Capítulo 7

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*Druella*

El profesor Snape me ha dejado varios días libres de clase hasta que termine por recuperarme del todo, así que aprovecho que están todos en clase para entrar en la habitación de mi primo Draco. Mi intuición me dice que él debe saber algo de quién me hizo daño anoche.

Me muevo en silencio por la habitación y sin tocar nada, no pienso dejar huella de que he estado allí. Me acerco hasta la cama de mi primo y con cuidado de no remover nada, meto la mano dentro de su maleta. Palpo los libros y cuadernos de clase. Palpo su pluma y el bote de tinta. Y palpo... ¿Qué es esto? Agarro lo que acabo de tocar y lo saco lentamente. Cuando lo tengo a la vista veo que es un pequeño estuche de terciopelo azul oscuro. Lo abro y dentro hay una jeringuilla con una finísima punta con pinta de haber sido ya usada. Dentro de la jeringuilla solo quedan restos de algún líquido que ha estado dentro. Cierro de nuevo el estuche y lo guardo en el bolsillo de mi chaqueta. Vuelvo a meter la mano dentro y sigo buscando alguna otra cosa que parezca sospechosa, y no tardo en encontrar un pañuelo blanco. Aparentemente está seco, pero tiene una mancha oscura en el centro. Me lo llevo a la nariz y lo huelo. Al momento soy consciente de lo que es.

-Draco, Draco... -murmuro guardando el pañuelo junto con el estuche.




*Hermione*

Harry ya me ha avisado de que Ginny me espera en mi cuarto para hablar conmigo. Antes de abrir la puerta de la habitación, respiro profundamente y me preparo para una segunda confesión seguida. Cuando creo que estoy preparada, abro la puerta y me encuentro a Ginny charlando animadamente con varias compañeras de habitación. Al verme, les pide que se marchen para poder hablar a solas.

-¿Estás bien? -pregunta preocupada-. No tienes buena cara.

-¿Quieres saber qué es lo que me está pasando? -prefiero ir directa al grano y no hacer más largo esto. Trago saliva y aprieto los puños-. Estoy con Druella. Desde hace un año nos estamos viendo a escondidas de todo el mundo. Y sé que es una maldita locura, que incluso no está bien por ser ella quien es y por ser yo quien soy. Sé que nos separa un mundo y que esto no podrá sostenerse cuando llegue la guerra porque cada una luchará por su bando. Pero la quiero, Ginny. No sé cuándo ni cómo ni en qué momento me di cuenta, pero desde que ella me besó no he podido sacarla de mi mente. A lo mejor si yo no la hubiera seguido esa noche hasta los baños, eso no hubiera ocurrido y ahora no estaría contándote esto porque no estaríamos juntas. Pero lo que pasó, pasó. El presente es este y no puedo cambiarlo. Ni puedo ni quiero.

Cuando termino mi discurso, cojo aire y lo suelto al momento. Reconozco que me he quedado a gusto. Ginny me sostiene la mirada con el ceño fruncido. Contengo mis ganas de llorar y la miro desafiante. No pienso achantarme ante nadie por el simple hecho de estar enamorada de alguien que, a miradas de los demás, no me conviene.

-Puedes echarme todos los sermones que quieras, puedes decirme que estoy loca, que ella no deja de ser una Slytherin que odia a los sangre sucia, lo que quieras. Pero cualquier cosa que me digas será en vano porque yo hace tiempo que olvidé todo lo que ha ocurrido en el pasado. La quiero -repito para dejar aún más clara mi posición.

Y odio que se me haya quebrado la voz al final. Lo que menos quiero es dar una imagen de pena o debilidad, todo lo contrario. Le doy la espalda para limpiarme las lágrimas y reprimo un sollozo.

-Te conozco muy bien, Hermione, y sé que no estarías con ella por nada en el mundo si no sintieras algo de verdad -contesta tras un incómodo silencio.

No sé en qué momento se ha acercado a mi, no la he escuchado, supongo que por la distracción de mis sollozos. Pero sé que está junto a mi cuando pone una mano sobre mi hombro y tira de él para que la mire. Cuando lo hago me sonríe con sinceridad.

Con la sangre no se juegaOù les histoires vivent. Découvrez maintenant