Capítulo 10: Muestras de confianza

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LORENZO.

Estaba algo ansioso y nervioso por el día de hoy, después de la discusión que tuve con Isabel no había tenido la oportunidad de hablar con ella y explicarle las cosas. Por eso esperaba que lo que tenía para mostrarle recuperara aun que sea un poco de la confianza que había perdido.

Mientras viajaba de vuelta al taller, le di vueltas al asunto y ella tenía razón, yo no quería que ella estuviera metida en el taller y tampoco quería llegar a sentir lo que siento por ella ahora, pero desde el primer momento en que la vi supe que iba a ser indispensable, y eso me asustó bastante. Ahora ya no podía deshacer mis sentimientos, y por primera vez quería hacerme cargo de ellos.

Un nudo en la garganta apareció en cuanto vi al taller a lo lejos, faltaban solo minutos para estar en él y volver a verla. Sin embargo, a pesar del optimismo, me daba miedo pensar que quizás ella no esté esperándome, que quizás no iba a volver a trabajar conmigo o que quizás lo que hice por ella no fuera suficiente para tratar de arreglar las cosas.

Cometí un pequeño crimen este fin de semana y también tuve que viajar a la capital, y hasta entonces no había tenido dudas de mi decisión, pero ahora que mi camioneta estaba en frente del taller, mi cuerpo se había paralizado y había olvidado el resto del plan que consistía solamente en Isabel. Solo recuerdo las dos opciones, esperar a que ella apareciera en el taller o ir a buscarla.

En el fondo sabía que la primer alternativa no iba a ser posible y la descarté casi al instante, por lo que me dirigí lentamente a los vestuarios esperando cruzarla en el camino, cosa que no pasó, así que seguí caminando con paso ligero hasta llegar a la puerta del vestuario. Respiré profundamente y entré.

Una pequeña opresión en mi pecho apareció cuando vi a varias personas dentro del vestuario pero ninguna de ellas era Isabel. Tampoco veía a Octavia por ningún lado y eso me hizo pensar que era probable que estuviera con ella. La única forma que tenía de averiguarlo era comprobar en el fichero su horario de ingreso.

Me quedé parado en la puerta mirando el fichero de la pared para ver si estaba su tarjeta ahí, mientras sentía como mi rostro se convertía en piedra. No estaba. ¡Que estúpido que fui! ¿Cómo pude pensar que Isabel todavía estaría acá después de que la traté de esa manera? Pensé en las veces que la había metido en problemas pero ahora definitivamente la cagué.

Me pasé la mano por el pelo desesperado ante la confusión que me abrumaba, me sentía estúpido al pensar que podría haber solucionado las cosas pero me sentí peor cuando me di cuenta que sin querer me atreví a pensar en un "nosotros". Estuve todo el fin de semana pensando en la reacción de Isabel al ver lo que había hecho por ella y también me permití fantasear sobre como serían las cosas a partir de ese momento. Ahora ya no quedaba nada, ni futuro, ni Isabel.

Incluso la esperanza de ganar la carrera ya no la veía tan real, me sentía perdido hasta que Isabel apareció, fue ella quien me ayudó a avanzar y a comenzar a creer que quizás no estaba tan equivocado como pensaba, fue ella la que me hizo creer que ganar esa carrera era posible, a mí nunca se me hubiera ocurrido utilizar los cálculos para modificar el motor, hasta que apareció ella sentada en mi silla metida en ese libro, para que tan solo en un día encontrara la solución a mis problemas. ¿Que iba a hacer ahora? Se había ido, por mi culpa, ¿Cómo podría seguir sabiendo que le arruiné la vida a una persona que solo quería ayudarme?

Perdido en mis pensamientos mientras caminada de vuelta al taller ni siquiera noté el bullicio que me rodeaba, me resultaba irónico pensar en los triste y solo que me sentía en un lugar lleno de buena energía y diversión. Hoy mas que otros días la gente se veía aún más felices que de lo costumbre, y eso me molestó. Definitivamente el universo conspiraba contra mí, todos felices mientras yo estaba sumido ante el fracaso.

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