CIENTO CINCO

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La Belén dejo al Gabriel en la pequeña cuna y soltó unas cuantas lágrimas. Habían conseguido que cambiaran al Gabriel de pieza, después de que los doctores vieran como la Cata insistía y casi que se largaba a llorar.

-Es muy lindo, Javi. -murmura sonriendo ligeramente.- Es un niño muy precioso.

Se paso las manos por debajo de los ojos quitando las lágrimas.

-¿Qué pasa, Belu? -dice el Javier pasando su brazo por sobre los hombros de la Belén.

-Nada. -dice y le besa la mejilla.- Me tengo que ir, avisame cuando le den el alta al Gabrielito.

Gabrielito. Gabrielito. Gabrielito.

El Javier sonrió enormemente al escuchar el apodo con el que trato la Belén a su hijo.

-Yo te aviso.

La Belén asintió y se acerco al Gabriel le dijo unas palabras cariñosas y después abrazo al Javier.

-Cuidense... Los amo. -dice la Belén antes de salir casi corriendo.

-O vai vo o te pego un guate. -dice la mamá del Javier mientras pasaba la página de una revista.

-¿Qué?

Su mamá le pego en el brazo con la revista y sonrió.

-No podí ser tan aweonao, hijo... Eri terrible de pavo, anda detrás de la Belén y dale un beso.

-Ella dijo que eramos solo amigos.

-¿Y vo le creiste? ¡Avispate po, hijo! Te dijo esa wea pa que te enfoqui en el Gabrielito.

El Javier se sintió el aweonao más grande del mundo y beso a su mamá en la mejilla.

-Cuidalo.

-Cuide 3 cabros chicos y sigo cuidando otros 2, yo creo que puedo con uno más.

El Javier se rio y salio corriendo buscando a la Belén.

La Belén estaba esperando el ascensor cuando escucho al Javier gritando su nombre. Se giro y vio al weon todo agitado y medio rojo.

-¿Qué pasa? ¿El Gabriel esta bien?

El Javier negó con su cabeza divertido y la agarro de los hombros.

-¿Todavía me amai?

La Belén parecía árbol de navidad, estaba terrible de colorada.

-Te dije que ya no... -balbucea mirando a todos lados.

-Mentirosa. -interrumpe el Javier respirando menos agitado.- ¿Por qué me dijiste que mejor solo fuéramos amigos?

-Teni que enfocarte en el Gabrielito... teni que cuidarlo y toas esas weas, no andar pendiente de si te amo o no.

Definitivamente su mamá era bruja.

-Respondeme, Belén, ¿todavía me amai o no?

La Belén quería llorar, quería gritarle que si, que todavía lo amaba. Pero se quedó cayada, bajo su cabeza.

-¿Qué importa? Teni que cuidar...

-Callate, tai hablando puras weas. -gruñe el Javier enojándose.- Te amo y no por eso voy a dejar de cuidar del Gabriel.

-Javier...

-¡No! ¡escuchame! Te amo y si tu todavía me amai quiero que intentemos las weas de nuevo... con el Gabriel siempre presente.

La Belén sonrió ligeramente y justo cuando iba a hablar se abrió el ascensor.

-Tengo que irme... -se muerde el labio y mira al Javier.- Te amo.

Le dio un beso rápido y se metió en el ascensor.

La puerta se cerro justo frente a la cara del Javier y este sonrió alegre. Parece que las weas al fin le estaban saliendo bien.

Te amo, weona (#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora