El chico y la chica.

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Al llegar a casa solté mi bolso en el suelo de mi habitación y largué un largo suspiro de frustración. Patée el objeto más cercano a mi pie en ese momento, estaba realmente enfadada con Treyton. ¿Qué era lo que le pasaba? No respondía mis mensajes y me ignoraba por completo.
No quería callar mis pensamientos dejando pasar las cosas como la última vez. Realmente había llegado a pensar que había conocido a alguien que valía la pena, pero parecía que me había equivocado.
Cambié mi uniforme por mi simple vestimenta diaria y caminé unos pasos para observar mi reflejo en el viejo espejo.
-Eres patética Charlotte.- suspiré por segunda vez en el día mientras soplaba un mechón de cabello de mi rostro.
Tomé mi móvil y me encamine a bajar las escaleras. Estaba decidida, iría a casa de Treyton a aclarar las cosas.
Me detuvo la imagen de Pat y Sean siendo muy amorosos en el sofá de la sala como si nadie pudiera verlos. Amaba ver a Pat tan feliz, no lo veía así desde ese día que el abuelo lo llevo a conocer en persona a uno de sus autores de comics favoritos como regalo de su cumpleaños número quince. Sonreí al mismo tiempo que sentía un dolor en mi pecho, ese dolor que sentía cuando la ansiedad se apoderaba de mí o no sabía qué sentir. O ese dolor que sentía cuando sabía que iba a perder algo, o en este caso a alguien.
No quise arruinar su momento, así que solo salí camino a casa de Treyton.
Mis pasos eran lentos, y el arrepentimiento los acompañaba mientras mi corazón latía más rápido de lo normal. Ya nada importaba, no había vuelta atrás. No quería vivir con la culpa de no haberlo intentado, de no haber insistido en saber la razón de su repentino cambio de actitud.
Al llegar, lo único que pensaba era en lo que iba a decir. Mis manos tocaron impacientemente la puerta de entrada y mi vista bajo a mis desgastadas y rotas zapatillas que llevaba ese día sobre el tapete que decia "Bienvenidos".
Bla bla bla, mi mente seguía formulando preguntas y posibles respuestas cuando la abuela de Treyton abrió la puerta con una expresión de sorpresa en su rostro.
-Oh, ¿Charlotte, no?- su tono de voz sonaba duduso y solto una risa nerviosa. -Treyton no se encuentra en casa, lo siento mucho, pero si quieres puedes pasar a tomar el té conmigo...-sonrió e hizo un gesto con su mano de que pase.
-Lo siento, es que es algo importante, ¿Sabe dónde lo puedo encontrar?- los latidos de mi corazón disminuyeron.
Suspiró y se acercó a mí tomando mis manos.
-Lo siento Charlotte pero... - me miró a los ojos, seguro notó que empezaban a aguarse por que cambio su expresión a una de preocupación. -Está bien, está en el cementerio, será mejor que lo alcances.- dio una palmadita en mis manos y sonrió.
Me despedí cortezmente de la abuela y corrí en dirección al cementerio. En cuanto llegé pude ver como se encontraba sentado entre los arbustos en el lugar donde se encontraban sus padres.
Tome coraje y fui a sentarme a su lado, observando sus rasgados ojos mirarme llenos de tristeza, al igual que sus mejillas estaban rojos por las lágrimas y bajó su mirada rápido al verme. Sus labios temblaban y estaban mas rojos de lo normal, de seguro se los había estado mordiendo, por que si había algo que conocía bien de él a pesar del poco tiempo que llevaba conociendolo, era que mordía sus labios cuando estaba nervioso. Limpió las lágrimas de su rostro con la manga de su chaqueta inflada y suspiró.
Ahora no pensaba en todo lo que quería decirle, ahora quería sostener su mano hasta que dejara de llorar y que podamos ir a casa a tomar té ingles mientras me cuenta historias con sus ojos llenos de felicidad y no de tristeza.
Tomé su mano por encima de la suya presionandola, para que sepa que estaba ahí, y que no estaba solo. Nuestras miradas se encontraron y oh dios, mi corazón se rompió en mil pedazos al ver su rostro. Aunque sonreía, parecía destrozado. Me abrazó con fuerza y lo único que pude hacer fue corresponderle mientras él hundía su rostro en mi hombro.
-Había un chico.- dijo en un tono bajo pero audible, con la voz entrecortada.- un chico muy inseguro, un chico que a pesar de tener a muchas personas a su alrededor, estaba solo. Que siempre que lograba algo, la cagaba. Hasta que un día este chico inesperadamente conoció a una chica, a una hermosa chica que a pesar de todos los defectos del chico, ella supo aceptarlo tal como él era. Ella lo había hecho sonreír como nadie nunca lo había hecho antes, e hizo que su corazón latiera como nunca antes. Le enseño muchas cosas y le confió sus secretos. Hasta que un día el chico la cagó, como siempre lo hacía, y decidió alejarse para no joder mas las cosas. Pero el chico se arrepiente mucho y quiere volver al lado de la chica, pero no está seguro de si ella lo va a perdonar por ser un idiota.
-Lo eres.- presione la tela de su chaqueta con mis manos. -Eres un completo idiota.
-Lo siento.-susurró.
-No digas nada, vayamos a tomar té, realmente lo necesito.- reí.

When I Found You (en corrección)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora