La Pesadilla

2.8K 178 12
                                    


Cerca de las cinco de la mañana cuando un llanto y un par de palabras murmuradas en medio de quejidos, despertaron a Ginny Weasley de un hermoso sueño. Se sentó en la cama y giró su mirada hacia el costado en donde dormía su compañera de habitación, Hermione Granger. Ambas compartían el cuarto, ya que Hermione, por haber sido Premio Anual, había logrado un espacio privado, el cual quiso compartir con su querida amiga.

—No...no... ¡Annie! ¿Annie, dónde estás? —repitió Hermione en medio de gemidos, sacudiendo su cabeza de un lado a otro sobre la almohada.

La voz de su amiga sonaba desesperada y angustiada, así que Ginny, sin detenerse a analizarlo, se levantó de la cama para ver qué le ocurría a Hermione. Al contacto con el suelo, su cuerpo de inmediato le advirtió que el frío era intenso. Era invierno y, a pesar de que el cuarto siempre estaba cálido, era evidente que la temperatura exterior estaba muy por debajo de los cero grados y por tanto lo gélido se podía sentir al interior.

Se colocó un chaleco de lana de color gris que su madre le había tejido, el cual siempre dejaba a los pies de la cama para usarlo en caso de emergencias, y se acercó a Hermione. Al verla vio que estaba boca arriba, sudada, tanto que su almohada se veía humedecida. Le puso una mano en la frente y comprobó que tenía fiebre.

—Hermione... anda Hermione, despierta —dijo mientras con cuidado la tocó para intentar sacarla de la pesadilla.

Su amiga abrió los ojos en forma rápida y como un rayo se sentó en la cama. Su cabello estaba totalmente desordenado, que fue lo que más atención le llamó a Ginny. Deslizó la mano por la cabeza de su amiga, tanto para calmarla, como para arreglar el nido de pájaros que se había formado.

—¿Qué? ¿Qué ocurre? Tengo sed —preguntó un tanto desorientada.

Ginny se sentó en la orilla de la cama, mientras de la mesita de noche, que se encontraba a un costado, tomó el vaso y le puso agua de la botella que allí había.

—Ten —Hermione de inmediato tomó el vaso con agua y la bebió con ganas.

—Gracias —dijo poniendo el vaso donde mismo para luego intentar ponerse de pie.

—¿A dónde vas? —preguntó Ginny poniendo una mano en su pecho e impidiendo que esta se levantara.

—No... No sé... Creo que debo... —a su mente llegó una imagen que jamás habría creído que su subconsciente la haría para ella: la de un compañero de colegio del cual nunca fue amiga. Más bien, eran enemigos declarados. ¿Le diría a Ginny que tenía la imperiosa necesidad de ver a Draco Malfoy? Sabía que su amiga se reiría y la calificaría de desquiciada y de sonámbula, pues de seguro aún estaba pegada en el sueño. Pero en realidad esa pregunta era ínfima comparada con... ¿qué diría a Malfoy si la viera a esa hora? Y si lo analizaba, debía estar loca si buscaba a Malfoy, ¿cómo se enfrentaría a él? O le diría: «Ey, Draco, soñé algo extraño... tú y yo... bueno, teníamos una hija».

—Hermione, amiga. Te quedaste muda. Te pregunté a dónde piensas ir.

—No, no a ningún lado —confesó acostándose nuevamente.

—¿Quién es Annie? —inquirió Ginny pues era un nombre que no había escuchado nunca. Quizá su amiga recordase a algún pariente muggle o amigo que había obviado contarle.

—¿Annie? —sí, ese era nombre que había gritado en sueños. El nombre de la niña que supuestamente era su hija.

—Sí, eso dijiste en medio de murmullos pero claramente llamabas a esa persona —Ginny la miró preocupada, luego tocó su frente y esta seguía con temperatura alta—. Tengo algo de poción para la gripe, que creo que ayudará.

OTRA OPORTUNIDAD PARA AMARWhere stories live. Discover now