Carta a un viejo amigo ausente

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Cada vez que me enfrasco en esta soledad solo puedo pensar en querer compartir más momentos contigo.

¿Te acuerdas de esa vez que fuimos a ese hermoso cerro al cual llevé mi traje de ballet?

Fue muy divertido, me acuerdo que llevé el traje en un bolso por dos razones, la primera fue porque, como era tu cumpleaños había armado un baile para vos, y no quería que lo sospecharas, por lo menos no hasta haber llegado al cerro. Y la segunda razón fue para comprobar qué harías mientras me cambiaba en el auto.

Me encantó verte nervioso sin saber que hacer mientras me cambiaba. Aunque pudiste aun así no miraste, incluso me ofreciste poner tu campera para tapar el vidrio y de esa manera cambiarme más tranquila. Tu cara parecía un tomate luego de haberte dicho que no lo necesitaba.

Después de cambiarme subimos al cerro caminando tomados de la mano, bueno, solo unos pasos, porque luego decidiste alzarme como princesa y subir corriendo, no podía para de reír.

Bailé para ti, como nunca he hecho para alguien más, baile con alegría, usando mi celular cómo estéreo de mi música que guía mis pasos. ¿Qué canción fue? La canción fue aquella que ambos conocemos bien, aquella con la que todo empezó y con la que todo terminará.

Esa noche pasó volando, vimos la puesta del sol mientras bailábamos, para luego terminar con un amargo adiós en forma de beso.

Ha pasado tiempo desde eso, y ahora estoy demasiado vieja para esas cosas, pero ese no es el único problema, viendo tu tumba, es cuando me doy cuenta de que podría haberme negado a irme, podría haber vuelto cuando pude, debería haber dejado mi sueño y vuelto a tu lado, pero no lo hice, y hoy me arrepiento por eso, siento haberte dejado tanto tiempo, siento haber llegado cuando ya te habías casado, siento estar llorando por cosas que podría haber hecho, pero no hice.

Te amé, te amo y te amaré.

Con cariño Tu Mejor Amiga.

Mensajes tristesWhere stories live. Discover now