Culpas

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—¿No te quedas para el postre?— preguntaba la señora Weasley en un tono de voz que buscaba obligar a Hermione a quedarse. Sin embargo, la muchacha ya se estaba colocando su abrigo para irse.

—Todo ha estado maravilloso, de verdad se los agradezco mucho, pero tengo que irme— declaró Hermione, echándole una breve ojeada a su reloj de pulsera—. Y de hecho, ya estoy retrasada.

—¡Pero no te vayas sin tu regalo!— intervino Ron, levantándose. Hermione le sonrió afablemente.

—Dejemos los regalos para mañana, además, aún no es Navidad.

—Tiene razón, Ron, mañana tendremos tiempo para eso— terció Ginny al ver que su hermano abría la boca para replicar. Ron se tragó lo que fuera que iba a decir y simplemente asintió con la cabeza.

—¿Irás a visitar a tus padres? Seguro te extrañan en estas fechas— señaló el señor Weasley, sentado en la cabecera de la mesa. Hermione bajó la vista un momento mientras abrochaba los botones de su abrigo.

—No precisamente— dijo en un susurro. Durante una fracción de segundo, se formó un silencio atiborrado de curiosidad, hasta que ella misma decidió romperlo antes de que se tornara incómodo—. Severus me espera— agregó rápidamente, y notó que todos se quedaban pasmados, como si fuera una noticia nueva y sorprendente.

—¿Irás a su casa?— saltó precipitadamente Harry. Hermione se alarmó ante la gravedad con que fue formulada la pregunta.

—Sí. — El muchacho tragó saliva con dificultad, y luego la miró a los ojos, poniéndose un tanto pálido.

—Te acompaño, no es bueno que andes sola a estas horas. — Se puso de pie tan bruscamente que tiró la silla al piso. Todos lo observaban perplejos.

—No te preocupes, Harry, en serio.

—Insisto. Me apareceré contigo y luego me voy. — Harry esbozaba una sonrisa que pretendía ser tranquilizadora, pero Hermione no lo vio así. Entrecerró los ojos, suspicaz.

—Prefiero ir sola...

—Pero-

—Cálmate, Harry, ¿qué puede pasar?— convino Ginny, mirándolo con un dejo de preocupación. El chico desvió la vista, levantó la silla y se sentó nuevamente, aunque se veía turbado.

—Bueno, querida, no te tardes más— sentenció Molly, y le dio un suave apretón en el brazo a la chica. Hermione asintió sonriente—. Que pases una linda velada. Muchas gracias por venir.

—Gracias a ustedes por invitarme. — Les sonrió a todos una vez más y salió de la cocina, dejando tras ella un ambiente algo tenso.

*****

Hermione optó por ir primero a su apartamento para cambiarse de ropa y buscar el regalo que tenía para Severus. Pensó en tomar el metro, que quedaba bastante cerca, y llegar a la casa de él, como para rememorar su primer viaje hacia allá. Sin embargo, desistió de la idea, porque se demoraría todavía más.

Cuando estuvo lista, puso los hechizos protectores correspondientes en su casa y se desapareció.

*****

Lo primero que vio fue la hilera de casas de aspecto ruinoso y abandonado. Buscó con la mirada, pero no pudo reconocer la de casa de él. Gracias a una farola encendida a un lado del pasaje, se dio cuenta de que estaba a tan sólo un par de calles.

La nieve cubría la mayor parte del camino adoquinado, y Hermione se subió la bufanda hasta la nariz debido al frío. Dejaba delicadas huellas, y mientras caminaba, notó que había otras también, aunque en distintas direcciones. Todas se perdían en algún callejón.

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