7. Gato en el tejado.

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La mañana llegó, desperté con ganas de ver a mi amada, de darle un beso y decirle cosas raras como... como: ¡Hoy lograré el exorcismo de tu fantasma!

Cumplí con las actividades matutinas y estaba listo para salir. Pasé por casa de mi hermosa dama, pero no se encontraba nadie, supuse que ya se había ido. Continúe mi camino.

- Hola indigente - dije cuando pasaba por el callejón de la puerta inter-dimensional, ese lugar se volvió parte de mi ruta diaria a la escuela, después de todo, debo cuidar la puerta para que ninguna bestia pase a mi mundo.

- Hola loco de alcantarilla -dijo el vigía a quien dejé encargado de la vigilancia, yo sólo lo superviso cuando voy camino a la escuela.

Llegué a la puerta de la escuela y pasé de la manera más discreta posible. "Gracias Dios, el portero no me vio" seguí hacia mi salón dejé mi bolso en mi asiento y me dirigí al salón vecino, que era donde estudiaba Sarah.

Vi a la delegada de la clase y le pregunte si Sarah ya había llegado, pero su respuesta fue más contundente que un simple no.

- ¿No lo sabes? Ella egreso del liceo. Creo que se fue al extranjero - demonios, eso me dolió. Y mucho. Bueno, así es la vida... ¿a quién engaño?

- Ah, ok, bueno gracias.

Me salté las clases de ese día.

Hola damas y caballeros, soy yo, narrador número 3, pues resulta que nuestro protagonista no puede continuar narrando, así que tomare el control.

El chico estaba herido profundamente, no sabía que pensar, ella no se despidió de él.

- Estar deprimido es aburrido, debo buscar un pasatiempo -dijo Trébol.

Oh, señor creador, gracias por esta segunda oportunidad... ¿Qué dice? ¿Ya no me necesita? El protagonista está mejor... ¿pero?

Será mejor que me valla a mi casa.

-Señor número tres, una llamada para usted.

- ¿Quién podrá ser? ... cielo ¿Cómo estás? - Es mi esposa - ¿Qué? ¿Qué dices?... ¿quieres el divorcio?

NOTA: Narrador protagonista a partir de aquí.

Llegue a casa, estaba aburrido.

- Hola, ¿Quién eres? - le pregunte a un hombre que estaba llorando frente a mi casa.

- No soy nadie- dijo él.

- Oh, está bien - respondí alegremente - ¿entonces? Señor nadie ¿puedo invitarle un café?

- ¿Por qué?

- ¿Por qué, que?

- ¿por qué eres tan amable conmigo? - pregunto angustiado.

- Pareces buena persona. Y, yo también fui abandonado - quedó atónito.

Fuimos a una cafetería cercana, estuvimos allí por 37 minutos, y ninguno dijo nada excepto para pedir su orden.

El hombre tenía un semblante de locutor, sus cabellos eran castaños, casi rubios, lo llevaba largo, a la altura del cuello, vestía una camisa azul de manga larga, unos pantalones de gabardina azul marino, zapatos negros, y una corbata negra, parecía haber salido de un funeral, y no parecía tener a nadie. Igual que yo. Por eso lo invite, seguro perdió a alguien importante.

A salir de ahí, cada quien tomo su camino.

Estaba aún lejos de mi casa cuando pude ver a Luis. El chico moreno de cabellos negros, llevaba en su mano una caja grande de cartón, y algo parecía moverse dentro.

- Hola - dijo el al verme y me saludo con la mano.

- Oh, ¿Qué onda? - dije yo, en forma de respuesta.

- Supe lo de Sarah.

- Que coincidencia, yo también lo supe.

Se notó una expresión rara en su rostro, por un momento.

- Pensé que te sentirías solo, así que. Te traje un gato.

- ¿ha?

un kilo de cebollasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora