XXV

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                     Katherine:
De repente se hace un tremendo silencio en la sala y al levantar la vista vemos en la puerta de esta al doctor.
-¿Familia Mc'Shell?- mi pulso se acelera y me levanto de un salto.
Clark se pone enseguida detrás de mi. Eh de decir que ha sido una completa sorpresa tenerlo aquí.
Pero una sorpresa muy agradable...
No te puedo quitar la razón.
-Soy su hija...- digo con un nudo en la garganta.
-Muy bien...Como ya sabe su madre ya está dada de alta. Le hemos hecho una serie de pruebas que no indican nada importante, pero de todos modos deberá seguir un tratamiento.
-Claro...¿de que se trata?
-No debe hacer mucho esfuerzo físico por una semana y deberá seguir una dieta blanda. Le recetaré una serie de pastillas para el insomnio, y eso es todo. Debe asegurarse de que cumpla con todo ello.
-Lo haré, no se preocupe.
-Muy bien, entonces debe esperar unos minutos aquí, su madre se está acabando de preparar- asentí abatida.
Estas veinticuatro horas habían sido horribles. No había descansado nada y no había dormido bien. Estaba con.oletamente destrozada.
-¿Te encuentras bien?- preguntó Clark a mi lado.
-Si, creo que si. Solo estoy un poco cansada.
-Vamos a sentarnos- me cogió de la mano y me guió hacia uno de los asientos.
Los pelos se me pusieron de punta al sentir su tacto y acordarme de lo ocurrido en su cabaña...Dios, lo que daría por que ese momento se volviera a repetir.
¡Espera un momento!¿Esas palabras acaban de salir del cerebro tuyo?
No me estés jodiendo...
-¿Señorita Mc'Shell?- de nuevo ese maldito apellido.
Sentí como la mano de Clark se tensaba y subí la mirada preocupada. Un hombre vestido de policía estaba en la puerta acompañado por un enfermero.
-Soy...yo...- dije a tientas.
-¿Puede acompañarnos un momento?- me levanté temerosa del asiento, provocando que Clark se pusiera a mi altura enseguida. Me acerqué al oficial temerosa y este me hizo una cela para que le siguiera. Salimos fuera del hospital, hasta un coche patrulla.
-Debe venir con nosotros- informó el agente.
-¿A pasado algo...?- mi voz se volvió un tanto temerosa.
-Debemos hacerle unas preguntas sobre lo ocurrido en comisaría.
El miedo acabó por inundar mis venas. Lo que me faltaba ahora.
-De acuerdo...- me giré hacia Clark- Nos vemos mañana...
-De eso nada. Voy contigo- dijo seguro de si mismo.
-Caballero, no creo que sea buena idea, esto no es de su incumbencia- intervino el policía.
-Necesita a alguien conocido a su lado o no ve lo aterrada que está- gruñó Clark.
-Lo siento, pero creo que es mejor que se quede por aquí.
-¡Ni de coña! No me pienso separar de ella.
-No empeore las cosas, chaval- las voces comenzaban a elevarse, así que decidí intervenir:
-Clark...para. Quedate aquí, no va a pasar nada- abrió la boca, tratando de interrumpirme- Si me quieres ayudar de verdad, aseguraré de que mi madre llegue a casa.
Tras unos segundo, en los que intentó procesar todo lo que había dicho; asintió.
-De acuerdo- suspiró frustrado- Esperaré en tu casa con ella hasta que llegues.
-Muchísimas gracias...por todo- me acerqué a él, casi sin pensarlo, y le planté un suave beso en la mejilla, muy cerca de esos carnosos labios que tan loca me volvían.
Este se tensó por unos segundos, pero luego reaccionó con una pequeña sonrisa. Me apretó control su pecho y luego besó suavemente mi frente. Un carraspeo hizo que me soltara. Y tras echarle una mirada asesina al oficial de policía, volvió a entrar en el hospital.
-Muy bien señorita, suba en el coche- y no me quedó de otra si no obedecer.
                           ***

