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Terminaba de servir la comida en sus respectivos platos mientras recordaba todo lo que había ocurrido en el transcurso de los años; Daka pronto sería mayor de edad y había sido tiempo perdido, sabía cuanto quería salir de este infierno y cuanto lo merecía, en poco tiempo perdería a mi hija por completo.

Esa pequeña que solía reír todo el tiempo y que había dejado de llamarme mamá. La niña mas fuerte que he conocido, tierna y ejemplar; ella se merecía un amor más profundo que el océano. 

Finalmente, hice mis pensamientos a un lado y me aproximé a pedirle a Kendall y Daka que me ayudaran a llevar los platos al comedor.

—Disculpen que los interrumpa, ¿podrían ayudarme a llevar los platos al comedor?.

—Por supuesto —respondió Kendall levantándose del sillón—. Lo que sea que necesite, señora Johnson.

Había sido un día más tranquilo de lo normal, sin discusiones entre Robert y yo y sin salidas. Definitivamente me parecía mejor cenar en casa que algún restaurant, estaba completamente cansada de la misma rutina todos los fines de semana. 

La cuestión es que cuando te ves obligada a hacer algo, se vuelve realmente tedioso. 

—Pienso que deberían salir mas —comentó Robert con una sonrisa.

Cielos

Observé la cara desconcertada de Daka y la vergüenza en Kendall. Sabía cúan incómodos podrían estarse sintiendo. 

—Pienso que deberíamos faltar a clase mañana —comentó Colton mientras llevaba un cigarrillo a su boca.

Nos encontrábamos en mi habitación, mi mejor amigo había llegado hace unos minutos con una caja de cigarrillos, era domingo y mi padre había salido con alguna de sus mujeres mientras claramente dejaba a Clara a mi cargo. La niña se había quedado disfrutando de sus muñecas mientras yo... me relajaba con un cigarro. 

Que vida. 

—No creo que sea buena idea, además, la idea de pasar todo el día en casa no me agrada —aclaré.

—Por cierto, ¿Que pasó con esta joven... Daka? Nunca me contaste lo que sucedió con ella habló curioso.

Típico de Colton Harris. 

—La llevé a un lugar simple, hablamos pero... No tuve la oportunidad de preguntarle el porque lloraba en los pasillos, no quería ser impertinente —contesté—. La veré mañana en clases. 

—Aún no comprendo las razones por las cual te interesa ella, quizá debas explicármelo mejor —rió—. Hermano, si quieres acercarte a ella... Es mejor tarde que nunca aseguró —aseguró llevandose el cigarrillo nuevamente a sus labios.

—Lo sé, tienes razón.

Finalmente, decidí que era momento de dejar de fumar y pasar a revisar como estaba Clara. Salí de mi habitación dejando a Colton jugando videojuegos, caminé a pasos lentos hasta su habitación y en cuanto estuve frente ella, opté por abrir la puerta tratando de realizar el menor ruido posible. 

La observé en su cama con los ojos cerrados; realmente lucía como un pequeño ángel. 

Con la misma lentitud cerré la puerta de su habitación y me dirigí nuevamente hacía la mía, era momento de echar a mi mejor amigo para poder dormir. 

 —Buenas noches Kendall, ve con cuidado —se despidió mi padre.

 —Buenas noches señor y señora Johnson, muchas gracias por todo —se despidió con una leve sonrisa—. Buenas noches, Daka. 

—Descansa —contesté. 

El castaño desapareció entre la oscura noche mientras mi madre probablemente se dirigía a lavar los platos. 

—Daka, quiero que subas a tu habitación y me esperes allí —dijo mi padre.   

—¿Q-que?, ¿por qué? —pregunté nerviosa.

—¡Solo ve y espérame allí dentro! —exclamó. 

A pasos rápidos me aproximé a mi habitación con los nervios recorriendo mi cuerpo, mi corazón latiendo más rápidos de lo normal y mi agitándome.

Me senté en mi cama y en ciertos instantes sentía un escalofríos recorrerme, no pensé cuanto había pasado desde la última vez que mi padre me colocó un dedo encima, pero no deseaba que volviera a hacerlo.  

Después de unos minutos de estarme comiendo las uñas y de caminar por mi habitación durante algunos instantes; entró, pisó mi habitación nuevamente. Observé su mirada; era maldad pura. Me dolía saber que golpearme le daba placer, satisfacción y lo hacía sentir mas importante. 

—Querida Daka, cuanto tiempo... ¿No?—preguntó sonriendo.

Lo observé fijamente. 

 —Probablemente haz estado feliz porque no te he visitado, pero adivina qué —caminó hacía mí—. Estoy de vuelta y déjame decirte que probablemente extrañé esto.

Sentí su mano en mi rostro y me vi obligada a apartarla de mí.

—Estás enfermo —dije entre dientes y el rió.

Entonces sucedió... golpeó mi rostro.

—¡Estoy harto de ti y de lo estúpida que eres! —gritó—. ¡Había intentado controlarme y tratar de que tus anteriores heridas sanaran, intenté no pisar nuevamente tu habitación, pero veo que ahora estas perfectamente bien —gritó.

Entonces sentí otro golpe en mi rostro.

Me vi obligada a lanzarme en la cama mientras las lágrimas que me hacían ver vulnerable comenzaban a desplazarse en mis mejillas. 

  —¡Ya baste! —grité con todas mis fuerzas mientras chillaba del dolor.

—¡Es tu culpa, Daka! es tu culpa —gritó con furia.

Lunes en la mañana y mi alarma se encontraba sonando avisándome que debía levantarme y enfrentar nuevamente la realidad. Sentí el dolor principalmente en mi rostro, me levanté con cuidando de la cama tratando de no chillar de dolor mientras me dirigía hacía el baño.

La vida da muchas vueltas, nunca sabes lo que puede ocurrir al final del día 

Entonces me llegó la frase a la cabeza pero... Yo ya estaba cansada de esperar el final del día y de todo éste infierno. 

A Thousand Years. |Terminada|Where stories live. Discover now