-Buenos días señor y señora Schmidt.-dijo el chico de recepción. Kendall se acercó al mostrador y el hombre sonrió.
-Buenos días.- respondió al hombre. Me quedé a unos centímetros de Kendall.
-Ayer por la noche llegó algo para usted.-dijo el chico.- Déjeme que lo busco y se lo traigo.- Kendall asintió y el chico vestido de verde salió a buscar el paquete de Kendall.
-¿Por qué te alejas de mi?-me tomó la mano mientras me acercaba a el.
-Respeto Kendall.-me zafe de su agarre.
-Pero no te estoy faltando el respeto, solo te quiero mas cerca.-me dijo haciendo su labio inferior hacía afuera.- Ven aquí.-agregó. Negué con la cabeza.- ¿Viste como te miraba este?-preguntó llamando mi atención.
-¿Quién?-arqueé una ceja.- ¿El de recepción?
-Si, este que viene aquí.-dijo por lo bajo. Reí con ternura.- ¿Y bien? ¿Quién lo manda?-dijo cuando ya tenía una pequeña caja en manos.
-Su padre, el señor Kent Schmidt.-respondió a los dos segundo y me dedicó una dulce mirada. Kendall también me miró y sentí mis mejillas arder.
Kendall abrió la caja y se encontró con una carta y unas carpetas.
-Oh, si, acá están.-dijo sonriendo.- Muchas gracias.-le dijo al muchacho. El desvió su mirada de mi cuerpo y observó a Kendall
-De nada.-sonrió nerviosamente.
-______, voy a dejar esto a la habitación y bajo para que nos vayamos.-me dijo. Besó mi mejilla y desapareció.
Me apoyé de espalda sobre el mostrador y me dediqué a mirar la entrada y salida de la gente a mi alrededor. No había tenido tiempo de observar el lugar porque cada vez que entro o salgo de aquí, voy peleando con Kendall o convenciéndolo de hacer algo.
-¿Cuántos años tienes?- esa voz me sacó de mis pensamientos.
-19-respondí recordando mi falsa edad, creada por Kendall.- ¿Tu?
-23.-me sonrió.- ¿Cuál es tu nombre?-quiso saber. Tal vez no debería hablar con el, solo por el hecho de que Kendall ya me ha hablado sobre sus celos.- Es ______, ¿verdad?-me dijo con impaciencia.
-Si.-sonreí esperando que Kendall apareciera por el elevador. Volteé a ver al chico para poder hablar mejor.- ¿Tu como te llamas?
-Logan.-sonrió.- ______, es un lindo nombre para una linda chica.
-Aw, gracias.-sonreí. Kendall tenía que llegar ya.
-Y el es tu novio, ¿cierto?
-Si.- era lo único que podía decir.- ¿Tú tienes novia?
-No, ando buscando una preciosura como tu, pero veo que estas ocupada.- dijo. De seguro mis mejillas ya estaban poseídas por un tono rosado claro.- Mi intención no era ponerte incomoda.-teoría confirmada, mejillas coloradas.
-No, esta bien.-dije intentando ser modesta.
-Entonces… ¿de donde eres?-preguntó.
-¿Hay que llenar alguna solicitud que pides datos?-preguntó una voz que reconocí al instante.
-Perdone, yo…-intentó hablar pero Kendall lo interrumpió.
-Tu nada, nosotros ya nos vamos _____.-dijo tomando mi mano.
-¡Kendall!-lo reproché.- Eso fue muy descortéz.
-¿Y que?-dijo enojado mientras empujaba la puerta de entrada.- ¿Quieres que sea cortéz con el tipo que coquetea contigo?-me miró. Estaba celoso.
-Estas mal.-dije negando con la cabeza.
-Dime, ¿de que más hablaron
-De nada.-respondí al instante.
-No te creo.-dijo.- De ahora en mas no te dejare sola ni un segundo.
-Como quieras, de todas maneras ya me estas estresando.
-Y tu a mi.-dijo soltando mi mano.- ¿Ves algún taxi desocupado?
-No.-respondí sin siquiera mirar a la calle.
-Me harte, vamos a alquilar un auto porque esto de andar en taxi, me pone de los pelos.-me tomó de la mano y volvimos a entrar al hotel.- Encima esta este niñito mirándote.-refunfuño. Reí mientras caminábamos hasta el chico.- Necesito que me pidas un taxi.-dijo sin siquiera mirarlo.
-Kendall.-lo llamé. Volteó a verme.- No estés enojado.-agregué. Me sonrió.- Dicen que si te enojas mucho, te llenas de arrugas.-carcajeé. Rió.- Eres joven para ser tan cascarrabias.
-Hey, no te pases.-me dijo riendo.
-Listo señor. En veinte minutos estará aquí.-nos avisó.
-Gracias.-le costó decir, reí por eso.- Vamos a sentarnos.- me condujo hasta unos sillones negros.
-¿Qué película veremos?-pregunté.
