• some people never know •

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Apenas hace unos años lo había abrazado y sentido su calor sobre su fría piel.

Apenas hace una semana había pensado en llamarle.

Apenas hace unas horas había pensado, "oye, podría viajar para visitarle".

Apenas hace unos minutos había soñado que le ayudaba a terminar la melodía cuyos acordes rondaban en su cabeza desde hacía unos meses.

Apenas la última vez que le vio, le prometió que, finalmente, su amor dejaría de ser un secreto; que lo gritaría a los cuatro vientos: "¡Yo amo a Paul McCartney!", y que, por fin, estarían juntos.

Después de todo, ninguna promesa dura para siempre.

Y, ahora, quedaría inconclusa.

Sus sueños se quedarían así: como sueños.

Ahora mismo, se encontraba conmocionado; tirado, con los ojos rojos, la piel irritada, y los cabellos despeinados, en el suelo de su baño.

La llamada de la persona que logró separarlo de su amor había sido la que le había avisado de la terrible pérdida.

Pérdida para el mundo, para el país, para la revolución, para la música, para sus fans, para su familia, para sus amigos.

Pero nadie perdió más que él, que perdió a alguien que estaba a punto de volver a encontrar.

La, anteriormente dicha, llamada fue así:

—¿Hola?
—¡Paul!
—¿Qué sucede?
—¡Paul, es John!
—¿John? ¿Qué sucede con él?
—Le dispararon, Paul.
—¿Está bien? ¿Crees que pueda visitarlo pronto?
—É-el murió anoche, Paul...

Y, cómo pudieron deducir, la respuesta no fue buena.

Los segundos que pasaron después de enterarse del terrible y dudoso hecho, fueron desgarradores.

El chico que había compartido los mejores momentos de su vida estaba, ahora, muerto.

El teléfono produjo un sonido sordo al chocar contra el suelo. Los pasos descoordinados de aquel inconsolable hombre fueron abriendo paso hasta llegar al baño, cuya puerta, al estrellarse, había despertado a su linda esposa, Linda, quien salió disparada hacia la puerta a averiguar que había causado el llanto de aquel hombre tan amoroso.

—¿P-Paul?
—...
—¿Paul, qué pasa?
—J-John...
—¿Qué pasa con John?
—É-el... ¡Él murió! ¡Le dispararon!

Lo que quería decir era mucho más que unos cuantos gritos. No quería reclamarle al mundo, ni nada, él sólo quería desahogar la culpa, el dolor, la frustración, enojo, impotencia, sentimientos que había guardado y que debían estar bajo mucha presión en busca de salir hacia la libertad de ser conocidos por la persona que los provocó.

Pero ya no estaba.

Entre todas las lágrimas que soltó ese día, hubo muchos intentos de su familia por hacerlo salir y recibir ayuda para superar esa pérdida, pero no era suficiente, no podría superar esa pérdida, y nadie parecía entenderlo.

Finalmente, cuando salió, al día siguiente, con los ojos hinchados, el cabello despeinado, las mejillas llenas de gotas y la voz desgarrada, dijo que necesitaría tiempo.

Sin darle una explicación más detallada a su esposa e hijos, tomó las llaves de su auto y comenzó a conducir. Se dirigió hacia su granja en Escocia, lejos de los paparazzis, lejos del bullicio, lejos de todos los recuerdos que tenía de John Lennon.

Some People Never Know. [One-Shot] #PremiosGrace2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora