¿Podemos ser amigos?

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En ese instante, la actitud de Nadia había cambiado. Su postura, su mirada penetrante y esa sonrisa tenebrosa la hacían una persona totalmente distinta.
Se echó el pelo hacia atrás dejando ver una cicatriz en su cuello que cubría antes su larga melena. Se acercó a Noctis con paso firme y lo apuntó diciendo:

Nadia - Escucha, príncipe de pacotilla. No sabes el problema que me ha causado el venir aquí desde Sindria, ¿entiendes? Y te he pedido ayuda a ti, a nadie más. ¿Y tú planeas abandonarme aquí sola en un sitio que no conozco? Y te haces llamar príncipe... En cuanto a que ninguno me creáis con respecto a mi procedencia, ¿de verdad pensabais que no os había oído? Sinceramente, me da igual que no me creáis. Pero no pienso quedarme callada cuando se que vais abandonarme. Y no me importan en absoluto vuestros problemas. Solo me importa el mío, ¿queda claro?

Su cambio repentino sorprendió al príncipe y el resto, que estaban sin palabras, sin saber qué decir.
Ya había anochecido y los cadentes no tardarían mucho en aparecer. Tampoco tenían suficientes guiles para pagar un hotel.
Por suerte para ellos cerca de donde estaban había un santuario en el que podrían acampar.
Decidieron discutir la situación de Nadia por la mañana.

Al llegar al santuario, montaron la tienda de campaña y la cocina de Ignis.
Mientras, Nadia se había sentado en un extremo del santuario de cara al mar con las piernas recogidas.
Decidieron dejarla tranquila por el momento.

Cuando Ignis hizo la comida de esa noche, los chicos comieron en silencio mientras observaban a Nadia, que permanecía quieta.
Prompto no soportaba la idea de dejarla así, así que se acercó a ella y le dijo si quería comer algo aunque no fuera con ellos.
Nadia le dirigió una mirada asesina. No parecía estar muy de humor para hablar con alguno.

Ignis le dijo que la dejara en paz. Si al final quisiera algo, no le quedaría más remedio que pedirlo. Prompto se apartó de ella con la mirada triste.
No sabía el porque, pero esa chica le caía bien. A pesar de que la acababa de conocer.

Se hizo tarde y los chicos se fueron a dormir. Prompto observó a Nadia antes de meterse en la tienda. Estaba hecha un ovillo en el mismo lugar donde se había sentado, seguramente, ya dormida.

Al cabo de unas horas Prompto salió de la tienda. No podía dormir sabiendo que había una chica fuera en la oscuridad. Se acercó a ella con una manta y antes de ponérsela, Nadia despertó dando un salto del susto.

Nadia - ¿¡Se puede saber qué haces!?

Prompto - Sshhh... No grites o los despertaras. He pensado que tendrías frío aquí fuera.

Nadia - No te la he pedido. Déjame en paz.

Prompto - Vaya... No sabía que una princesa hablaba así.

Nadia miró extrañada a Prompto y le preguntó si la creía. Él la dijo que no parecía tener ninguna razón para mentir. Se sentó al lado de ella y le colocó la manta sobre sus hombros. Ella le miró en silencio sin entenderlo y le dio las gracias.

Prompto sonrió de oreja a oreja y le puso la mano en la cabeza. Ella no dijo nada y dejó que Prompto le acariciara suavemente.

Prompto - Seguramente tengas hambre. No soy cocinero pero ¿quieres que te prepare algo?

Al oír aquellas palabras, el estómago de Nadia empezó a rugir y ella encogió la tripa sonrojada. Miró a Prompto y asintió con la cabeza.

Ambos se acercaron a la cocina de Ignis para ver lo que podían preparar. El chico le dijo a Nadia que se sentara y esperara a que él le hiciera algo. Ella se sentó en una de las sillas y observó a Prompto, quién parecía bastante perdido con todos los utensilios de comida que tenía delante.

La historia de la princesa caída (Final Fantasy XV)Where stories live. Discover now