*Capitulo 7*(editado)

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Salí de la sala donde hace unos momentos estaba disfrutando de un delicioso entrecot y donde tuve una pequeña charla con mis padres, las típicas en las que siempre acababan con amenazas a mí o hacía otras personas. Por culpa de aquel "aviso" que me dio mi padre le hablé a Óscar de una forma que no solía hacerlo y quería aclararle que no fue porque yo quisiera contestarle de aquella manera.

Recorrí los pasillos que conducían a la cocina en menos tiempo de lo que pensé y sin darme cuenta llegué a las puertas de la cocina, escuché voces, dos voces varones y una mujer hablando, asique para saber que decir y como actuar me quedé en la puerta escuchando la conversación de aquellas personas que estaban hablando.

- Óscar, no te precipites, tú sabes que mi niña no es así.- Dijo la mujer a la que le pude reconocer por la voz a la primera, Mariam.

- Yo sé que ella no es así, por eso me molesta tanto- Dijo elevando un poco la voz. Aquella voz era de hombre, pero se notaba que era un muchacho. Era Óscar.

- Yo pienso que si ella te habló así, muchacho, déjala ir, no te merece. Si te decepcionó ya no hay vuelta atrás.- Dijo el otro hombre y este en particular pronunciaba mucho la "s", por lo que enseguida supe que era Gastón.

- ¡Gastón, que mi niña no es así! ¡Tiene que haber una explicación para que le hablara así a Óscar! ¡Mi niña nos quiere a cada uno de nosotros más que a sus propios padres! ¡Incluso a ti te tiene cariño viejo cascarrabias!- Y se escuchó una bofetada. Yo me tapé la boca con las manos para aguantar la risa.

- ¡Pero mujer, que no dije nada malo!

- Sh, no quiero escucharte Gastón.

Se oyó una sonora carcajada sonar por toda la habitación, haciendo que Mariam y Gastón se callaran. Óscar se estaba riendo y yo aquí sintiendo que dentro de poco también explotaría y me reiría en cualquier momento, descubriendo mi escondite. Poco a poco fue disminuyendo su risa hasta que cayó en el completo silencio.

- Siendo sincero, no es justo enfadarme por una tontería como esta. Mariam tiene razón, seguro que hay una explicación, pero siendo ella, aunque no la hubiera... no podría enfadarme.- Dijo tiernamente. Sonreí inconscientemente.

- Yo no te entiendo muchacho, tú dices que estas enfadado y luego que no, tú estás enfermo o algo, vete al médico, rápido.- Dijo Gastón. Volví a taparme la boca para no reirme. Óscar volvió a reir tímidamente.

- Sí, te lo aseguro, estoy muy enfermo.

- Yo sé de qué estás enfermo querido muchacho- Dijo Mariam, por el tono que lo había dicho seguro que tenía una sonrisa dibujada en su cara.

-Shh, Mariam es un secreto- Dijo Óscar.

Tardé un poco en procesar lo que estaban diciendo, ¿Óscar estaba enfermo? Di los pocos pasos que me quedaban para que ellos me vieran. Gastón y Mariam se percataron de mi enseguida ya que ellos estaban situados en dirección a la puerta, Óscar al notar que sus compañeros de trabajo miraban hacía la puerta, él tambien se dio la vuelta y se encontró conmigo. Sus ojos se abrieron tanto de la sorpresa que parecía que se les saldrían de los cuencas y su rostro paleció por unos segundos . Caminé hacía él, con paso seguro y decidido. Esquivé algunas cestas de verduras y frutas hasta llegar a su lado y le miré atentamente a los ojos, su cara se volvió roja.

- H-hola Lilianna, ¿cuándo tiempo llevas aquí?- Dijo con nerviosismo, tartamudeaba.

- ¿Estás enfermo? ¿Por qué no me lo contaste antes?- Pregunté preocupada. Mariam se puso tensa mientras que Gastón solo soltó un suspiro.

- Genial, ahora la muchacha tiene oídos en las paredes- Dijo con fastidio. Mariam lo fulminó con la mirada.

- ¡Gastón te dije que no te quería volver a escuchar pronunciar palabra alguna!- Le regaño Mariam.

- ¡Pero mujer yo no dije nada malo!

- ¡CÁLLATE!- Por fin los dos guardaron silencio y empezaron a prestar atención a nuestra conversación

- Óscar, por favor... por lo menos dime que si es grave o no- Mi preocupación iba incrementando a cada segundo que pasaba.

- No es nada grave, de verdad...- Dijo apartando la mirada. Suspire resignada, por lo menos no era grave.

- ¿Y puedo ayudar en algo?- Dije intentando sonreir pero me salió una mueca muy rara. Él solo se sonrojo más y negó con la cabeza.

- Yo creo que sí, mi niña- Respondió Mariam. Una sonrisa se dibujó en mi cara al saber que podía hacer algo por él. - Lo que tiene es una minuencia, nada importante, pero si pasaras tiempo con él cuidandolo a lo mejor se recuperaría del todo.- Y mi sonrisa se esfumó al oir eso.

- ¿Pasa algo? ¿Estás bien?- Dijo Óscar.

- Vine para pedirte perdón por como te había hablado antes, lo siento mucho Óscar...- Hice una pausa para prepararme en lo iba a decir a continuación- Y también para deciros que no puedo volver a hablar con vosotros a menos que sea para daros órdenes. Mi padre me dijo que si mantenía algún tipo de relación con vosotros, sufriríais las consecuencias... lo siento mucho.- Sin darme cuenta lágrimas traicioneras caían por mis mejillas, me tape la cara con mis manos para que no me vieran, aunque ya era tarde. Sentí como unos brazos me rodeaban y me abrazaban, acercandome a su cuerpo y apoyando mi cabeza en su pecho, acercó sus labios a mi oreja y susurró.

- Nada nos podrá separar de ti.- Con mis manos apreté su camisa mientras mis lágrimas mojaban parte de esta.

- Gracias... muchas gracias...- Dije entre sollozos. Me separé de Óscar sin deshacer el abrazo y le sonreí. Los tres me respondieron con unas sonrisas en sus rostros.

Leyendas de la realeza I: No me llames princesa || Editando ||Where stories live. Discover now