Parte V

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Había citado a Harry a las doce, aún faltaban veinte minutos para que llegue y él seguía ensayando su pantomima. El guión no era difícil, lo difícil era mantener la cara de póker, no permitir que el chico dude ni por un segundo de que esto era puramente con fines científicos. Había estado trabajando toda la mañana en hacerlo lucir profesional, editando collages en su computadora y luego imprimiéndolos en papel ilustración. Una caja con fotografías viejas dormía plácidamente en el fondo de su armario, buscó hasta dar con una de la casa de Eddie, no recordaba por qué la había tomado pero estaba ahí. Un simple chalet de dos plantas, pintoresco y siempre con el césped bien cortado, como si el tiempo nunca hubiera le hecho daño, como si le bastara saltar la medianera para poder verlo armando edificios y puentes con sus bloques; Eddie quería ser arquitecto. Tampoco fue difícil hallar una de la madre de su amigo, Susan, una mujer alta de cabello rubio ceniza y de quien el niño había heredado su contextura espigada.

Está acomodando los cubiertos sobre manteles individuales cuando el portero eléctrico rompe el silencio, conteniendo la respiración presiona el botón que destraba la puerta. Hora del show.

Aguarda junto a la entrada del lado de adentro, las pesadas suelas del calzado de Harry taconean por el corredor, no tiene la oportunidad ni de golpear sus nudillos contra la puerta cuando esta ya está siendo abierta. Un peso cae de lleno en los brazos de Louis, luego la cálida sensación de unos mullidos labios sobre los suyos.

"¿Me estabas esperando?" pregunta haciendo equilibrio, mientras carga una bolsa de comida rápida para llevar. Louis reconoce el nombre del restaurante orgánico y tensa la quijada.

"Algo así." Admite, porque a pesar de los extraños gustos gastronómicos del chico no puede evitar quererlo, no puede evitar iniciar un beso devorador, uno que hace que Harry abandone las bolsas sobre el mesón de la cocina y se suba a este separando las piernas. Un pañuelo con la bandera estadounidense se trenza por sus rizos a forma de vincha, un buzo blanco con líneas geométricas le baila holgado por el cuerpo; es inevitable para Louis filtrarle las manos por debajo de la ropa, tiene los músculos ligeramente trabajados y hay un gozo penetrante en sentir la forma de sus abdominales con la yema de los dedos. Su piel es tan suave, tan nueva. Harry es tan joven.

"¿Te sientes mejor?" Te traje una sopa de vegetales, dicen que es buena para la digestión." Comenta mirándolo a los ojos. Ignora cómo el mundo de Louis se sacude cada vez que le clava la mirada.

"Sí, estoy bien. No debiste molestarte, sé que tenías clases hoy." Pasa la lengua por sus labios, hambriento por lo hermoso que luce Harry en las mañanas.

"No me importa, quería verte." Jadea con las palabras muriendo en un beso.

Louis quiere más, se olvida de las hojas que yacen apiladas sobre la mesa del living, se olvida de sus miedos y sus sospechas. Termina tironeando de todas las capas de tela que los separan, recostándose sobre el colchón con las rodillas de Harry a cada lado de su cuerpo, con la entrepierna comenzando a despertarse con interés.

"Louis, la comida se va a enfriar." Reclama con la nuez de Adán vibrando.

"Hay un microondas en la cocina."

Está demasiado entretenido acariciándole los muslos.

"¡Louis!" Se queja Harry con diversión.

"Tengo un mejor plato que degustar." Dice clavándole los dientes en las clavículas, succionando hasta formar un cardenal violáceo.

••••

Afuera hay una llovizna que apenas se puede ver, de esas que te permiten correr por debajo sin usar paraguas, de las que caen estéticas sobre la ciudad haciéndola lucir perlada. Harry suspira contra el lado izquierdo del pecho de Louis, justo por encima de donde se encuentra su cansado corazón. Diciembre se está instalando arrastrando el invierno con él y el frío los invita a abrazarse más fuerte, en una búsqueda más urgente.

Génesis ▪ l.sWhere stories live. Discover now