Capítulo 4

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Habían pasado dos días y JiMin ya estaba en celo, encerrado en su habitación, sufriendo intensos ardores y dolores que antes nunca había sentido. No era el normal deseo de ser penetrado, era un dolor abrasador cada que algo le rozaba. Los baños que antes le reconfortaban, ahora eran un suplicio. Su lobo chillaba del dolor, así como JiMin, quien derramaba lágrimas constantemente, sin saber qué hacer.

Quería que alguien le dijera qué estaba ocurriendo con él, su celo no había sido tan agónico como ese. Deseaba que su madre le hiciera saber que todo estaba bien, pero ni siquiera pedir por su ella podía. La garganta la sentía ardiente, su interior parecía deshacerse. Era un suplicio, algo nunca antes vivido.

JiMin estaba sufriendo.

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—Amor, creo que estás exagerando —habló el alfa de los Zafiro.

La pareja líder se encontraba en su alcoba. La madre de JiMin caminaba de un lado a otro con el rostro contraído en preocupación. En todo el día había estado escuchando los alaridos de su hijo, así como sus llantos y podía percibir que algo no andaba bien con el celo de su hijo.

Los padres de JiMin sabían más o menos por cuales fechas iniciaría esa etapa de su hijo, habían estado lidiando con ello desde que era joven, pero ahora resultaba muy preocupante.

—No, querido —alegó la mujer, mirando con el ceño fruncido a su esposo y pareja —. Algo anda mal con JiMinnie, y sé que tiene que ver con el hijo menor de los Aulladores.

—¿YoonGi? ¿Él que tiene que ver en esto? —inquirió el padre completamente contrariado.

—¡Él es el culpable de que nuestro hijo esté así! —gritó la mujer, sentándose en los pies de la cama matrimonial—. Yo lo sé, y me siento tan...

—Amor —habló suave el alfa, acercándose a su pareja para poder calmarla —, ¿por qué no me dices que...?

—Es su pareja destinada —soltó la mujer en un hilo de voz que el alfa escuchó con claridad.

—¿Cómo?

—Hace dos días que regresamos de la Gran Reunión, subí a ver cómo estaba JiMinnie y saludar a TaeTae, ¿recuerdas? —recordó la mujer, recibiendo un asentimiento como respuesta. —Bien, pues sin querer le escuché confesar que YoonGi es su pareja, pero éste le rechazó de la manera más vil y cruel que me dan ganas de...

—A ver, cálmate —rogó el alfa, girando a su pareja para quedar frente a frente —. Mírame... Eso es. ¿Estás segura de lo que escuchaste?

—¿Cómo puedes dudar?

—No lo hago, pero...

—Lo estás haciendo justo ahora —. La omega se soltó del agarre de su pareja para alejarse de él.

—En verdad que no lo hago es sólo...

—Tú y yo, no somos pareja destinada, ése es el problema.

El alfa no replicó, simplemente miró a su mujer con cierta culpa.

—No, no lo somos —afirmó el alfa —. Pero hemos logrado congeniar, crear un lazo, a pesar de todo.

Dudando a amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora