capítulo uno

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Acomodó su cabello azabache tratando de peinar algunos mechones rebeldes que se desprendían de entre sus dedos, saliendo disparados en todas direcciones, por lo que su gorrito negro fue la solución para mantenerlo estático. Sus manos viajaron por su cuello de piel rosa suave, tenue, sonrió por última vez ante el espejo antes de suspirar y asentir a la nada —o quizás sólo a sí mismo— para inmediatamente colocarse la gabardina sobre sus hombros, sin meter las manos en las largas y finas mangas, pues sólo quería protegerse un instante del aire otoñal que acompañaba al día, aquel toque que, no lo sabía, pero lo tornaba elegante. Al salir saludó amablemente a su vecina asintiendo para por fin marcharse. El día tenía un aroma específico, uno que no sabría cómo definir, tenía aquel aire y aquella ventisca característica de una mañana pacífica pero sobre todo llena de sentimentalismos, o quizás era muy sensible ante los días fríos. Cuando llegó a la heladería admiró a su novio de cabello negro oscuro que irónicamente resaltaba contra el sol, con la chaqueta negra que llegaba por debajo del muslo ocultando sus pantalones azul claro que acentuaban sus finas piernas, añadiendo además una camisa blanca fajada pulcramente dentro del pantalón y con el primer botón desprendido, dándole ese aire masculino y serio que tanto le encantaba.

— YoonGi. —Habló apenas llegó a su lado abrazándolo con fuerza, siendo correspondido al instante.

— Hola... —respondió simple, apresando el cuerpo del chico entre sus brazos, admiró por un segundo el buen gusto de su pareja el verle con la gabardina café clara sobre sus hombros mientras todo debajo era negro, desde el pantalón hasta la camisa, e incluso el pequeño gorro que cubría celosamente su cabello café claro, casi dorado diría él.

— ¿Esperaste mucho? —Sonrió cuando miró que el contrario negó —Entonces... ¿helado?

YoonGi pareció meditarlo mientras aún sostenía de la cintura a su pareja, hizo un pequeño puchero con los labios mientras ladeaba el rostro como si aquella pregunta hubiera sido la más difícil del universo. Finalmente giró la cabeza un poco e hizo una mueca exagerada al ver el local de tonos pastel detrás de él, justo donde su espalda estaba recargada, paseó sus ojos por el letrero del lugar para, al final, recorrerla hasta las tres solitarias mesas que estaban fuera para los clientes que desearan comer algo frío con tan bonito panorama.

— Oh, qué coincidencia que haya una heladería, JiMin. —YoonGi asintió mirando hacia atrás.

— Tú me citaste aquí. —JiMin soltó una risa cubriendo su boca.

— Sí, maravillosa coincidencia. —Volvió a asentir.

— Querías helado, no mientas... —siguió insistiendo.

— El destino es maravilloso, JiMin. Mira que ponernos una heladería... —respondió asintiendo con una sonrisa falsa que sólo causó una carcajada en el contrario.

La plática entre ambos resaltaba la necesidad de querer estar con el otro de manera prolongada, de querer sentirse aún en la compañía. Auello era demostrado por los tímidos actos del de cabello azabache sosteniendo la mano del contrario acariciando los suaves y pequeños nudillos con sus grandes y fríos dedos a la par que su largo pulgar se paseaba sin remedio en el dorso de la —considerablemente— pequeña mano.

JiMin comentó sobre algún nuevo libro que ansiaba comprar, uno que no sabía cuándo llegaría pero deseaba tenerlo entre sus manos para devorarlo con la mirada, degustarlo con la mente y al final presumirlo en su librero, mientras él pensaba ello YoonGi sólo trataba de recordar el nombre para, quizá, comprarlo apenas saliera. Cuando el helado hubo terminado, con las pequeñas cucharas de colores pastel limpias y los conos de plástico sobre la mesita de metal que ofrecía el local procedieron a hacer aquel tímido acto que les carcomía el pecho siempre que se veían y que era el primer pensamiento de ambos al levantarse. Todo comenzó por JiMin, quien acercó la pesada silla al mayor recargándose en su hombro admirando como el atardecer se apoderaba del día al mismo tiempo que más personas pasaban por aquel lugar. Quizás no sería del todo su culpa, pero YoonGi claramente lo culparía, pues su voz suave y dormilona resonó cerca de su oído que no pudo evitar girarse para apresar las suaves y tiernas mejillas de su novio logrando así plantar un cálido beso entre sus labios haciendo un contraste entre sus pieles y sintiendo el sabor fresa mezclado con la menta con chocolate de los diferentes helados que habían probado.

en nuestra piel ⚘ ymWhere stories live. Discover now