-No lo se, hay que ver que están dando.-me dijo.
-¿Sabias que aun no desayuno?-le dije.- De verdad que muero de hambre.
-Ya vamos a comprar algo.-me dijo y se apoyó en el respaldo del sillón.- Yo también tengo hambre.
-Antes de ir al cine, ¿comeremos?-pregunté.
-¿Tu que crees?-me dijo. Reí.
-De todas maneras, me compraras palomitas de maíz, ¿verdad?
-Depende como te comportes durante el almuerzo.-me condicionó.
-Hey.-le reproché frunciendo mi nariz.
-Hey, tu.-me dijo. Reí.
Nos quedamos callados por un rato y luego lo sentí suspirar sonoramente. Me recosté sobre el respaldo al igual que el y lo mire.
-¿A dónde quieres ir de luna de miel?-me preguntó. Se me hizo un nudo en la garganta.
-No se.-respondí observando como su cabello tenía pequeños reflejos rubios.- No conozco mas que Nueva York y México así que es lo mismo.-le sonreí.
-¿No conoces America del Sur?-preguntó. Negué con la cabeza.- Es muy lindo.-concluyó.- De todas maneras, depende a que parte vayas, como a cualquier lado.-sonrió.
-Si.-respondí perdida en sus ojos.
-No me estas escuchando, ¿verdad?-dijo entre tiernas risas.
-Si, si estoy escuchando.-le sonreí.- Me gustan tus ojos.-confesé sin vergüenza alguna.
-Gracias.-me dedicó una sonrisa.- A mi me gustan tus labios.-fue su turno de confesar.- Y mas cuando callas y me besas.-admitió. Sonreí. Pronto eliminó los dos centímetros que habían entre nosotros y estuve agradecida, porque de no ser por el, nunca probaría esos labios.
-Kendall…-dije cuando nos separamos. Fui interrumpida.
-Ya esta el taxi en la puerta.-avisó Logan. Le dedique una sonrisa y Kendall me fusilo con la mirada.
-Gracias.-se levantó del sillón y me tomó la mano con brutalidad.- ¿Cómo no va a coquetearte si tu haces lo mismo?-dijo cuando subíamos al taxi.
-No empieces Kendall.-dije desganada. Me salvé porque se puso a hablar con el taxista.
-¿Conoce algún lugar donde renten autos?-preguntó.
-Hay un lugar por aquí cerca, ¿ahí vamos?-preguntó. Kendall asintió.- Bien.-concluyó el hombre antes de poner en marcha el motor.
Recorrimos unas seis cuadras en silencio y cuando llegamos bajamos, Kendall pagó y nos metimos en la agencia de rentas de autos.
-¿Seria uno como este o como este?-señaló el muchacho de traje.
-Este.-dijo Kendall no muy convencido.- ¿Tu que dices?
-Kendall, da igual, lo tendrás solo nueve días.-le dije.
-Pero quiero uno lindo.-me dijo. Reí.- ¿Ese o ese?
-Este Kendall.-dije.
La verdad eran iguales, a diferencia de la forma de los asientos, no se por qué tanto problema.
Pagó y luego nos acondicionaron el auto para salir a andar.
-Esta genial.-dijo cuando encendió el motor.
-Si, me gusta.-le dije mientras encendía la radio.- ¿Qué tipo de música te gusta?-pregunté cambiando repentinamente de tema.
-Lo que sea mientras no sean nenitos chillones que solo cantan bien en el estudio de grabación.-dijo, reí.
-¿Esta canción te gusta?-pregunté mientras escuchábamos Adele. Asintió.- Tiene una muy linda voz.-admití.
-Me gusta.-sonrió.- ¿A ti que tipo de música te gusta?-preguntó.
-Lo que sea.-admití.- El otro día te escuché cantar.-le confesé.
-¿Ah si?-preguntó sin despegar los ojos del camino.- ¿Y que tal canto?
-Bien, me gusta tu voz.-sonreí mientras me acomodaba en el asiento.
-¿Qué calificación me pondrías?-preguntó.
-Es que ya no me acuerdo bien, luego de escucharte quedé en el suelo del baño.
-Ah, entonces eso hacías.-dijo con gracia.- No estabas comprobando lo de la puerta con olor a vainilla.-rió. Me uní a sus risas.- Si ahora te canto, ¿me calificas?-preguntó. Asentí efusivamente.- Never mind, I'll find someone like you, I wish nothing but the best for you, too, Don't forget me, I beg, I remember you said, "Sometimes it lasts in love, But sometimes it hurts instead,"
Su voz cubría la voz de Adele en la radio, pero estaba segura de que si estos dos hicieran un duo, de seguro estaría genial. Kendall terminó de cantar y me sonrió, le devolví la sonrisa.
A veces no puedo entender por qué es tan duro conmigo si en verdad nos podemos llevar bien.
-¿Y?
-Un nueve.-le dije. Me dedicó una mirada y luego volvió la vista a la calle.
-Mala.
