Capítulo 24

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— No te quiero dejar ir —la voz de Gerard sonaba amortiguada, aunque posiblemente era porque sus labios estaban pegados a la mejilla de su novio—. La hora se pasó demasiado rápido —agregó apartando el rostro para mirarle a los ojos.

— Tengo que exponer —murmuró Frank, alzando una mano a acariciar la mejilla ajena—. Con gusto me quedaría aquí contigo...

— Yo tengo un examen... ni siquiera recuerdo cuanto es dos más dos —bufó, y Frank sonrió dulcemente. Tomó el rostro de su novio con ambas manos y se acercó a besar la punta de su nariz antes de volver a besarlo, esta vez en los labios— Eres la persona más brillante que conozco, Gee.

— El más brillante es Ray —respondió Gerard con una especie de puchero en sus labios.

— Apoyo eso, es un genio —la voz de Bert los sacó de su burbuja. De pronto Frank recordó que no estaban solos en el mundo, sino que estaban en la cafetería de la escuela y que había altas posibilidades de que estuviesen mirándolos. Aunque a Gerard no le importaba mucho, al parecer, porque antes de ponerse de pie le dio un sonoro beso en los labios y luego se marchó. Bert se fue pocos instantes después. Y Frank se quedó solo, con un suspiro a punto de brotar de sus labios y el estómago convertido en piedra por culpa de los nervios.

Pero iba a hacerlo bien, había estudiado. Iba a estar bien.

* * *

— Fue un desastre... una masacre —Frank estaba recostado sobre la amplia silla en la pequeña habitación de los controles, se suponía que iba a ayudarle a Gerard. Pero sinceramente no tenía ganas de hacer nada en lo absoluto.

— No creo que haya sido para tanto —Gerard se dio un tiempo para mirarlo de reojo y dedicarle una de esas sonrisas que hacían que Frank quisiera darle por lo menos mil besos, o algo así—. Quiero decir, estudiamos, estabas preparado.

— Este era yo —Frank hizo un círculo con su índice y pulgar—, y este era el imbécil del profesor —agregó introduciendo el índice de la mano contraria repetidas veces en el círculo.

Gerard frunció los labios.

— ¿Es normal que sienta celos de tu profesor?

Frank alzó las cejas y soltó una carcajada, y luego se empujó al costado de su novio. A través de los cristales podía ver como uno de los últimos ensayos generales de la obra tomaba lugar. El maquillaje, los vestuarios, la escenografía y el papel de Gerard con la música y las luces... todo estaba jodidamente genial. Más genial que la obra del abuelo de Ray allá en Broadway, y, bueno, no tenía más obras en su repertorio. Pero era genial, y él mismo se sentía orgulloso del resultado. Embobado escuchó los diálogos que se sabía casi de memoria y para cuando todo terminó, y Ray se puso de pie para aplaudir, él y Gerard se dieron un beso.

Era una manera genial de celebrar.

— Eso fue genial —dijo Frank una vez regresaron abajo, Ray estaba despidiéndose de los chicos—. Me emocioné, amigo.

— Me siento como una madre que envía a su hijo a su primera cita —dijo Ray, y luego rió ante sus propias palabras—. En el auto tengo unas cervezas, para celebrar. ¿Qué les parece?

— Me parece genial —Frank se encogió de hombros.

— Sí, no tengo planes —respondió Gerard, rodeando la cintura del menor de los dos con un brazo— ¿Te ayudo con eso?

the drama club • frerardWhere stories live. Discover now