chica como tú? ¡Mírate! Eres fea, y gorda.

—¡Cállate!— cubrí mi rostro con mis manos.

—Sabes que es verdad... Caíste muy bajo, Lilith.

—Ojalá te largues de una maldita vez de aquí... Ojalá y te mueras— dije apretando los dientes

Sentí un fuerte golpe en mi mejilla —¡No le hables así a tu hermana¡— gritó mamá.

—¡Las odio!— fue lo último que dije antes de subir a mi habitación.

Grité, tiré mis cosas, rompí un espejo, tiré el colchón de mi cama, y me senté en el suelo llorando.

Ya no podía estar aquí, me habían arruinado... Yo me había arruinado.

Miré la hora y era la una de la madrugada. Lavé mi cara y guardé un poco de ropa en mi mochila.
Tomé mi alcancía y la dejé caer al suelo; monedas y billetes se esparcieron por el suelo, tomé todo el dinero y salí de mi habitación.
Bajé las escaleras y llegué a la entrada principal.

No sabía si hacia lo correcto, no sabía ni qué pensar, sólo quería estar lejos de ahí. Y así sería...