Llegamos a la comisaría y me condujeron a una sala oscura donde solo había una mesa, dos sillas a cada lado y una pequeña cámara en una de las esquinas.
-Tome asiento señorita, necesitamos hacerle una preguntas. Será rápido- hice lo que me dijo y el prosiguió a sentarse en el otro lado, frente a mi- Muy bien, lo importante es que no nos mienta.
-Nunca lo haría...
-Espero...- su carácter me ponía los pelos de punta- ¿Donde se encontraba el viernes por la noche?
-Fui a un concurso de baile- respondí algo tensa.
-Muy bien, ¿y a que hora volvió a casa?
-Cuando acabamos, sobre las doce de la noche- la verdad es que ya no estaba muy segura, ni siquiera me acordaba muy bien.
-¿Su padre estaba en casa cuando llegó?- asentí temerosa.
Un gran nudo se hizo presente en mi garganta. No me apetecía nada acordarme de las cosas que me había dicho, ni nada relacionado con él.
-Si...- asentí.
-¿Se mostró agresivo con usted en algún momento?- asentí, comenzando a hiperventilar- ¿La acompañaba alguien en ese momento?- volví a asentir- ¿Podría decirme quien?
-Clark...
-Ah...¿el chico con el que se encontraba antes?- volví a asentir.
Sacó una libreta de uno de los cajones de la mesa y comenzó a escribir lo que yo suponía era lo que estábamos hablando hace unos minutos.
-Cuénteme que fue lo que pasó.
Le conté todos los hechos con gran dificultad. Todo bien especificado, saltándome algún dato personal, hasta el sábado por la mañana; cuando me informaron de que estaba en el hospital.
El policía lo anotaba todo en una pequeña libreta y me ponía nerviosa cada vez que me miraba con el ceño fruncido.
-Muy bien, creo que ya es suficiente. Ya se puede marchar- me levanté, pero antes que nada tenía que preguntarlo.
-¿Que pasará con mi padre?- la voz me tembló.
-Por ahora nos falta hablar con tu madre y necesitaremos una declaración de su amigo. Ya les informaremos- asentí y salí de la sala.
No sabría decir con total veracidad si quisiera que encerrasen a mi padre o no. Pero creo que lo correcto sería que sí. Me da la sensación de que de esa forma todos estaríamos mucho más tranquilos.
                            ***
Llegué a mi casa un tanto confundida. Las luces estaban apagadas, solo se veía una luz desprendida desde una de las habitaciones de la planta superior. Entré de inmediato. Eso solo significaba que mi madre ya había llegado.
Subí las escaleras corriendo, sin hacer mucho ruido ya que el doctor había especificado que debía encontrarse en un ambiente calmado los próximos días.
Cuando llegué al pasillo me quedé paralizada. Miré para la puerta de la habitación de mi madre, la cual estaba cerrada. Volví la vista al frente.
La luz de mi habitación estaba encendida.
Me acerqué lentamente, con demasiado temor recorriendo mis venas. Después de todo lo pasado con mi padre no sabía que esperarme de él, porque algo me decía de que allí estaba él, e iba a por mi.
Deberías ir abajo a por un cuchillo o algo con lo que defenderte.
¡No me asustes! No puede entrar nadie aquí ¿no?
Empujé la puerta con suavidad cuando ya estuve enfrente, y asomé la cabeza por ella.
Una figura corpulenta, de hombros anchos y fuertes; se encontraba para frente a mi escritorio, delante de la ventana de mi balcón, cuyo reflejo en los cristales de esta me hizo saber de quien se trataba.
-¡Me has dado un susto de muerte!- exclamé silenciosamente.
Clark se volvió sobresaltado, con el rostro remarcando sorpresa.
-Lo siento, no quería entrometerme en tu privacidad, pero quería espera a que llegases- se acercó unos cuentos pasos a mi, haciéndome retroceder otros tantos.
-¿Donde está mi madre?- pregunté preocupada.
-Está en su habitación. El medico le ha dicho que descanse y nada más llegar se acostó. Me dijo que estaba realmente cansada.
-Me imagino...- suspiré y bajé la mirada.
No me quería imaginar por lo que tuvo que haber pasado. Y todo por mi culpa, por no estar en casa cuando ella más me necesitaba.
-Siento como si todo esto fuese mi culpa. Por no estar aquí cuando ella lo pasaba mal. Por estarlo pasando de maravilla y ella no...- paré de improviso cuando me di cuenta de lo que se me había escapado.
El no podía saber que me había gustado que me besase, el no podía saber que me encantó quedarme dormida a su lado, ni podía saber que me estaba volviendo loca por el...
No seas melodramática.
Levanté rápidamente la mirada, necesitaba ver su expresión. Sus ojos estaban como platos y una pequeña sonrisa tiraba de uno de los bordes de sus labios. Se volvió a acercar a mi, provocando que alto retroceder chocara con la pared. Esto no le impidió seguir con su cometido, hasta quedar a menos de treinta centímetros de distancia.
-No te sientas culpable por ella Kath, por que es lo que tu madre desearía que te ocurriese...
Siguió acercándose hasta mi. Ya quedaban menos de veinte centímetros.
¿Podría dejar de contar los malditos centímetros? ¡Pareces una jodida lunática?
Lo siento, es que me pone muy nerviosa su cercanía...
-De hecho, el que debería sentirse culpable y arrepentido sería yo. Al fin de cuentas fue quien te llevó consigo y el que te alejó de tu madre- susurró ya en mis labios- Y te puedo asegurar de que yo no me arrepiento de nada...
No me pude contener más. Tanto lo que dieron a entender sus palabras como su cercanía me afectaron por completo y el impulso que recorrió mi cuerpo me llevó a pegar mis labios contra los suyos.

HIP-HOPWhere stories live. Discover now