2.

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Durante aquellos largos minutos de almuerzo, Louis posiciona su cabeza en el hombro de Harry respirando de forma lenta y pausada. De esta manera, estando tan cercanos el uno con el otro, siente una tranquilidad tremenda, por lo que se encuentra en un momento de relajo como también en un tenue olvido de sus problemas. Mientras que el oji-verde le habla sobre su día, empujando de a poco aquel tema, con sutileza, y sin que fuese demasiado obvio. Queriendo sacar a flote todo lo que quiere olvidar.

—Hoy no te he visto toser. —afirma. Aplastando su pulgar levemente sobre la piel de su brazo, como una pequeña caricia discreta. —Quizá esa persona se enamoró de ti

La felicidad se deshace completamente en el ambiente, Louis hunde aún más su rostro triste en el pliegue del cuello de su compañero. —Eso no es posible.

—¡Claro que lo es! Sé que tú no te das cuenta del buen partido que eres, bebé. Pero es asombroso todo lo que tiene que ver contigo, tienes una gran y bonita sonrisa, junto con un hermoso corazón. No hay nadie que pueda decirle que no a esos ojos azules tuyos. —besó su coronilla moviéndose a una posición más cómoda. Aún en su propia burbuja, ninguno de los dos notó la escasa distancia que los implicaba.

Louis tomó aire, solo por la osada acción que cometería diciendo lo que iba a decir. —Él me ve de la misma forma que tú, Harry. Como un amigo. Piénsalo así; si tú no podrías sentir un amor que traspase más allá de la amistad por mí, entonces él tampoco.

Aquello fue una sorpresa. Y por esa razón, con algo de timidez, Harry se apresura a hablar para llenar aquel silencio incómodo. —Pero nosotros somos diferentes, ¿No?

—¿Qué quieres decir?

—No podríamos vernos de esa manera al otro por más que lo intentáramos, porque, somos como hermanos, como- no somos solo amigos. En cambio, esta persona de la que estás enamorado si lo es, entonces tienes muchas más posibilidades.

Oh Dios, Louis quiere llorar.

Quiere correr y ocultar su cara entre sus manos mientras intenta olvidar lo que Harry le acaba de decir.

Por primera vez en mucho tiempo, él no quiere estar cerca de Harry.

—¿Por qué pones esa cara triste? ¿Es porque crees que no comprendo lo mucho que te duele esta situación? Claro que sé lo que se siente. —su tono de voz es un poco más elevado, quizá porque le molesta que su actuar tenga que ser tan limitado. Ser un espectador ante el dolor de alguien que te importa y no poder tocarlo para arrancárselo de raíz, es devastador.

Mientras que Louis solamente repite en ecos forzados dentro de su cabeza: Cállate, por favor. No sigas hablando. No sigas.

Sin embargo, Harry continua con su discurso, ignorando completamente la desesperada mirada de ayuda que Louis le está entregando. Intentando parecer empático. —¿No lo recuerdas? Lo mal que estuve porque sentía que Julie no correspondía mis sentimientos. Estaba tan enamorado de ella y pensar en el rechazo era un dolor que no podía describir. Pero me ayudaste, estuviste ahí, incluso me diste las fuerzas que necesitaba para declararme. Quiero estar aquí contigo también, sé cómo se siente. Sé que puedo ayudar.

Nadie dice nada después.

Nadie quiere decir nada tampoco.

Louis se pone de pie, caminando lejos cuando ya tuvo suficiente. Harry, aturdido, se levanta también, dispuesto a detenerlo para saber qué había ocurrido. Para su sorpresa, cuando su mano toca su hombro, el oji-azul se voltea quitándola bruscamente. Su cara estaba roja y había un montón de lágrimas mojando la mascarilla blanca que ahora poseía ciertas sombras donde el sutil resbalar de su llanto había tomado camino. —¿Qué? 

Fue brusco. Harry nunca lo había visto así antes. Estaba mal y enojado, quizá ambas cosas en conjunto. No supo que decir porque no entendía que estaba ocurriendo, entonces, ante su expresión de completo desconocimiento, Louis suaviza sus rasgos, bajando la mascarilla hacía la altura de su barbilla. Hay un leve puchero en sus labios, mientras sus palabras salen con dificultad; —Lo siento, estoy siendo un idiota. Lo siento tanto, Harry. Yo- es solo que no lo entiendes, nunca vas a poder entenderlo. Y no es tu culpa.

Es la mía, porque confundo las cosas.

Confundo tu amabilidad con amor.

Pretendo que tus caricias tienen otras intenciones.

Es mi culpa.

Probablemente, el resto del receso estuvo abrazado a sus piernas en algún lugar escondido. No quería ver a nadie. No quería saber nada de nada. Por un segundo imaginó lo feliz que se sentiría si de repente los pétalos decidieran acumularse abruptamente en su garganta.

Parte dos.

Antes de que Louis salga del salón de clases en dirección a su hogar, después de quedarse con un grupo a realizar la limpieza semanal, es interceptado por conjunto de estudiantes femeninas. Ellas están siguiéndolo sin preocuparse de si él lo está notando.

Comienza a entrar en pánico.

Cuando gira hacia otro lugar cerca de las escaleras, para poder perderlas, la voz de Julie le detiene. —¿Qué pasa? ¿Por qué escapas de nosotras?

Mueve su cuerpo para poder ver hacia la dirección de aquella voz, pero solo mantiene sus ojos sobre los verdes de aquella chica un tiempo antes de caer hacia el piso, intimidado por la crueldad de ellos.  —¿Por qué me están siguiendo?

—Es solo que, después de que ignoraras completamente la advertencia que te di, no podíamos dejar las cosas así. —Julie hace unas señas hacia su sequito, y una de las chicas se acerca demasiado haciéndolo retroceder varios pasos.

El primer golpe que ella le da, se siente como un suave ardor que desaparece casi al instante. Su pómulo enrojece ante la precipitada acción de aquel puño contra él. No supo que hacer porque el estupor de la acción en sí, lo había dejado anonado.

No sabía que estaba pasando.

—¡Eh, Eh! En la cara no, te digo. Que no sea visible.

Y entonces es empujado al piso. Un pie golpea contra su estómago mientras intenta levantarse. Quiere defenderse, pero de repente no se siente con las fuerzas necesarias. Y se queda sobre la helada cerámica, mirando hacia el techo, lamentándose sobre su inútil intento por ser alguien que sirve de algo.

No llora, ni se queja. Tampoco dice nada. Cuando el grupo de chicas se aburre, y se va, él aún está ahí, meditando sobre el dolor de los recientes golpes. Como todo había ocurrido de manera inesperada, aún estaba en una especie de aturdimiento. 

Su cabeza dolía, o en realidad, cada parte de su cuerpo dolía.

Tosió todo el camino a casa, dejando un camino de pétalos detrás.

Cuando logró ver su rostro en un espejo, se preguntó qué haría para que Harry no notara la rojez que estaba haciéndose cada vez más fuerte en su piel. Se abrazó a su almohada, e imaginó que quizá, era algo que ellas no quisieron hacer.

Porque esa no podía ser la persona que Harry amaba, ella, quien se reía en el fondo y pedía a gritos que siguieran y siguieran, no era, no podía ser.

Harry no podía estar enamorado de alguien así.

【redpetals】Where stories live. Discover now