Sola En Casa

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La luz del sol entraba por la ventana y molestaba a Lluvia. Poco a poco, ella abría los ojos para despertar. Sus pestañas por fin estaban separadas por completo y Lluvia esbozó una grande sonrisa al recordar qué día era: el día de su cumpleaños.
La emoción corría por sus venas y sólo esperaba a que se dieran las cinco y treinta, pero apenas eran las ocho de la mañana. Snowball estaba en sus pies, también recién despertando.
Se levantó de la cama y se puso los zapatos. Aún vestía su pijama, pues no tenía planeado salir a ningún lado y no valía la pena ponerse otra ropa. Acomodó su cama y despeinada, salió de su habitación con un poco de frío para bajar las escaleras.
Caminaba sigilosamente hacia la cocina, esperando recibir un "¡Sorpresa!" o un "¡Feliz cumpleaños!" de parte de su familia, acompañado de un cálido abrazo, pero cuando entró a la cocina no había nadie.
Recorrió toda la casa... desde la habitación de mamá hasta el baño. Fue entonces cuando recordó: estaban de viaje. Su emoción se derrumbó por un momento, pero entonces recordó a sus amigas Luna y Meghan. Seguro no faltarían, y con las invitaciones que ellas repartieron seguro la casa se llenaría de chicos y chicas divirtiéndose. Así que sería mejor comenzar a preparar todo para la tarde.
Bajó al sótano y tomó la caja que contenía los adornos que había comprado días atrás especialmente para su fiesta de cumpleaños. Era una caja grande que apenas cabía en sus brazos y tenía escrito con marcador rojo "adornos para mi cumple", trazado con delicadeza y paciencia por la misma Lluvia. Subió nuevamente hasta su habitación y quitó la cinta adhesiva que cubría las pestañas de la caja y la abrió emocionada. Sacó una bolsa de celofán que tenía dentro letras de colores pastel que formaban la frase "Feliz cumpleaños" y dos bolsas de globos de varios colores. Luego sacó una bolsa llena de confeti y un rollo de serpentinas de colores llamativos. Bajó a la entrada de la casa y comenzó a llenar los globos de aire y poniéndolos en el piso para colgarlos más tarde. Tomó las letras y las colgó, cada extremo en cada una de las orillas de la entrada que daba a la sala. Eso sólo era el comienzo, necesitaba ayuda de alguien, ¿y quién más podría ser además de sus amigas?
Tomó su teléfono e intentó comunicarse con alguna de ellas pero ninguna de las dos había respondido la llamada telefónica. "Más tarde será" se decía a sí misma volviendo a poner los adornos. Tomaba grupos de globos y los colgaba en las paredes junto con algunas serpentinas. Sólo puso algunos adornos más y todo quedó listo. Todo estaba preparado y apenas era mediodía. Para no perder el tiempo, decidió quitarse la pijama y tomar un baño, para luego ponerse ropa para la fiesta y salir al centro comercial a comprar su pastel de cumpleaños. Subió a un autobús y llegó en unos quince minutos a la tienda donde lo compraría. No tardó más de cinco minutos en elegir uno que le gustara. Eligió uno de chocolate, con cubierta de betún azul y algunos detalles que lo volvían más bonito. El pastel llegaría hecho todo un desastre si tomaba el autobús de regreso, por lo que creyó más conveniente tomar un taxi, y así lo hizo.
Eran ya las dos de la tarde y todo estaba listo, solo faltaba preparar la comida o algún postre para servir a los invitados. Sabía que contaba con Luna y Meghan, y no dudó en llamarles de nuevo, pero lamentablemente, su llamada volvió a ser ignorada por ambas. No sabía con certeza qué estaba pasando, pero pensó que seguro más tarde llegarían. Tenía los ingredientes suficientes para preparar una ensalada de atún, así que eso fue lo que decidió preparar.
Ya sólo faltaba un poco más de una hora para que la fiesta comenzara, y subió a su habitación a esperar a que se dieran las cinco y treinta. Ella sabía que Dustin no faltaría por nada del mundo a su fiesta, tal vez sólo estaba ocupado por el momento. Entonces, decidió llamarlo. Tras tres intentos fallidos se dio por vencida y volvió a llamar a sus amigas. Una vez más, no contestaron, y ella estaba rendida. Las cinco y treinta habían llegado y nadie llegó a su fiesta.

"Feliz, cumpleaños, Lluvia :D"

Era triste ver cómo su cumpleaños le importaba más a un desconocido que a las personas que le rodeaban, aunque... De pronto, sonó el timbre, ella salió corriendo como si el mundo fuese a terminar si no abriera la puerta. Al llegar, abrió emocionada, pero en cuanto abrió, su felicidad se tornó confusión al ver a un desconocido frente a su puerta, con un ramo de rosas en sus manos.

—Para usted, señorita. —dijo entregando las rosas sin expresión alguna en el rostro.

—¿Para... para mí? ¿Quién las manda? —preguntó recibiendo las rosas confundida e intrigada a la vez.

—Lo siento, no recibí indicaciones de decir algo sobre eso, que tenga buena tarde. —y se fue en seguida.

Ella sólo cerró la puerta algo confundida. Entró de nuevo a la casa y subió a su habitación.

—Mira, Snowball, ¿quién las habrá mandado? —preguntó al gato como si este le fuera a contestar.

El animal sólo dejó salir un tierno maullido y salió de la habitación. Observando con cuidado el ramo, se percató de una nota de color rosa que se escondía entre los tallos de estas.

"Zafiro brillante entre diamantes
Ama de mis pensamientos
Importante es para mí
Dejarte saber estos sentimientos"

Vio el reverso de dicha nota, buscando algún remitente, pero por más que trató, en todo el ramo no había ningún indicio de quién podría haberlo mandado. Ella ya se imaginaba quién era, aunque se preguntaba por qué no había ido si un día atrás lo había prometido. Aquél regalo no cambiaba nada. Ninguno de sus amigos había asistido a la fiesta, ni tampoco el chico que le gustaba.
Estaba sola en casa, ni su familia ni sus amigos se habían tomado la molestia de llamar para felicitarle, sólo contaba con su fiel amigo que jamás la abandonaba: Snowball. Ya eran las ocho y todo había terminado antes de comenzar. Entonces decidió darse un baño e ir a dormir, para una vez más caer en la tristeza de su infeliz vida y derramar un mar de lágrimas. Pues así era su vida.

Mar De Lágrimas Where stories live. Discover now