Capitolul 0

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Escuché los pasos de Boris a través del césped, cuando lo sentí a menos de dos metros míos, disparé.

Por la disminución de su calor corporal supe que por lo menos retrocedió cuatro pasos. En el momento en que su respiración se normalizó, me giré hacia él sacándome el protector de oído.

— ¿Qué problema tenemos?

— ¿Por qué intuyes que hay uno? —me contestó levantando una de sus gruesas cejas mientras yo, guardaba mi arma.

—Cuando respondes con una pregunta claramente hay uno —dije con tono divertido—. Nunca cambias.

—Bueno... sí hay uno, pero no lo podemos hablar aquí, me siento más cómodo en mi oficina. Sígueme.

Entré siguiendo a Boris obedientemente, pasamos por la cocina dónde estaban cuatro adolescentes hablando algo sin importancia en rumano, cuando pasé a sus espaldas, se callaron.

Los miré de reojo mientras caminaba y atravesábamos el salón principal.

—Señora —dijeron en unísono, todos los guardias de la sala, mientras cuatro despejaban la entrada de la oficina de Boris.

Ingresamos y me senté en una de las doce sillas que tiene en disponibles alrededor de la mesa en el medio de la oficina.

Como él se encontraba de espaldas, frente a la máquina de café intuí que me iba a dar uno, para que me olvide de la razón por la que nos encontramos aquí.

— ¿Lo de siempre? —oh parece que ya acabamos con el español.

—Exacto —respondí lentamente en ruso mirando su gran espalda.

Admiré la habitación mientras él ponía una cápsula en la máquina. A su oficina la vi igual que cuando estuve aquí la última vez. Las paredes seguían de ese color hermoso que a la gente como nosotros le encanta; rojo sangre. Los adornos en blanco, bastante minimalista, que tienen una muy buena sintonía con las paredes, la puerta de meranti, creo, el piso deck y su biblioteca, de madera también, con demasiados libros. Siempre estuve en sintonía con Boris así que estoy de acuerdo con sus gustos.

— ¿Cómo se encuentra Larissa? —pregunté cuando me tendió la taza y caminó los pocos metros que lo separan de la silla de enfrente mío.

—Bien, gracias, debe estar verificando la gente de la Casa Uno.

Lo miré fijamente por unos veinte segundos mientras tomaba mi café, él apartó la mirada.

—Del uno al diez...

—Nueve —respondió rápidamente interrumpiéndome.

—Umm —me tomé unos segundos para meditar su respuesta mientras revolvía lentamente el contenido de la taza—. Si es tan grave el problema deberías hablar, el tiempo es oro.

—Los rusos.

—Me estás dando demasiada información —exclamé sarcástica tomando un sorbo.

—Los rusos están dejándole terreno limpio a los chinos.

—No entiendo cuál es el problema, sabemos muy bien que ellos siempre en algunos temas son Suiza —dije recalcando lo obvio, terminando de tomar y apartando la taza.

—Sí... ya sé que son neutrales en algunas cosas—respondió sonriendo nervioso, me reí de su expresión y su notable nerviosismo.

— ¿Qué es lo que te preocupa?

—Enviaron una amenaza

—No puede ser —dije mirando sus ojos celestes sorprendida, hicimos contacto visual—. Somos colegas, nos cuidamos las espaldas, no tenemos conflictos desde hace setenta años y tu eres medio ruso, no le encuentro el...

Creo - Mayra HWhere stories live. Discover now