Hoteles Orwell

capitulo 5. Usted me beso... Y no estaba ebria.

Aquella apretó el acelerador, minutos más tarde toco el timbre de una casa, una mujer rubia, de cabello largo, ojos azules, de tez blanca, de rostro muy bello y delicado, de cuerpo esbelto abrió sonriente. _ Mia ¿Cómo...?

Mia la tomo de la cintura, cerró la puerta y la interrumpió besándola. Luego fue acorralándola por las paredes de la casa, hasta llegar a la de su cuarto, donde mientras besaba su cuello, tomaba la camisa con sus manos y la rompía, abriéndola, tocando todo su cuerpo.

_ ¡Oh por dios Mia! Amo cuando me haces el amor.

Segundos después, aquella mujer estaba tirada en la cama, sus ojos estaban cubiertos por una venda negra, y sus manos estaban atadas al respaldo, Mia se encontraba entre sus piernas, besando, casi devorando todo su cuerpo.

Al otro día Liza se encontraba en su apartamento vestía un pijama, estaba su hermana con ella, en el sofá, y su amiga Jennifer bebiendo un café. Jill comía Pizza. _ ¿Qué le pasa a mi hermanita querida? Cuéntame ¿Cómo te fue en tu súper cena?

Alice. _ Si vamos cuéntanos.

_ No me hablen de eso.

Jill. _ ¿Por qué? ¿Qué sucedió?

_ Que no sucedió, esa debería ser tu pregunta.

Alice. _ Mmm... ¿Mia te hizo algo?

_ Si, bueno no, no en realidad. Es que cuando estábamos en medio de la cena...

Jill. _ Déjame adivinar... ¿Te emborrachaste?

_ Sí, pero no fue eso lo que sucedió exactamente.

Alice. _ Pues ¿Qué fue entonces?

_ Es que una de sus mujeres apareció, ya sabes, a reclamar que Mia no la llamaba, y dijo un montón de cosas horribles que me hicieron sentir mal.

Jill. _ ¿Qué cosas? ¡Vamos! Cuenta.

_ Dijo que Mia llevaba a sus mujeres allí, a cenar, que antes les compraba vestidos, y que las enamoraba y luego se, se acostaba con ellas y las dejaba.

Alice. _ ¿Qué? ¿Qué diablos? ¡Voy a matar a esa mujer!

_ No, espera, es que ella salió detrás mío, porque no aguante aquel momento, y me fui, pues cuando Salí hacia afuera ella me conto lo que le había sucedido, ella se acostó con aquella mujer, la cual estaba casada.

Alice. _ ¿Qué? ¿Se acostó con una mujer casada?

Jill. _ Entonces tengo oportunidad todavía.

_ Jill no es gracioso, pues y esa mujer se divorció pretendiendo algo más, pero Mia solo se divertía y se lo hizo saber, quien sabe cuántas mujeres tuvo. Pues en ese momento comencé a dormirme y creo que le dije que todas moríamos por ella, porque era perfecta.

Alice. _ ¡Oh no Liza!

_ Eso no es nada, porque lo peor fue cuando me trajo aquí, ella subió conmigo hasta mi cama.

Jill. _ ¿Se acostaron?

_ No, no, no nos acostamos, ella me ayudo a quitarme el vestido, y me preparo un té, y luego nos pusimos a charlar, y de pronto sentí que ella sentía lo mismo que yo.

Alice. _ ¿Y qué paso?

_ No pude aguantar y la bese, ella continuo el beso, hasta que claro, mi increíble intelecto, enlenteció por el alcohol y metió la pata hasta el fondo. Le dije que, le dije que la amaba...

Alice. _ ¿Qué hiciste qué?

_ Si, y que era virgen.

Jill escupió toda el agua que tenía en la boca. _ ¡¿Qué hiciste que cosa?!