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La conocí en una manifestación,
ella estaba dando un discurso,
no me puedo acordar de sus palabras exactas,
pero se que en ese momento algo se despertó en mi,
en el momento justo en el que su suave voz
acompañada de sus palabras sobre revolución
me hicieron derramar la primera lagrima.
Y fue la primera de todas,
digo primera porque ella  consiguió sacarme muchas mas,
la segunda fue de la risa
y la tercera por una pelea absurda,
de la tercera hubieron muchas,
incontables,
bueno no realmente incontables pero no me apetece contarlas,
porque eso me llevaría a la cuarta lagrima que me consiguió sacar,
la del recuerdo.
Jodida lagrima,
me hizo pasar muchas noches en vela,
(a veces aun lo hace)
porque su recuerdo era demasiado grande
y su aroma se impregnaba por todos mis sentimientos,
y no se iban,
por mucho que otros los intentarán arrancar de cuajo,
ellos se quedaban,
solo para que la cuarta lagrima no me abandonara.
Pero bueno,
hoy iba a hablar de la tercera,
esta solo aparecía cuando lo que mas amaba de ella y odiaba aparecía.
Amaba su libertad,
su forma de no comprometerse,
y el sabor de sus labios a revolución
(el cual  después probaron otras chicas),
y entonces empezaba lo que odiaba,
odiaba el que nunca se quedara porque era libre,
y que jamás me diera estabilidad,
pero lo que mas odiaba de todo era el no saber donde estaba,
o con quien
y saber que jamás lo sabría,
porque ella no es el tipo de chicas que da explicaciones,
porque ella no tenía dueña,
y no era el amor de la vida de nadie,
porque ya lo era de la suya.
Y lo decía abiertamente,
ella no me lo ocultaba,
(y eso lo amaba, o no, no lo se)
porque ella lo dejo muy claro desde el principio,
que no era mía,
y jamás lo seria.
O no completamente mía,
porque siempre iba a haber alguien mas,
besándola en los sitios que yo la bese,
y tocando esos trozos de nada y todo que yo toque,
reviviendo lo que nosotras creábamos,
o revivamos.

ApocalypseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora