Capítulo IV.

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Cuando se aseguró de que Sophie dormía, James se levantó con cuidado de la cama y se puso el bóxer negro que se encontraba tirado en el suelo. Tomó la caja de cigarrillos, encendedor, y celular antes de salir de la habitación en silencio, cerrando la puerta de la misma forma que hacía desde algunas semanas atrás. Despacio, con cuidado, y en silencio. Caminó hasta el pequeño balcón que tenía el departamento, y una vez allí encendió un cigarillo e inhaló el humo observando la oscuridad de la noche en el cielo y las luces de la ciudad iluminando abajo. Dos contrastes hermosos que peleaban por ver quién ganaba. ¿La luz sería consumida por la oscuridad? ¿O la oscuridad sería opacada por la luz? Frunció levemente el ceño al pensar siquiera aquello. No había posibilidad de que la luz tuviese tanto poder, el universo era mucho más grande. Suspiró y desbloqueó el celular para ir directamente a la aplicación WhatsApp. Buscó entre los últimos chats a quien buscaba y miró su última conexión. Última vez hoy a las 2:36. Menos de diez minutos. Escribió con una mano la palabra mientras se llevaba nuevamente el cigarillo a sus labios.

2:43: ¿Estás?

Tomó el cigarillo entre sus dedos y dejó salir el humo mientras esperaba por la respuesta, sin apartar la vista de la pantalla.

2:44: Sí.

Rápidamente tecleó la pregunta.

2:44: ¿Cómo están las cosas por allí?

2:45: Todo está bien. Arleen te extraña.

2:45: Y yo a ella... Dile que la amo mucho.

2:46: Lo sabe, tranquilo... Y ella a ti.

James se quedó mirando el aparato que se encontraba en su mano, pensando en algo para seguir hablando, pero luego de unos minutos en los que no se le ocurrió nada, y al ver que ya no estaba en línea, rápidamente escribió lo mismo de siempre.

2:49: ¿Y tú cómo estás?

Y, como siempre, lo único que recibió fueron dos tildes azules.

Suspiró resignado y dejó el celular a un lado para seguir fumando tranquilamente en silencio hasta que el sueño se apoderó de él y tuvo que volver a la habitación con el mismo silencio y cuidado de antes. Sin despertar a Sophie, se acomodó a su lado y unos minutos después ya se encontraba durmiendo.

El sol de la mañana llegó unas horas después, despertando así a Sophie, quien lo primero que vio al abrir sus ojos fue una calavera en tinta negra. Sonrió levemente y pasó con suavidad las yemas de sus dedos por aquel tatuaje tan fascinante, recorriendo cada línea con lentitud. Pasó su mano por la cintura del chico hasta dejarla en el abdomen duro gracias a las horas de ejercicio que su novio dedicaba en el gimnasio, acercó sus labios a la piel tatuada y dejó pequeños besos en un omóplato de él, subiendo por su nuca y terminando en su hombro. Él sonrió sin abrir los ojos al sentir aquellas caricias.

—Agradezco todos los días a Dios por haberte puesto en mi... Vida ─murmuró él mientras se giraba para poder verla; frunció apenas el ceño mientras terminaba la frase.

Su novia soltó una risita y se abrazó a él mientras dejaba pequeños besos por la mandíbula donde ya se podía sentir la barba que comenzaba a crecer. Llegó a su boca y rozó sus labios con los contrarios pero el mayor corrió su rostro antes de que pudiera besarlo.

─Te quiero ─susurró medio dormida ella contra su piel. ─¿Tienes planes para hoy? ─Peinó con sus dedos el cabello del chico, quien asintió.

─Debo hacer algo, pero estoy libre a la tarde —sintió los dedos masculinos acariciar la piel desnuda de su espalda mientras él hablaba. Hizo un puchero pero finalmente asintió.

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⏰ Última actualización: May 01, 2019 ⏰

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James. | PAUSADA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora