Capítulo IX

44 5 0
                                    

- Uff... que cansado está mi viejo esqueleto, bueno ¡Mira la hora! no hemos demorado mucho.

Mi abuela entra a la casa con lentitud mientras yo retiro la llave del cerrojo. Son cerca de las cuatro de la tarde aunque el cielo da la impresión de ser las seis.

Esta sesión con María ha sido la más corta hasta ahora y también la más cautivante ya que con los datos del libro que Meredith recibió, María puede darse una idea de la época en que vivió. He querido quedarme en casa de la maestra espiritual y acompañarla en la búsqueda pero mi abuela ha insistido en que debo ponerme al día con el colegio.

Me cambio por ropa más cómoda y regreso al comedor con mis cuadernos. Aún la espalda me hormiguea cuando veo esta mesa o cuando estoy en la sala, es como si el fantasma hubiera marcado estos lugares como suyos y yo fuera una intrusa.

Pronto se acabará, ya se acabará...

- María es una buena espiritista. – Comenta mi abuela.

- Si, así parece. Me agrada.

- Su madre era igual de buena o creo que no tanto, en fin... - se acomoda en el sillón y me mira – Creo que los talentos mejoran en cada generación, por ejemplo tú.

No sé qué responder ante su comentario. Decir un "ajam" me parece muy seco, decir un "sí abue, lo creo también" transmite que me alegra ese hecho cuando no es así.

- Supongamos que... - Miro hacia mi cuaderno – Alejamos este espíritu que me persigue, y ya no lo veo más... ¿Es posible que vea a otros?

- Claro. – Contesta inmediatamente.

- ¿Cómo dices?

- Un médium no deja de serlo nunca, siempre tendrás contacto con el plano espiritual. En ocasiones veras almas vagando, pero ya estarás lista para lidiar con ellos.

Todas las esperanzas que he acumulado por ser normal se marchitan y caen como pétalos. Puedo soportar los sueños premonitorios pero esto... ¿Cómo llevar una vida normal cuando veo gente que ha muerto?

- Y si no puedes lidiar con ello, entonces... - Mi abuela baja la mirada – No sé qué harías mi amor, pero ten por seguro que tu madre y yo siempre te protegeremos. De vivos y de muertos.

Eso no me consuela para nada. La conversación muere ahí, no quiero seguir hablando del tema ni siquiera quiero pensarlo ni darle importancia. Ojalá aquí funcionara lo que aplica mi madre: ignorarlo y que desaparezca. Así, fácil y sencillo.

- ¡Oh mi novela! – Mi abuela enciende el televisor y cambia rápidamente de canal.

La canción de la intro comienza y salen los protagonistas chocando "casualmente" por la calle y "accidentalmente" la mujer cae encima del hombre y "repentinamente" se enamoran. Luego sale la villana mirando maliciosamente y sobándose el mentón... Es una novela tonta, sí muy tonta, incluso los diálogos pero no puedo decir nada porque mi abuela enseguida salta a defenderla.

Cuando conocí a Adam no nos enamoramos repentinamente, de hecho nos tomó meses llegar a eso ya que por un tiempo nos distanciamos debido al inicio de su vida universitaria. Agarro el celular para ver la pantalla, ninguna notificación es de él.

Debo planear un buen semanasario para este sábado para lograr extinguir su enojo.

Cierro el cuaderno y abro el libro de cívica al mismo tiempo que enciendo la laptop. La casa está en silencio a excepción por la voz de mi abuela quien le habla a Julia, la joven chica que llora por el engaño de Alejandro con su ex novia Melinda. Abro el correo en busca de la tarea de la maestra pero encima de este encuentro un correo nuevo, recibido hace sólo cinco minutos. Proviene de Carlos Ventura, no conozco a ningún Carlos en mi vida pero su apellido es el mismo que el de María. Abro el correo y leo.

La vida de AlidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora