Capítulo 13: La cena

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—Mamá. — Dije para llamar su atención, se dio vuelta sobre el asiento ligeramente para mirarme. Le agarré la mano y luego le dije: — Va a estar todo bien, es sólo una cena... prometo comportarme. — Sabía que no era necesario aclarar eso último, pero quería sacarle al menos una sonrisa para que se relajara, y cuando por fin lo hizo, bajamos del auto.

La verdad que nunca había visitado al restaurante como en el que Marcos nos esperaba, de hecho, no recuerdo la última vez que había visitado uno. Por lo general, nuestras "cenas formales familiares" consistían en una amplia variedad de pizzas y bebidas, seguido por una película de acción o de autos. Y a pesar de que era demasiado lujoso para mi gusto, la verdad que apreciaba el gesto de habernos invitado a un lugar así.

Mamá me agarró del brazo como cuando yo tenía cinco años en cuanto vio a Marcos acercándose para recibirnos, rápidamente saqué su mano de encima y le di un ligero empujón para que se adelantara, no pude evitar reírme, es decir ¿mi madre buscando reparo en mí en una cuestión de amor? simplemente no tenía sentido y eso lo hacía demasiado gracioso para a mí. Se saludaron con un beso en el cachete, sí señores, en el cachete, y por cómo se miraron podría decir que tenían el asunto previamente hablado.

—Buenas noches. —Me saludó con una sonrisa mientras me saludaba con un beso. Con una gran sonrisa, yo también le devolví el saludo.

—Buenas noches Marcos... es un hermoso lugar. — Le dije aun sonriendo, vi que mi mamá me miró con agradecimiento y Marcos sonrió halagado. Yo, por otra parte, no entendía a que se debía tanto nerviosismo, es decir, ya nos conocíamos...

—Demasiado lujoso, pero me pareció que la ocasión lo a meritaba. —En el fondo me alegraba que éste no sea su estilo, no me imaginaba yendo a cenar a lugares así de vez en cuando, realmente las pizzas y las cervezas era perfecto para a mí.

La mesa que Marcos reservó, se encontraba en uno de los laterales vidriados del restaurante, dejándonos ver el hermoso parque afectado por el otoño, dejando al descubierto la mayoría de las ramas de los árboles y un colchón de infinitos colores cálidos que descansaban a sus pies. Elección de la mesa: perfecta. Sin mencionar que estaba un poco apartadas del resto, cosa que a mí me pareció genial, porque ninguna de las personas que se encontraban allí debían escuchar nuestra conversación.

La cosa se estaba poniendo algo incómoda de lo silenciosa que estaba, así que solté lo primero que se me vino a la mente.

—Espero que hayan agarrado a los chicos que andaban molestando por el barrio. — Luego de decir esas palabras me arrepentí, eran palabras un poco tontas, pero para mi sorpresa, mamá y Marcos comenzaron a reír.

—Fue una terrible excusa, ¿no? — Comentó el policía.

—Si, supe desde el primer momento en que vi su auto que otra cosa estaba pasando. — Mencioné ligeramente.

—Por favor, no me trates de "su"... aunque los años me pasaron factura quiero que mi alma se mantenga joven. — Solté una carcajada ante aquellas palabras, porque mi padre hacía referencia a su edad de una manera muy similar: "lo importante es recordarle al alma que uno siempre es un niño" decía...

—Lo lamento, Marcos, es que es ya me he acostumbrado a verlo en uniforme. — Miró a mi madre y sonrió, al parecer se estaba sintiendo cómodo conmigo, y yo también me sentía de esa manera con él.

—Bueno, ahora me vas a ver sin él la mayor parte del tiempo, siempre y cuando no te metas en problemas. — Al principio me lo tomé en serio, Marcos no sonrió al mencionar esas palabras, pero tan solo bastó una mirada de mi madre para saber que era una broma.

Vaya broma, pensé. Mi pulso se aceleró con ciertos pensamientos que cruzaron mi mente.

—No se preocupe, no voy a convertirme en delincuente. —Comenté haciendo énfasis en la última palabra.

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