-Hey, es verdad, no eres cantante profesional.
-Mala.-repitió como un nene. Reí, sonrió y siguió manejando.
-Esta bien, un 9.5.-dije y luego reí.
-Eso seria un diez.-me dijo sonriente.- Es en serio, en el colegio eso era un diez.-me comentó. Reí y se unió a mi risa.
-Como quieras Schmidt.-carcajeé.
-Me gusta que me llames Schmidt.-dijo cuando estacionó el auto en el aparcamiento del centro comercial.- Con tu voz, suena, sexy muy, muy sexy.
-Ya cállate.-dije sonrojada. Rió y bajó del auto, hice lo mismo.
Entramos juntos pero no de la mano. Lo primero que hicimos fue buscar un lugar donde almorzar, ambos coincidíamos que íbamos a morir de hambre si no comíamos algo en este instante.
Nos sentamos y pronto pedimos nuestra comida. Veinte minutos después la comida estaba frente a nuestros ojos y Kendall no dudo un segundo en hacer notar su hambre.
-Entonces…-dije tomando gaseosa.- ¿Qué haremos hoy
-Primero, pediremos postre.-dijo. Reí.- Luego iremos al cine, si conseguimos algo bueno para ver, porque si no, no me gusta el cine a ver películas malas.-hizo una mueca y siguió hablando.- Y luego podremos comprar ropa.
-Si.-sonreí.- Ropa, ropa, ropa.-dije. Rió divertido.- ¿Sabes?-lo incité a mirarme.
-¿Qué debo saber?-me sonrió.
-Creo que tú también deberías comprarte ropa.
-No.-hizo una mueca.- Yo ya tengo.-tomó de su jugo.- Aparte se que llevaremos muchas bolsas como para que también compremos para mi.
-¡Que cosas dices Schmidt!-dije divertida. Sonrió para luego hablar.
-Estas sonriente hoy.-me dijo.- ¿Por qué?
-No sabía que si o si tiene que haber una razón para estar feliz.
-Se que la hay.-me dijo sonriente.
-Puede que la haya.-le sonreí.
-Pues dímela.-respondió buscando a la mesera con la vista.
-No se.-dije cruzándome de brazos. El hecho de que el buscara a la mesera, no me gustaba para nada. Celos, bienvenidos.
- ¿Tiene que ver con alguien o con algo?-elevó la mano llamando a la mesera. Volvió su vista a mi.- ¿Ya no estas feliz?-dijo arqueando una ceja. Negué con la cabeza.- ¿Qué paso?
-¿Si, señor?-dijo la castaña de unos treinta y pico de años.- ¿Desean postre?- ella hablaba mientras kendall y yo jugábamos un debate de miradas. Sonrió y le dedicó su mirada a ella
-Si, un helado de vainilla y chocolate.-respondió. Me miró a mi esperando que pidiera algo. Desvié la mirada y largó una pequeña risa.- ¿Amor?-me llamó.- ¿Vas a pedir postre?- había dejado claro que no nos iban a pasar por “hermanos” otra vez.
-Una ensalada de frutas, por favor.-dije sin mirar a ninguno de los dos.
-Muy bien, en unos minutos les traigo su postre.-dijo antes de retirarse. Kendall rió.
-No me parece para nada gracioso Schmidt.-dije mirando un nene que acababa de caer al suelo y su madre iba por el.
-Así que.-siguió con lo que había empezado antes.- ¿Tu puedes celarme y yo a ti no?
-¿Celarte?-dije entre dientes.- ¿Yo a ti?
-Si, tu a mi.-dijo señalándome y luego a el.- Debo de llamarte amor para que pidas.-rió.- Ella no me interesa en lo mas mínimo.-agregó. No iba a responderle.- El silencio otorga cariño.-me dijo.
-¿Y que si estoy celosa ah?-pregunté cuando la mesera puso mi postre frente a mis ojos.- Gracias.-le dije. Ella sonrió y le dio el suyo a Kendall, luego se fue.
-Mi nena celosa.-dijo casi tiernamente. Lo fulminé con la mirada.
-Yo no dije eso.-dije pinchando un pedazo de ananá.
-Pero se nota.-dijo. Lo miré.- ¿Nunca me lo admitirás?-dijo haciendo muecas raras.
-No, por que no es verdad.-le dije. Callamos mientras comíamos el postre.
Me miraba de a ratos mientras yo intentaba no encontrar su mirada. Reía y seguía con lo suyo. Minutos después el terminó y luego yo. Él pagó y luego nos fuimos a ver que películas habían en el cine.
La siguiente función de “The Avengers” empezaba en veinte minutos. Así que sacamos las entradas y compramos palomitas de maíz junto con gaseosas. Entramos y nos sentamos a esperar que la película comenzara.
Las luces se apagaron y las colillas de películas estreno comenzaron. Me recosté sobre el hombro de Kendall y levanté la cabeza para susurrar a su oído.
-Si estoy celosa.-susurré. Sonrió y volteó para besarme.