Y nos salimos a navegar un rato en alta mar.
Bebimos y cantamos.
Y al final en besos acabamos.
Deleitados en la belleza que es la felicidad, en la belleza que es estar juntos porque eso jamás tiene que cambiar.
Y perdidos en algún escondite que el océano nos decidió brindar, nadamos hasta la fina arena pudimos tocar.
Acostados hombro con hombro contamos todo aquello que jamás nos atrevimos a hablar.
Y nos reímos por todas las locuras que hemos hecho y por las demás que vendrán.
Nos besamos y acurrucamos un rato, nos reímos y jugamos, porque simplemente estábamos enamorados.
Dejamos que el mar se llevará todo lo que nos estaba acabando.
Porque esa marea nos recordó que por nosotros si vale la pena luchar.
Y que todo es tan simple como dejarnos amar.
En aquella playa en algún lugar de alta mar, me di cuenta que te amaba y tal vez no iba a dejar de hacerlo jamás.
Porque en el momento en el que me tomaste de la mano acostados sobre esa fina arena me di cuenta que no hay lugar donde preferiría estar.
