Secuela [IwaOi]

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*Esta historia cuenta lo que sucedió con Oikawa después de dejar a Kuroo y Tsukishima al salir del bar la primera vez que fueron a beber los tres juntos*

Es sábado por la madrugada, el reloj casi marca las dos de la mañana, todo transcurre normal y en silencio, parece que será una noche tranquila, sin embargo tal pensamiento desaparece por completo cuando su teléfono sueña. Rápidamente reacciona abriendo los ojos instintivamente y algo aturdido lo busca a ciegas lanzando sus manos por todos lados hasta dar con él.

Es sólo un mensaje de texto, lo cual disipa su estado de alerta. Al mirar el remitente pretende ignorarlo. Deja el teléfono exactamente donde lo encontró, cierra los ojos e intenta dormir. Apenas pasan unos segundos se incorpora de la cama ansioso, enciende la lámpara del lado derecho de su cama, toma nuevamente el teléfono y revisa el texto. En él se lee "Estoy en Tokio. Quiero verte" seguido se adjunta una dirección. Ni siquiera presta atención al resto del mensaje cuando decide marcar el mismo número.

—Iwa-chan —responden del otro lado del teléfono con una muy desentonada voz.

—Oikawa ¿otra vez estás ebrio?—pregunta el pelinegro responsable de marcar.

—Iwa-chan, quiero verte —responde su compañero sin siquiera prestar atención a sus palabras.

—¿Estás solo?

—Estoy solo y tengo frío.

El pelinegro cuelga sin dar explicación alguna, abandona su cama por completo, rápidamente se viste y sale, no sin antes llevar consigo una bufanda extra.

En la calle, a solas en un pequeño jardín, Oikawa se sienta a esperar a que Iwaizumi acuda a su llamado. Hoy tuvo un partido amistoso y después de ello se fue a beber con Kuroo y un amigo, un chico rubio, alto y bastante apuesto, viejo enemigo de las canchas durante la preparatoria. Avanzada la noche se dieron cuenta que habían bebido demasiado. Kuroo se marchó con el otro chico y Oikawa insistió en irse solo pues desde el principio siempre tuvo la intención de llamarlo. A pesar del inclemente frío de la madrugada, o quizá a causa de él, sus mejillas están completamente rojas y calientes, su cabeza da vueltas, siente un ardor extraño recorrer su cuerpo entero y su corazón late aceleradamente; sin saber definir sus propias emociones no se da cuenta que sólo son los nervios producidos por su propia ansiedad. 

Alrededor de 20 minutos le toman a Iwaizumi llegar con Oikawa. Antes de acercarse lo contempla por un momento. Recuerda con exactitud el número de veces que lo ha visto así una y otra vez y de nuevo ahí está, su silueta se dibuja solitaria bajo la luz de la luna reflejando el anhelado reencuentro.

Iwaizumi lanza con desdén la bufanda extra que lleva consigo al que está esperándolo, y acto seguido se sienta a su lado sin decir nada. Un silencio pacifico reina por un par de minutos hasta que el castaño toma la palabra.

—¿Estás molesto? —pregunta al mismo tiempo que empieza a envolver en su cuello la bufanda.

El pelinegro se niega a responder.

—Todo fue culpa de Kuroo y Kei-chan —comienza a explicar —Ellos parecían muy tensos así que sólo bebimos.

—Oikawa —interrumpe irritado —¿Cuándo dejarás de hacer esto?

El castaño lo mira con una falsa ingenuidad pretendiendo no saber a qué se refiere.

—Sólo quería verte, Iwa-chan, es todo.

Asumiendo que será en vano cualquier intento de confrontar esa situación, suspira con resignación y se levanta.

—Vamos, te hará daño el frío.

Todos los niños deben crecer [KuroTsukki]Where stories live. Discover now