La foto

457 44 13
                                    


En algún momento, todo cambió.

Comenzó con una chica que apareció de la nada en el chat privado de RFA.

En ese instante los integrantes la recibieron, aunque cautelosos, con una curiosidad que más tarde se convertiría en algo mucho más grande y duradero.

Todos se hicieron muy cercanos a la chica, todos intentaron a su manera llegar al corazón de la recién llegada, sin embargo, nunca se lo entregó a nadie. Ella, aunque una persona llena de bondad y un carisma inimaginable, escondía tras el ángel que representaba un alma triste. O al menos, eso fue lo que el día de la primera fiesta V captó con su cámara. El joven fotógrafo encontró unos ojos castaños llenos de melancolía, unos que intentaban como fuera ocultarse del mundo exterior.

El resto del grupo ya tenía demasiados problemas, quizás por eso ella nunca compartió sus pensamientos y tristezas más profundas, pero incluso así, los ayudó a todos. Todos se llevaron un pequeño pedazo de felicidad con la que ella cargaba y vivieron así con ella. Pero, al final del día, ¿con qué se quedaba ella?

Y de alguna manera, V también consiguió tomar un poco de esa felicidad tan cuidadosamente repartida. Al menos podía ver, lo que no sabía era mejor o peor. Su parte de la felicidad había llegado con una petición repetida no una, ni dos, sino muchas veces, insistiendo en que él tomara la opción de la operación y el tratamiento. Jumin la secundó, así como lo hizo luego el resto del RFA, todos haciéndole entender que su testaruda decisión ya no valía más para ellos. Lo hizo por ella, por la tristeza albergada en sus ojos, por la sonrisa que nunca flaqueó en sus labios; lo hizo por una razón que al final nunca llegaría a entender.

V suspiró, alejando esos pensamientos que sabía solamente lo llevarían a un punto al que no quería volver. En lugar de seguir perdido en el mar tormentoso que era su cabeza, tomó su cámara y apuntó a un sitio al azar, no estaba mirando realmente, solo necesitaba presionar el botón, escuchar el clic de la cámara, sentir que estaba haciendo algo más que hundirse en su propia desgracia. Cuando observó la fotografía recién tomada, una pareja de enamorados compartiendo en el parque donde se encontraba, algo resonó en su interior. La tarde primaveral repentinamente se sintió más fría, el tiempo pareció correr más lento, las imágenes volvieron a llenar su cabeza.

Ahí fue cuando su recuerdo volvió: Rika. Una y mil veces ella. Buenos momentos, malos momentos, recuerdos que no entraban en ninguna de las categorías anteriores. ¿Cuánto había tomado el amor de él, cuanto se había llevado Rika consigo? ¿Con cuanto cargaba V, cuanto era lo que todavía quedaba en su persona de la pobre chica que terminó por enloquecer? Ella estaba muerta, definitivamente muerta, pero los recuerdos seguían tan vívidos que conseguían atormentarlo día a día. La fotografía de la extraña pareja que se atravesó por su lente le recordó que, muy atrás en el pasado, Rika y él fueron las personas más felices del planeta, sin importar los caprichos que el destino designó para ambos.

La fotografía también ofrecía un camino distinto, una salida que siempre intentaba ignorar.

—¿Listo para un descanso?

Se podía decir que era imposible olvidar una voz como la suya y así era. La recién llegada se plantó delante de él con una enorme sonrisa en los labios, ojos brillando de la emoción, cabello desordenado por la carrera que debió traerla allí; esa felicidad tan contagiosa que emanaba le hizo sonreír. Porque lo distrajo de sus pensamientos, porque se llevó la voz de Rika, porque simplemente era ella.

—Fe, ¿qué haces aquí?— V sabía la respuesta y ella no lo ignoraba, pero preguntar cosas como esas, más que nada obvias, eran parte una reacción nerviosa.

El fotógrafo y la chica de ojos tristesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora