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Encontraron un hotel cercano a la casa de Peter para pasar la noche.

Era una construcción pequeña, seguramente un negocio familiar, por lo que tuvieron que pedir dos habitaciones.

En la repartición de cuartos, Johanna había expuesto su conexión con Logan como un importante motivo para quedarse juntos,

y aunque era algo extraño en ella guardarse lo que pensaba, no comentó que no deseaba pasar rato a solas con Charles porque ahora que lo veía fijamente, demacrado y con esa sombra triste en sus ojos todo el tiempo, se sentía muy culpable por la forma en que lo había tratado.

Hank tampoco no era una opción.

Johanna no se quedaría en un cuarto con él a menos de que desease causar un apagón a toda la calle (con la forma en que se le enredaban las emociones con tan sólo pensarle).

Al caer la noche, mientras Logan se duchaba, Johanna salió al balcón del cuarto.

Charles los había llevado antes a una tienda cercana para comprar algo de ropa, y ahora llevaba puesto un largo y muy cómodo camisón blanco.

Definitivamente, pensó, cuando regresase al futuro y todo estuviera en orden, se surtiría de una
gran variedad de ellos.

Porque ella tenía fé en su misión ahí.

Juntos, arreglarían el futuro.

"¿Tú también necesitabas algo de aire?" Inquirió una voz ya familiar para ella.

Hank la miraba desde el balcón continuó, en ropa de dormir igual.

"No exactamente" contestó, sonriéndole. "Pero Logan se está dando un baño y supuse que necesitaba algo de privacidad."

"Eso es muy amable de tu parte."

Johanna lo miró con una ceja alzada.

"¿Lo es? Yo lo veo más como un gesto egoísta, porque no quiero estar ahí cuando se quite la máscara de seguridad y sienta el peso de todo esto sobre sus hombros."

Hank soltó una corta risa, y se aproximó más a su lado. Johanna hizo lo mismo.

Desde dónde estaban ahora, fácilmente podrían tocarse si estiraran los brazos.

"¿Siempre te expresas así?" Preguntó, sonriente. A Johanna le encantaba su sonrisa, se dió cuenta. Aunque ésta aún era algo tímida. "Dices cosas muy extrañas y a veces con tanta..."

"¿Frialdad? ¿Indiferencia?" Murmuró cuando Hank guardó silencio tras no encontrar las palabras adecuadas. Él pareció avergonzado. "Está bien, Hank. No me importa. Me han dicho cosas peores."

Hank frunció el ceño.

"Pero a ti eso te trae sin cuidado."

"Creo que soy muy honesta" sonrió ladinamente. "Y puede que eso llegue a ser malo en algunos momentos, pero para mí está bien. ¿Lo está para ti?"

El muchacho se señaló a sí mismo, confundido.

"¿Para mí?"

"Pues si" Johanna contestó, como si fuese algo obvio. "Estaremos bastante juntos estos días, lo que menos quiero es incomodarte."

Hank se sonrojó.

"Tú no me incómodas" susurró. Johanna creyó escuchar más. Sin estar segura, se inclinó en el balcón.

"¿Qué has dicho?" Preguntó, curiosa.

Hank se sonrojó aún más.

"Creo no poder ser capaz de repetirlo" se acomodó las gafas. "Ha sido algo muy tonto y precipitado."

Johanna se inclinó inclusive más. La mitad de su cuerpo estaba ya fuera del balcón, y sostenía casi todo su peso contra el barandal.

Hank se alarmó al notar su peligrosa posición.

"Vas a caerte..."

Johanna rió, y en un corto momento de distracción, sus manos resbalaron, haciéndola perder el equilibrio.

No llegó a tocar el barandal, donde seguramente se hubiese dado un buen golpe, de no ser porque Hank la atrapó.

Los brazos de Hank, que resultaron más fuertes de lo que esperaba, la sostuvieron con una facilidad increíble.

Johanna alzó el rostro, y en seguida se topó con los ojos azules del muchacho.

Azules como el cielo en la mañana, y el mar en quietud.

"Gracias" Johanna apenas murmuró, conmocionada ante la profundidad del iris de Hank. Casi podía navegar dentro de él...

Hank tragó en seco. Si antes creía que estaba sonrojado, en ese momento, su cara era una explosión de tonalidades rojizas.

"No ha sido nada, Johanna."

East Harlem; Hank McCoyWhere stories live. Discover now