Capítulo 14

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Hola estimados lectores, tras un poco de tiempo con problemas de inspiración llega por fin el capítulo 14, un entremes para llegar al enfrentamiento del Destripador de Chesapeake y el que se hace llamar El Profeta. Y antes de que haga spoilers de mi propia historia les dejo con el capítulo. 

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Los asuntos que llevaron a Hannibal al centro de Maryland no llevaron demasiado tiempo en completarse

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Los asuntos que llevaron a Hannibal al centro de Maryland no llevaron demasiado tiempo en completarse. Después de eso, decidió llevar algunos aperitivos de una exclusiva panadería francesa, debido al poco tiempo con el que contaba para esperar a Will. Tan pronto como llegó a casa, el doctor se percató de un aroma diferente al de la tormenta que se avecinaba desde Virginia, las nubes oscuras ya cubrían el cielo también de Baltimore y el tronido de su choque se percibía cercano como los tambores de una batalla.

Hannibal se detuvo un momento en la entrada, se giró mirando al cielo, luego a su reloj en la muñeca, justo a tiempo para preparar la presentación de los platillos. Entró por la puerta posterior para ir directamente a la cocina, se detuvo y el ligero cambio en la esencia de la habitación lo alertó. Miró de nuevo su reloj, al parecer debía ajustar sus tiempos otra vez ante el imprevisto invitado. Colocó entonces tres servicios sobre la mesa, en realidad, ya lo esperaba, pero no dos veces en el mismo día. La primera impresión fue gratamente sorpresiva, y Hannibal tenía poco de qué sorprenderse, para alguien tan metódico y analítico como él, la mente humana y su comportamiento era predecible, frágil y manipulable. Fácil de condicionar, por supuesto el conductismo era uno de sus métodos favoritos y seguía dando frutos, al menos con su experimento en turno.

Ah, el pobre ángel perdido, como El Profeta lo había llamado dos veces, un ángel. Cuyas alas estaban rotas y no podía volar, atrapado por los lazos de un pasado que lo reclamaba. El doctor hizo una mueca, no podía dejar que Will cortara esos lazos, y la presencia de aquel hombre que aguardaba en su consultorio podía serle útil.

Dejó las compras en la mesa más cercana y siguió el aroma de una fragancia de lavanda y menta, con toques de cardamomo, Jean Paul Gautier sin duda, ese hombre seguía siendo un vanidoso incorregible. Se adentró en su consultorio encontrándose con Jonathan Eckmann mirando por la ventana con las manos en los bolsillos.

—Por lo general mis pacientes aguardan en la sala de espera señor Eckmann— mencionó el doctor.

Al escuchar la puerta Jonathan se giró y sonrió ampliamente.

—Tú lo has dicho, tus pacientes. Vamos sé que me recuerdas, ¿esa es forma de tratar a un hermano? Tristán.

Hannibal mostró una suave mueca de complacencia, cerró la puerta tras de sí y ambos caminaron hacia el otro, siguió un cálido saludo con las manos de ambos en la parte superior de los brazos del otro a una distancia pertinente, un saludo que habían aprendido de los romanos, era una muestra de afecto, de reconocimiento entre iguales. Jonathan sonrió terminando por palmear los costados del doctor.

EternidadWhere stories live. Discover now