TRAGO II

2.5K 328 321
                                    


Chuya no era el tipo de persona con la que a la gente le gustaba tratar, a diferencia de Osamu Dazai. O bueno, al nuevo Dazai.

¿Cuánto podía cambiar el tiempo a una persona?

Al principio pensó que todo eso era una mera actuación, que era como es esos tiempos y escondía una doble personalidad. Sin embargo, cuando lo vio junto a él, sonriendo tan despreocupadamente... feliz. Nunca antes podría haberlo descrito tan bien.

Parecía tan alegre como si nunca hubiese pertenecido a la Port Mafia, como si no hubiese sido un asesino a sangre fría, como si lo suyo jamás hubiese existido...

"Aunque no hubo nada", se recriminó. Dazai se encargó de arrancar el pequeño brote naciente, si quiera antes que pudiese tener la más remota posibilidad de existir. Al menos para él, porque en el fondo, Chuya sabía que siempre lo había querido; y lo que para el ex mafioso fue una pequeña flor, para el de ojos azules, ya era un frondoso árbol que cuando fue talado...

"Me juré que nunca volvería a rogarle. Ni hablarle. Solo me limitaría a pensar de él solo las posibilidades de asesinarlo". Pero nada es como uno quiere, y unas noches ya pasadas él mismo, aunque dolorosamente, lo había descubierto.

-Parece que hacemos un buen equipo como el pasado, Chuya- mencionó sonriente por haber luchado una vez más- solo que nuestro Soukoku está un poco oxidado. No obstante, ya no es necesario ni lo será más, porque existe uno nuevo.

Lo último lo mencionó, aunque aparentemente tranquilo, con un pequeño ceño fruncido que deformó un poco sus facciones, al recordarlo junto con otro.

-¿Y qué tal? ¿Al fin ya superaste tu afición por el alcohol?

-Dazai...

-¿Y en la Mafia? ¿Has vuelto a usar Corrupción? Me imagino que no, ya que si no, no estarías aquí.

-Dazai yo...

-¿Recuerdas cuando eras más pequeñito que ahora? Tenía que cuidarte porque solías ser muy imprudente ¿Los sigues siendo? No olvides que-

-Dazai, te odio.

Las palabras del moreno murieron en sus labios, en donde nación una profunda risa.

-¡Si eso no es novedad! Siempre me has-

-Pero también te quiero,- se aventuró a decir con timidez el otro. Preso de un cansancio casi inimaginable, parecía estar desvariando, cuando solo sentía la presión de luchar una última vez por lo que quería.

-No mentiré: yo no- la sorna y el matiz de burla se mantenía impregnado, unido a la expresión de su rostro, lo remontaba hacía los años cuando aquel todavía pertenecía a la Mafia Portuaria-. En el pasado solo fuimos compañeros, conformamos un arma más que poderosa, sin embargo yo no podía verte de otra forma y si alguna vez lo hice, nunca fue para pensarte como alguien a quién querer. Solo buscaba diversión en ti, ninguna vez pensé enamorarme. Pero ahora...

-Lo quieres a él.

-Representa la pureza que yo nunca tuve. Lo que anhelo tener. La calma que me da... es todo lo contrario a lo que algún día tú me diste.

Casi al punto de no poder respirar, lentamente, como si temiese romperse más, pronunció las palabras que a la vez de marcar su sentencia, lo condenarían de sufrimiento un tiempo.

-Solo... ¿Podrías darme una última vez?- como si estuvieran sincronizados sus sentimientos y su llanto, ambos caían frágiles como cristal, cortando y desmoronando su interior.

"¿Por qué demonios tenía que llorar y parecer tan vulnerable con él?" pensaba con un intento de furia, que se apagó tan rápido como llegó.

Todo seguía en silencio, tanto que casi temía que el sonido de sus lágrimas al chocar contra el pavimento, los latidos de su corazón acelerado, le llegasen a sus oídos.

-P-Por favor- odió con todo su ser el no pensar en sus acciones. Detestaba que su orgullo no pudiese evitar que le restregase algo que nunca sería correspondido.

-La última vez del Soukoku, nuestra última vez... creo que sería lo justo.

Sea injusto o justo, verdad o mentira, quería sentirse amado por él, por más que fuese solo unilateral o mas bien, una mentira. Para Osamu, solo serían cuerpos. Para Chuya, sería el auge y a la vez el funeral de su amor, de sus esperanzas.

Siendo masoquista, le entregó de nuevo lo que siempre fue de él, pero nunca fue aceptado.

A pesar de lo que esperaba, el cuerpo del Indigno de ser humano, lo trató como si en realidad lo apreciase. Su lado más romántico y soñador, esperaba que fuera una de esas clásicas tragedias en donde se amaban pero por "x" circunstancias, se separarían para siempre. Se reiría de lo patético que le resultaba ese tipo de pensamientos, de no estar tan tenso y emocionalmente mal; tal vez en un futuro lo recordaría y nuevamente, se odiaría.

Buscaba recordar todo lo que podría haber olvidado, de no haberlo querido tanto. Gimió tantas veces su nombre como veces lo lloró, y le dolió que Dazai no dijese nada, recordándole que eso no era amor, solo un acuerdo, un trato vacío, una tontería.

Y al final, dejándolo con un doloroso "Adiós", solo se quedó tendido en las sábanas, fingiendo que lloraba por última vez, que no pasaba nada, mientras al que de alguna forma consideró su amante, se bañaba, limpiando los restos de lo que para él, desde un principio no funcionó.

¿Acaso nunca aprendería?

El ruido sordo de la puerta al cerrarse le respondió.

Chuya ya no pidió un vino, como solía hacer en los buenos tiempos; fue un trago doble de whisky. No le importaría emborracharse ya que era un viernes y tenía todo el fin de semana libre.

Después de toda una semana de no venir, se sentía ansioso de alguna manera. Si, su grado de alcoholismo había incrementado bastante desde aquella ocasión, pero no le importaba. Después de todo, la única persona que le importaba ahora, no estaba allí para ver su miserable existencia perderse de nuevo en la oscuridad.

A brindar, de nuevo, por la tristeza manchada.

TRAGOS LOS VIERNES POR LA NOCHEWhere stories live. Discover now