Reencuentro

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Primero me sorprendí al darme cuenta de que estaba oyendo hablar a un lobo y a la vez entendiéndolo. No cabía duda, me estaba volviendo completamente loco. Miré de nuevo al lobo a los ojos y no sé cómo, pero supe que en realidad se trataba de una hermosa loba. De repente una tormenta de imágenes borrosas e incomprensibles me invadió la cabeza. Muchos sentimientos de nostalgia invadieron mi pequeño corazón. Entonces se acercó un enorme lobo gris y forzudo.

 -No, no puede ser él, él no es de nuestra raza-contestó el lobo negando con la cabeza.

Entonces lo entendí todo de golpe. 

-Mamá, Papá, ¿Sois vosotros?-dije con un nudo en la garganta.

 Entonces los tres nos pusimos a llorar y nos abrazamos con cariño.

Estaba radiante de alegría

Mi madre me dio un beso en la mejilla con dulzura, con todo el cariño del mundo.

Me dió un beso al igual que toda las madres del mundo se lo dan a su hijo.

No tardaron en contármelo todo desde el principio: Mis padres eran dos hombres lobos llamados Luyank y Seish que se enamoraron nada más conocerse. De esta relación surgió un hijo en una bonita noche de luna llena. Al descubrir que  no me metamorfoseaba en lobo, decidieron que lo más correcto era dejarlo al cuidado de los humanos, ya que el niño  viviría más a gusto con ellos: En las noche de luna llena lo hombres lobo pueden perder el control y comerse humanos si les place. Al final el niño terminaría huyendo, sabiendo que está dejando atrás a sus propios padres. Ese niño soy yo, Jake o Jador, como prefiráis llamarme. Respeto y no discuto la importante decisión que tomaron mis padres aquella noche de luna llena. Desde entonces he vivido en un horrible orfanato. Mis padres no supieron explicarme porque no me transformé en lobo hasta cumplir los seis años. Pero eso carece de importancia en estos momentos. Lo más importante ahora es que como mis padres saben que soy un hombre-lobo, puedo quedarme con ellos para siempre. 

Nos agarramos de la pata y corrimos hasta el fondo del bosque aullando y cantando a la luna llena.

Con eso comprendí que no había nadie solo en este mundo, por mucho que se empeñase. Que siempre el ser diferente te puede causar más problemas, pero que eso nunca te quitará la felicidad, porque siempre habrá algo o alguien que te la devolverá.

Por fin había encontrado una familia en la que vivir feliz para siempre.

O al menos eso creía.

Mi padre oye un ruido inperceptible para un oído humano.

Se gira y se va corriendo en busca de su causante.

Se oyó un disparo atronador y después un chorreón de sangre me salpicó sin aviso previo en toda la cara.

El cementerio de cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora