Capítulo 11: Escapando una vez más.

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Los largos dedos de Ritsuka cogieron la toalla para enrollarla a su cintura. Ni siquiera tuvo tiempo para secarse un poco el cabello y el cuerpo. Salió con rapidez hacia su habitación encontrándose allí a Tai que plegaba su ropa con cuidado dejándola encima de la larga cómoda sin atreverse a abrir los cajones. Sonrió, seguía siendo aquel chico tímido que una vez conoció, ese chico que no abría ni un solo cajón por miedo a ser indiscreto y más... en casas ajenas.

Observó cómo terminaba de plegar una de sus camisetas y aprovechó el momento ahora que lo tenía de espaldas para acercarse a él con sigilo. Tai no se había percatado de la presencia de Ritsuka en aquella oscura habitación hasta que sintió el abrazo a su espalda, las gotas del pecho de Ritsuka humedecer su sudadera. Un leve gemido salió de sus labios y es que no podía evitar excitarse y sobre todo... emocionarse cuando sentía a Ritsuka tan cerca de él. Su aroma, sus caricias, sentir el tacto y por un solo segundo... sentirse deseado por él era como tocar el cielo con la mano antes de caer al mismo infierno dándose cuenta de que él nunca sería el fruto de aquel deseo.

Las palabras de Eunji volvieron a él como un balde de agua fría, sabía que tenía razón en todas y cada una de las palabras que le había dicho, sabía que Ritsuka no había olvidado a su hermano y él sólo se parecía al amor que perdió, sólo le utilizaba para mitigar su dolor. Una parte suya deseaba salir corriendo de allí, la otra, deseaba ser ese paño de lágrimas para salvar de su tristeza al chico al que amaba. No podía tomar una decisión, no sabía qué era lo correcto y qué no, quizá ni siquiera ésa era la pregunta, quizá no había una respuesta correcta, tan sólo una decisión a tomar que traería consecuencias, nada más.

El pecho de Ritsuka cada vez hacía mayor fuerza sobre su espalda y sus manos se agarraban con fuerza a la cintura de Tai hasta que éste cayó de morros contra el colchón deshaciendo de nuevo la ropa que ya había plegado.

- Rit... - trató de hablar, pero sólo salió un leve gemido al notar cómo éste mordisqueaba con sensualidad el cartílago superior de su oreja.

- Shh – fue lo único que escuchó salir de aquellos sensuales labios que apretaban su oreja y jugaban con ella – sólo disfruta.

- La ropa – acabó diciendo Tai con su mayor esfuerzo.

- Déjala, ya la arreglarás más tarde.

Ritsuka aplicó algo de fuerza en sus manos obligando a Tai a girarse de frente a él, devorando su boca con pasión a medida que iba dejando caer su mojado cuerpo sobre el de Tai. Por fin Ritsuka lo tenía donde quería, en su cama, en aquella oscura habitación y bajo su cuerpo prácticamente desnudo si no fuera por aquella toalla.

Para cuando Tai quiso darse cuenta, sus manos se habían agarrado a la nuca de Ritsuka y disfrutaba dejándose llevar por aquellas sensaciones, por los apasionados besos de su amante, del chico al que siempre amó y por el que lo único que podía sentir era respeto, admiración y un intenso amor que jamás parecía desvanecerse en el tiempo pese al sufrimiento que le causaba la indiferencia de Ritsuka.

Conocía bien a Ritsuka, él no era un mal chico, era encantador, tierno y dulce, sólo tenía una mala racha y era culpa de su familia. Lo sabía, Ren había destruido la bondad en el corazón de aquel chico y seguramente... Ritsuka rompería la suya, pero merecía la pena si con ello, conseguía devolverle la felicidad que le arrebataron.

Ritsuka ni siquiera se paró un segundo a pensar en la situación. Hacía menos de un año que había roto con Ren, le veía todos los días en la facultad y por alguna razón... Tai era exactamente lo que siempre había deseado, el mismo físico de Ren pero con un carácter mucho más amable y alegre, aun así, pese a saber que su nombre era Tai, su subconsciente seguía engañándole con la imagen de Ren, con ese nombre que salía de sus labios y que esta vez, trató de no pronunciar dándose cuenta cómo metía siempre la pata cuando estaba con al lado de Tai.

Cosas de ricos - (Original homoerótica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora